ALTAMIRA, Tam.- Afuera hay 10 camiones de transporte público estacionados sin mayor pena, a un costado de la carretera Tampico-Mante, frente al edificio del Sindicato de Petroquimicos. No, sorprende, frente a estos se realiza la Convención de Delegados del Partido Revolucionario Institucional que buscan elegir al Candidato para la presidencia municipal de Altamira.
El aspirante único es Carlos Gonzalez Toral.
Adentro la desorganización de los priistas es evidente. El calor es mucho mayor. Hay al menos doscientos militantes del organismo politico de pie, en un acto que ya presagia un desatinado final.
Poco después del mediodía, llega Carlos Gonzalez Toral. El aspirante es acompañado de su esposa y su familia. Mientras camina, levanta la mano para saludar a un grupo de asistentes que aun esperaban ingresar y una nube de vendedores ambulantes que aprovecharon la ocasión.
A un costado, un mariachi alista los instrumentos. Los rostros del equipo de priistas que acompañan a Toral indican que están sobrepasados, ‘espantados’; Ya para esos momentos, hay personas que buscan un poco de agua o la comida que se había prometido en el interior del recinto.
González Toral ingresa el recinto y sonríe mediaticamente. Se abraza solo en repetidas ocasiones . Extiende las manos en alto señal de agradecimiento sin mirar a la multitud. Camisa blanca y pantalón de mezclilla, botas y el pelo ‘envaselinado’ y perfectamente peinado no se mueve un milímetro.
Los mariachis entonan una canción y Toral se avienta un “palomazo”. Algo desentonado y fuera de tiempo, aún así recibe los aplausos.
Se cumple el acto protocolario y el presidente del Consejo pregunta abiertamente a los asistentes para que levanten la mano.. Todos asienten. Toral es elegido el candidato. Sin màs. Los ‘acarrreados’ así lo dispusieron.
En el lugar es acompañado por la ‘ole school’ del priismo. La ex alcaldesa Delia Calles y el ex alcalde Sergio Villareal. NO hay màs en el recinto. la aspirante la Diputación Federal Griselda Carrillo. El presidente estatal del PRI, Sergio Guajardo envió un representante. El calor arrecia al interior. Llega el turno de la toma de protesta. Acepta el compromiso de ser el candidato de unidad. Los ¡Si, se puede. Si, se puede! se hacen presentes.
El discurso no prende. Los asistentes tardan en responder con aplausos y las porras son inoportunas y fuera de tiempo.
Toral toma la palabra. El discurso no prende. Las frases apenas inaudibles son calladas por los murmullos de los asistentes -seguramente tienen hambre-.
Toral busca conectarse con los asistentes, pero no consigue mirarles a los ojos. Cada que habla baja la vista. Entre la lectura del discurso, el calor y el pésimo sonido, los primeros asistentes buscan la salida.
La pose fingida del candidato.
Los ojos desaforados de los asistentes que se saben oposición por primera vez. Y por primera vez no hay nada seguro. Las viejas líderes del Revolucionario Institucional no pudieron ponerse de acuerdo. Las que llevaban moño rojo al cuello y las que vestían de blanco. Los petroquímicos atentos de la instrucción para arrojar la porra. Ninguno de los grupos es del SUTRA. La CTM se queda afuera con un grupo de trabajadores.
El sonido no permite escuchar con claridad el discurso. El candidato en Altamira parece ensayado y sin forma. La sonrisa falsa. Aún no lanza las últimas frases cuando comienzan a abandonar el recinto. En la parte trasera está la promesa de una comida. Hay un rotoplast (literal) con agua de horchata. Dos negocios instalados con comida diversa. Hace mucho más calor. Toral ya se encuentra perdido en la parte superior del recinto.
Corre hasta el improvisado templete localizado en el centro del lugar. Ahí, lo espera una lona en donde los asistentes firmaron su nombre.
González Toral pretende ganarse a la audiencia y eleva la voz hacía el final del mensaje. La voz le cobra con dos “gallitos”. La voz se quiebra del ahora candidato. Se resquebraja el mensaje.
“Cambiemos todos para que Altamira sea la ciudad que todos queremos. ¡Que viva Altamira!
Entre los asistentes, un niño le dice a su mamá.
-Ahora si, ya nos podemos ir a comer