Creo que tuve el pequeño Libro Rojo en mis manos, allá por 1974. Me acuerdo haberlo comprado en una tienda de libros usados en la calle Hidalgo en la delegación Cuauhtémoc, del extinto Distrito Federal, muy cerca del panteón de San Fernando, precisamente donde está enterrado el Benemérito de las Américas, don Benito Juárez García.
Nunca me pude explicar ni he podido justificar por qué uno de los personajes más destacables de la historia de México, esté arrinconado en ese panteón. Siempre creí que debería estar en un imponente Mausoleo y tratado en calidad de héroe excelso y magnánimo.
Recuerdo que pagué muy poco por el Librito Rojo, porque de tanto comprar libros usados en el mismo lugar, terminé por hacerme amigo del dueño, con quien intercambiaba puntos de vista sobre los libros que me prestaba y que yo muy pocas veces compraba.
Don Epifanio me recomendó que leyera el Libro Rojo, que se constituía con cierta fraseología de los pensamientos del camarada Mao Tse-Tung, ahora Mao Zedong, a la sazón, máximo líder del Partido Comunista Chino y fundador de la República Popular de China.
No sobra aclarar que tanto Mao Tse-Tung y Mao Zedong son el mismo personaje y que solo cambió de denominación para facilitar la pronunciación, inclusive hacia occidente. De tal forma, se cambió el nombre de la capital de Pekín a Beijing para el mismo fin.
Esa misma tarde, después de comer, empecé a leer las citas de Mao y haberlo terminado a eso de las 2 o 3 de la mañana. Cabe aclarar que en ese entonces, ni usaba lentes ni me dolían los ojos después de largas jornadas de lecturas.
Después me enteré que el Ministro de Defensa de Mao, Bin Liao, fue quien generó la brillante idea de recopilar las frases, para facilitar su aprendizaje entre los soldados. Con el paso del tiempo, el famoso pequeño Libro Rojo fue creciendo en la medida que le agregaban más pensamientos de Mao.
También supe que se habían editado un millón de ejemplares y distribuidos por todo el mundo. La idea era universalizar el pensamiento de Mao y “exportar” las ideas socialistas por el mundo entero, considerando al socialismo como la etapa inferior del comunismo.
Pero independientemente del pequeño Libro Rojo, Mao conmocionó al orbe cuando en 1956 declaró a la periodista Anna Louis Strong, cuya simpatía por el sistema soviético era más que conocido, que los Estados Unidos eran un “tigre de Papel”, en referencia a que pretendían atemorizar a muchos países con una supuesta fuerza que estaban muy lejos de tener.
Incluso llegó a decir que el gobierno de EEUU estaba endeudado con muchos países y que el mismo Hitler había sido un “tigre de papel” y que por tal motivo había sido derrotado.
Mi memoria me dice que el gobierno de Estado Unidos hizo mutis, en parte por el incipiente temor hacia China por la fuerza que recababa cada día y por estar enfrascado en la guerra de Vietnam, que de acuerdo a las predicciones de Mao, terminó perdiendo.
La cosa es que el candidato de MORENA, dijo ante los banqueros mexicanos en Acapulco, que si “hay fraude” en las próximas elecciones, él se retirará a Palenque, Chiapas y que no controlaría las manifestaciones de inconformidad de sus seguidores, a los que comparó con un tigre.
Franca amenaza abierta y directa a quienes no comulgan con la idea que él debe ganar.
Con AMLO, las dos terceras partes de la gente perdemos si el gana y al parecer, también perdemos si pierde.
Es lo que quiso dar a entender: no hay de otra, ni hay salida, él debe ganar para que felino no nos destruya.
El tigre al que se refiere AMLO representa un 30% del pueblo de México.
Ojalá, por el bien de todos, esa tercera parte del electorado, sea un verdadero “tigre de papel”, como la expresara Mao Zedong.
Porque si no es así, el pasado bloqueó de la avenida Reforma, motivado por el fraude que sostiene le hicieron en la contienda contra Felipe Calderón, será un día de campo comparado con las amenazas de violencia que el mismo candidato de MORENA vertió ante los banqueros.
Madurez, Andrés, por ahí es…