Los tiempos cambian y nosotros también. Somos candiles de la calle y del Facebook. Se acabaron las páginas sociales para convertirse en suvenires de bodas y bautizos. Ya no hay cartas de amor a mano que incluían florecitas dibujadas y pétalos de rosa. El “face” es ahora la moneda de cambio de las confidencias, las indiscreciones, los amoríos cibernéticos y las burlas, alegrías y hasta las maldiciones.
Los tiempos de la Revista Vanidades, las Novelas de Amor de Corín Tellado no están muertas pero si balanceadas en la cultura telenovelera de las mismas gatas pero revolcadas.
Ya pocos escriben cartas amorosas cerradas en sobre y con un beso. El arte de amar se ha difuminado en la pantalla del Face, y se ha perdido el calentamiento de las manos y de los besos, para convertirse en espermático beso en la pantallita del celular o en señales de fuego en las palabras que se intercambian en secreto y directas.
Los tiempos de nosotros de amores tímidos y puñeteros se han convertido en amores perros. Mientras nosotros furtivamente alargábamos las manos debajo del calzón de las novias en el cine, ahora los chavos de hoy, se los bajan enfrente de nosotros en los recovecos de las plazas.
Ya los novios se calientan en las bancas uno encima de otro, y también encima de las otras. Libertad de géneros, libertad sexual y multiplicación de los géneros. El Facebook es el atrevimiento del siglo 21, el descaro de los amores perros y perrunos, la melancolía, los placeres y la sofisticación de la putería. “Los cuernos”, que era la diplomacia casera se han convertido en una aldea global, los amores caninos abiertos en la red, la exhibición del sexo sin cortes comerciales, el amor loco, los recaditos” wasaperos”, lindos y sabroso.
La Revista Confidencias y Vanidades eran los encuentros cercanos del tercer tipo de la época de los cuarentas y cincuentas. Las Cartas a la Doctora Corazón eran la psicología familiar. La clínica de almas de la Doctora Corazón era cada quincena y los amores tardaban de tres a cuatro revistas para tener respuesta.
Ahora las nalgas se dan por computadora, los cuernos por Facebook, los comerciales los inventa uno y los poetas y filósofos de “Face” abundan. Política, amor y traiciones van en los celulares, los tiempos cambian.