CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Sobre este ex gobernador tamaulipeco, sabemos que nació en Cruillas, Tamaulipas el 6 de mayo de 1826, dentro del matrimonio conformado por don Juan B. de la Garza y doña María Eusebia Galván.
De la Garza realizó sus primeros estudios en Soto la Marina y en Ciudad Victoria. Se trasladó posteriormente a la Ciudad de México, en donde ingresó al Seminario de México y al Colegio de San Ildefonso obteniendo el título de abogado en 1852, pero se inclinó por la carrera de las armas.
No hay constancia de cuando empezó esa relación de amistad con Juárez, pero es probable que debieran conocerse, aunque sea de oídas, al proclamarse el Plan de Ayutla en 1854, pues Juan José de la Garza y otros liberales tamaulipecos apoyaron la causa y se enfrentaron al gobierno conservador de Antonio López de Santa Anna al igual que Juárez en su natal Oaxaca.
Por disposición del Ministerio de Guerra, al terminar la revolución de Ayutla se reintegró a su puesto de gobernador y tomó el mando militar y político de Tamaulipas.
Poco después se promulgó la Constitución de 1857 y tiempo después las Leyes de Reforma, lo que ocasionó que estallara la guerra civil en el país y que el gobierno de Benito Juárez se trasladara a Veracruz.
El 12 de marzo de 1858, de la Garza viajó hacia Veracruz para unirse a la defensa del gobierno de Juárez durante la Guerra de Reforma. Quizás ahí se verían cara a cara por primera vez, iniciando con una amistad que culminaría tras la muerte de don Benito.
En su obra “Juárez y sus amigos” don Fernando Ocaranza hace mención de la estrecha amistad que existió entre don Benito y el tamaulipeco Juan José de la Garza.
Durante su estancia en Veracruz, de la Garza fue nombrado por el presidente Juárez como segundo en jefe de la guarnición de la plaza. A su regreso a Tamaulipas, no asumió la gubernatura, sino que se dedicó a organizar fuerzas para combatir a los conservadores en el centro del país, participando en acciones de guerra en San Luis Potosí y Zacatecas. Todo ello le trajo consigo el respeto de don Benito.
Su amistad con el presidente Juárez le sirvió para ser nombrado Primer Magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cargo que ostentó del 16 de abril de 1860 al 1 de agosto de 1861, sustituyendo a Santos Degollado. Fue también secretario de Gobernación de septiembre a diciembre de 1861, sustituyendo a Manuel María de Zamacona.
Por esa época se presentó en Tamaulipas una cruenta lucha política que solo fue suspendida por la amenaza de la intervención francesa, ante la cual el gobernador de Nuevo León, Santiago Vidaurri, aceptado como árbitro por Juárez, designó a Ignacio Comonfort para que formara la primera división del norte. Juan José de la Garza organizaría una segunda división, y ambos se dirigieron al centro del país.
Tras la caída del Segundo Imperio Mexicano y con la República restaurada, regresó a Tamaulipas, siendo nuevamente electo gobernador del Estado. Su último período lo ejerció del 1 de agosto de 1868 al 1 de diciembre de 1869, fecha en la que renunció después del asesinato de sus hermanos Jesús y Zeferino, para acabar así, con una sublevación de oposición.
A raíz de eso, se trasladó a la Ciudad de México y fue nombrado nuevamente, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fue también, ministro de la Corte de Justicia Militar.
De 1875 a 1877 fue enviado extraordinario en y ministro plenipotenciario del gobierno mexicano en Guatemala y El Salvador. Al regresar a México, impartió clases en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, durante esa época se declaró opositor a la corriente del positivismo.
En su vida personal, de la Garza estuvo casado con Adela Natividad Prieto Quintero, con quien procreó a Lucrecia, Adelaida, Juan José, Isabel, Juana, Dolores, Felicitas y María Enriqueta. Murió en la Ciudad de México el 16 de octubre de 1893, y fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres.
El otro amigo…
Aunque zacatecano de origen, el general Felipe B. Berriozábal fue sin duda alguna, uno de los hombres de más confianza que tuvo el presidente Juárez en nuestra entidad, durante los cruentos días de la intervención francesa, llegando incluso a nombrarlo gobernador del Distrito Norte de Tamaulipas en 1866.
En el mes de febrero de 1867 decía Berriozábal a Juárez que Cortina había ofrecido al Lic. Gómez presentarse con su fuerza ante el mismo Presidente; pero él, Berriozábal, nunca lo creyó, suponiendo que su deseo único consistía en merodear por las villas del Norte o como el propio
Cortina decía: “andar de caballo suelto”. El mismo general Berriozábal lo consideraba como un hombre funesto que mientras dispusiera aunque fuera de unos cuantos soldados, continuaría merodeando por aquellos rumbos, y los pueblos sufrirían bajo su yugo. A su vez, Juan N. Cortina escribía al presidente Juárez en el sentido de que Berriozábal era mal recibido en Tamaulipas, en vista de que, lo aconsejaban Juan José de la Garza, Hinojosa y García; pero Berriozábal se reía de lo que le contaron a Juárez, advirtiendo que Garza estaba en Brownsville y ahí lo tenía vigilado, pues lo tomaba como “uno de los hombres más ambiciosos y muy funestos del Estado”.
De la Garza de pie en Paseo de la Reforma
En 1895 el presidente Díaz empezó en el Paseo de la Reforma la construcción de un conjunto de 77 esculturas en las que se presentaba a militares, políticos, científicos y periodistas destacados de las 32 entidades. Por lo que respecta a Tamaulipas, fueron los generales Pedro J. Méndez y Juan José de la Garza los escogidos para homenajearlos. La estatua de don Juan José fue develada el año de 1902, siendo su escultor don Federico Homdedeue. Según un reportaje reciente de un medio de la capital del país, a 125 años de su muerte, como nunca ocurrió en batalla, un ladronzuelo logró arrebatarle su espada. La escultura que lo conmemora se localiza a la altura de la Parroquia Votiva, se sostiene en un pedestal cuarteado y sucio, grafiteado, que delata una restauración fallida. La mano de bronce aún aprieta la empuñadura de la espada, pero la hoja se perdió para siempre