* El columnista es autor de las novelas: “Erase un Periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo” y Premio Nacional de Periodismo 2016.
Pareciera que la soberbia se diluye en Cuauhtémoc Cárdenas. Lo prueba que después de tantos años por fin está de acuerdo con López Obrador en la necesidad de echar para atrás las llamadas “reformas estructurales” a efecto de que realmente avance el país.
El hijo de “el tata” lo dijo ante los restos de don Lázaro, que como sabéis se encuentran en el Monumento a la Revolución al lado de los de Plutarco Elías Calles (su peor enemigo), Francisco l. Madero, Venustiano Carranza y desde luego de mi general Francisco Villa. Ello sucedió en la ceremonia por el aniversario de la Expropiación Petrolera.
Estará de acuerdo con el escribidor en que ya era tiempo de que “Cuau se pusiera las pilas” y actuara en consecuencia, es decir que dejara de hacer el ridículo suponiendo que seguía siendo “el líder moral” de una izquierda que perdió la brújula al convertirse en un champurrado de ambiciones debido a la intromisión de indeseables como “los chuchos” (Zambrano y Ortega), Rosario Robles Berlanga (de la que ahora mismo nadie sabe, nadie supo en dónde diablos escondió los casi 2 mil millones de pesos que la Auditoría Superior de la Federación acredita como “desaparecidos” tanto en Sedesol como Sedatu), o el gobernador de Morelos Graco Ramírez. ¡Pura ficha marcada!.
El asunto es que “Cuau” como que llegó a la conclusión de que no hay más remedio que apoyar a AMLO dejando el protagonismo para otra ocasión. Recordéis que tuvo el descaro de ignorar al tabasqueño justo cuando más requería de su respaldo, es decir, cuando el sistema se encaprichó en hacer presidente a Felipe Calderón aunque fuese por pinchurrientos 200 mil votos, tal cual ocurrió en medio de un escándalo que estuvo a punto de soltar al tigre social.
Los ingenuos de entonces creímos y esperábamos el llamado nacional de “Cuau” a favor de López Obrador, pero nada porque le había ganado la soberbia…y también la envidia.
Pero bueno, ahora la resistencia civil y la confianza en un líder están a punto de lograr el triunfo histórico más importante del México contemporáneo. Y ni modo que sea invento.
¿DESAIRE O HUMILLACIÓN?
El dirigente Sergio Guajardo Maldonado tiene razón en cuanto a que el priismo tamaulipeco “de ninguna manera fue desairado” en la repartición de cargos de elección “pluris”. Cierto no sufrió desaire, pero sí fue humillado y pue-que hasta despreciado por el consejo político nacional que apenas otorgó la posibilidad de una diputación que puede significar poco y a lo mejor nada considerando que no llega siquiera a premio de consolación, dicho sea con todo respeto.
Usted dirá: “¿y cómo aspirar a más si por estos andurriales las derrotas del tricolor se acumulan a través de años y sexenios al grado de convertirse en cuentas perdidas?”.
Está en lo cierto porque han caído desde alcaldías, diputaciones (locales y federales), senadurías y por supuesto la gubernatura. Y el PRI nada que reacciona.
Este inocultable desprecio lleva mensaje no para “checo” sino para la debilitada clase política tricolor la cual parece sentenciada por el Comité Nacional o por quién manda mejor dicho, en cuanto a que reaniman al moribundo o dejan de seguir disfrutando lo que resta de la miel institucional.
Lo anterior incluye a quienes todavía cobran en el Congreso federal y legisladores que estarían por venir al igual que alcaldes animados por los mismos afanes.
Que al PRI le queda la misma vida que al régimen federal. Es lo que se anuncia por brechas, caminos y veredas.
SUCEDE QUE
AMLO ha prometido convertirse en el mejor presidente de México después de Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas para imponer el imperio de la ley impulsar y practicar la democracia y rescatar los recursos naturales ahora entregados al capital privado nacional e internacional. Y según sus palabras, lo intentará desde el segundo día de su triunfo.
Mientras tanto, como si algo faltara a José Antonio Meade, ahora se enfrenta a la ira universitaria. Y es que ya las protestas recorren el campus de la UNAM debido a que el candidato se encerró con un grupo de maestros quienes irresponsablemente le otorgaron apoyo a nombre de la institución…le digo, mortificaciones no faltan.
Hasta la próxima.