* El columnista es autor de las novelas “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo” y Premio Nacional de Periodismo 2016.
Iniciaron las campañas en el peor de los escenarios; con la clase política desprestigiada a la N potencia, la sociedad civil al borde de un ataque de histeria y donde se muestran descarnadas las ambiciones de un pequeño grupo de poder económico que por primera vez siente amenazados sus mezquinos intereses.
Es una situación inédita provocadora de absurdas alianzas en el objetivo de que no haya cambios a pesar de que el sistema agotó su capacidad de resistencia. Y esto lo saben empresarios, banqueros y por supuesto la alta burocracia política, aun así resisten sin que importe llevar al país al caos, incluso a la violencia.
Es el peor de los escenarios digo, porque estamos divididos al defender causas que históricamente han dañado, frente a otros mexicanos que se echaron el compromiso de salvar a la república ahora o nunca.
El primero de julio será una estación entre muchas porque la verdadera lucha iniciará entonces. Si como todo indica triunfa AMLO, ha de vencer obstáculos internos y externos no imaginados.
Para empezar al gobierno gringo siempre dispuesto a intervenir por la fuerza en países débiles donde sabe obtendrá ganancia material pronta y expedita. ¿Dónde no lo ha hecho?. Salvo en Cuba donde un heroico pueblo y un líder auténtico lo derrotaron y echaron al mar cada ocasión que intentó invadir la isla.
El imperialismo tiene puesto el dedo en el gatillo para masacrar donde se le antoje y podría ser el turno de México. Este es uno de los peligros que puede provocar el capricho de la oligarquía por permanecer en el poder. Otro más entre muchos, sería armar a la sociedad civil y enfrentarla entre sí. Ha sucedido cuando el sistema se siente perdido.
Suponer que los dueños del poder tienen escrúpulos o amor a México es caer la ingenuidad porque primero están sus intereses. Por ello las complicidades partidistas donde la perversidad utiliza militancia de buena fe.
En este inicio de campañas el objetivo es el mismo desde hace doce años, es decir, golpear a López Obrador…nada más que ahora la situación es diferente.
¿Y en Tamaulipas?
Acá por el norte “tierra de pasiones” la competencia por cargos de elección asemeja un partido de fútbol donde el PAN juega con el marcador a su favor procurando “hacer tiempo” en las esquinas más alejadas de su portería. No tiene prisa y se cuida de no cometer faltas que pongan en riesgo su ventaja. Por obvias y sobradas razones se siente vencedor pero desconfía de las circunstancias.
El PRI por su parte, es un equipo que da lástimas. Juega con uniformes prestados y algunos de sus candidatos saltaron a la cancha descalzos, desnutridos, casi en situación de indigencia y sin más esperanza que la buena voluntad de los electores cuando la fortuna los abandonó como sucede a los herederos que se creyeron amantes para siempre de la buena suerte.
A los priistas no faltará quien les arroje un mendrugo, tal vez dos porque la desconfianza no da para más.
En su turno la estrategia de MORENA será la de aprovechar un tiro a balón parado u sorprender por la banda izquierda mediante una jugada rápida tomando mal parada a la defensa enemiga cerrando por el centro con un rematador que provoque un autogol o cuando menos su respectivo “penalti”.
Nota.- el equipo de MORENA en Tamaulipas es improvisado, no cuenta con entrenador ni preparador físico aunque sí con un trío encargado de organizar encuentros (no se sabe si para el mejor postor), y contratar jugadores sin importar que hayan sido desechados de otros equipos por “maletas” o “trampas”. Tampoco importa que sean “juniors” venidos a menos. Para el efecto favor de dirigirse a: Renato Molina Arias, José Antonio Leal Doria y Enrique Torres Mendoza.
Y hasta la próxima.
