CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Desde abajo y con mucho trabajo ha venido Víctor Jesús Rodríguez Beltrán en su vida tanto personal como profesional. Caracterizado por luchar por lo que quiere, llegó hace tres años a debutar en primera división con el América y ahora sigue en busca de una oportunidad para consolidarse en el fútbol.
Nacido en El Mante, Tamaulipas hace 22 años, desde chico se tuvo que mudar al Ébano, San Luis Potosí, en donde comenzó formalmente su carrera en la Tercera División, también pasó por equipos como San Luis, Tampico Madero para después estar en uno de los gigantes de México, el América.
Pero detrás de toda una carrera juvenil con éxito, está un largo camino que ha tenido muchos obstáculos, que parecía, no lo dejarían pasar y no lo dejarían sobresalir pero gracias a su perseverancia y calidad, salió adelante hasta llegar a unas de sus metas, pero él es claro y va por más.
Ébano, la cuna de Víctor Rodríguez
La historia de Víctor Rodríguez comenzó en una pequeña ciudad, que apenas, tenía alrededor de 40 mil habitantes: Ébano, a donde sus padres se mudaron por necesidad y otras circunstancias.
Desde antes que naciera, Víctor, parecía que estaba destinado a ser futbolista y sobre todo a estar en el América, pues cuenta que no se sabía si sería niño o niña cuando él estaba en el vientre de su madre, por lo que sucedió una anécdota que siempre recuerdan en su familia.
“No sabían qué iba a ser yo, ya había tenido hermanas. A él le gustaba mucho el fútbol y el América y un día, llegó a la casa con una camisa del América de bebé y dijo que sería para mí porque iba a ser niño, él estaba seguro, y lo fui”, comentó.
La pasión que le transmitió su padre por la pelota de fútbol, fue tanta que desde pequeño comenzó a jugar, en el Ébano tuvo su primer equipo, “era un equipo que se llamaba Panteras, quedé campeón varias veces, representaba al Ébano en la secundaria, recuerdo un estatal donde quedamos campeones”, señaló.
Primeros pasos
La vida profesional en el fútbol para Víctor comenzó muy pequeño, en el Ébano de San Luis Potosí, había un equipo de Tercera División y que reunía a puro talento local. Dentro de ese selecto número de jugadores, estaba Rodríguez Beltrán.
Con apenas 14 años, Víctor recibió la oportunidad por parte del entrenador que tenía en ese entonces a Ébano, a pesar de que era menor que rivales y compañeros por dos o tres años, pero eso no le quitó la oportunidad de brillar.
“Tenía 14 años, el profe no me quería meter porque estaba muy chico, pero un día me dio la confianza y me acuerdo que debuté con un gol y como siempre, se lo he dedicado a mi mamá y papá”, expresó.
Para el siguiente torneo ya con un poco más experiencias y trabajo, al mando de Héctor del Ángel recibió la oportunidad de ser título en casi todos los partidos, anotó un total de siete goles en torneo regular y dos más en la liguilla.
“Me dieron la playera con el número 10, me sentía soñado, jugué toda la temporada, jugamos la final contra América Manzanillo, perdimos pero pasamos a la segunda”, recuerda. Pero ese sería otro problema para él, ya que con 15 años, jugaba ante rivales de hasta 25 años, “no nos fue bien, yo no jugaba, estaba muy chico”.
Tras los malos resultados, Sergio Lira llegó a la dirección técnica, entrenador que se animó a ponerla en la Segunda División con 15 años y en su debut, de nuevo brilló, “me dio la confianza y dijo que me metería en un partido, yo siempre bromeaba con él, ‘métame profe, voy a meter gol’ y ese juego me metió y anoté gol”, detalló.
El largo camino
La calidad de Víctor era mucha y junto a varios compañeros decidió probar nuevos niveles, en ese entonces, en el 2011 aún existía el San Luis de la Primera División, por lo que se animó a ir a hacer pruebas, aunque tuvo que pasar primero sobre el amor de la madre, que no quería dejarlo ir.
“Mi mamá no quería dejarme ir, tenía miedo porque decía que no terminaría la escuela y todo eso, pero mi papá fue más accesible y finalmente se animaron y dejaron ir”, declaró.
Las pruebas fueron todo un éxito, ya que destacó como lo ha hecho en los momentos importantes, en donde debe hacerlo, “fui a las pruebas con uno de mis mejores amigos Pedro Vargas (ahora en la Jaiba Brava) que ahora está en la Jaiba, nos fuimos con un tío, a mí me fue muy bien, metí dos goles y ahí fue donde me dijeron que me quedaba”, dijo.
Primeros meses muy complicados
Como todo joven que sale en busca de sus sueños a temprana edad, sufrió. Víctor pasó noches de llantos, “me sentía muy triste los primeros dos o tres meses, extrañaba todo de mi casa, mi familia, amigos, a veces le decía a mi mamá que me quería regresar pero tuve mucha fuerza de voluntad, creo que me contagiaron mis papás pues ellos batallaban mucho en su profesión de jóvenes”, comentó.
Después llegaron los primeros ‘problemas’, la franquicia de San Luis se pasó a Chiapas, equipo el cual no lo quería liberar, Tigres era un equipo interesado en sus servicios, pero lo querían con su carta, no a préstamo. Tuvo que buscar cabida en la Jaiba Brava pero después logró conseguir su ‘pase’.
“Estuve un año en la Jaiba. Chiapas no me liberaba, después llegó gente nueva a la directiva de allá, hablé con ellos y les dije si podían darme mi carta, les dije que me las dieran por favor si no para que me pusiera a estudiar”, dijo.
“Me mandaron mi carta, yo ya iba a Veracruz, me había arreglado ahí, faltaban tres semanas para el inicio del torneo, Jorge Merino sabía mi situación, él le habló a Mario Lash, y después me llamaron, ‘¿cómo vas a ir a Veracruz? Vente al América, ya tengo tu carta escaneada’, me fui al América”, pronunció.
Peláez se ‘enamoró’
En sus primeros meses como azulcrema, Víctor no era titular y era un jugador de cambio, en momentos lo hacía bien, pero a pesar de ello no estaba en el once, pues bajaban jugadores del primer equipo.
Fue justo en un Clásico Nacional de la Sub-20 cuando se ganó toda la confianza, de la directiva encabezada por Ricardo Peláez y los entrenadores, “me acuerdo de un Clásico contra Chivas, bajó (Darío) Benedetto y él estuvo en mi lugar, íbamos 1-1, en el segundo tiempo entré, hice una buena jugada y pase de gol, después metí gol y otra vez di un pase de gol y ganamos 4-2”, puntualizó.
Tras esto, Peláez le dijo al técnico Israel Hernández, que porque no consideraba de titular a Víctor Rodríguez, “desde ahí me comenzaron a poner de titular”, declaró.
De la tristeza al sueño hecho realidad
Tras buenas actuaciones con el equipo Sub-20 y varios goles, en el 2015, llegó la oportunidad para mostrarse, esto un mes de octubre al mando Ignacio Ambriz en el estadio Azteca.
Un día antes recibió la noticia, en medio de una tristeza, pues después de entrenar con el primer equipo, algo que era normal para muchos de los jugadores de la Sub-20, no se vio en la lista del siguiente duelo de su categoría, “me sentí triste porque pensé que había jugado mal”, detalló.
Pero la sorpresa llegaría minutos más tarde, cuando “salí de vestidores, estaba afuerita de la cancha, y llegó Mario Hernández Lash, y me dijo ‘¿cómo te sientes?, mañana con todo y si tienes chance pues a darle, tú disfrútalo y hazlo bien, vas a salir a banca con primera’, yo no entendía, ya me comentó que iría al primer equipo en banca, yo me sentí muy feliz”.
Mucho sentimientos llegaron a su mente, hasta lágrimas, pues es algo que buscaba desde siempre, “lo primero que hice fue hablarle a mis papás, la verdad sí lloré, yo creo que ha sido lo mejor que me ha pasado futbolísticamente”, confesó.
“La noche de concentración no pude ni dormir, me tocó con Güémez, estaba muy ansioso. Cuando llegas al estadio, escuchas la gente en el vestidor, me puse ansioso por salir, en la cancha ya dejas de pensar en eso, te concentras”.
Llegó el momento
Durante el partido, pasaba por su cabeza que no iba a jugar, pues perdían 1-0 y el cronómetro marcaba ya 80 minutos, pero el destino y Dios le sonrieron; Oribe Peralta cayó lesionado y pidió el cambio.
“El profe Nacho me habló, ‘hey tú’ yo hasta volteé para atrás, ‘¿yo?’. Corrí y me apuré para entrar, el balón no salía, estaba desesperado, fue a los 89 cuando entré, me acuerdo que me vi en la pantalla, lo disfruté, es una sensación muy buena, disfruté mucho ver a mi familia disfrutar de la misma manera que yo”, sostuvo.
La actualidad
Tres años después de su debut, Víctor Rodríguez sigue con la misma ilusión y emoción de jugar al fútbol, lo disfruta como nunca y busca con mucho trabajo, mejorar día a día.
“Estoy muy feliz con lo que hago, tengo la confianza en la segunda división de América, pero no pierdo la ilusión de estar en el primer equipo. Una de mis metas es consolidarme en una de las ligas principales de México o extranjero, sueño con estar en Europa y representar a mi país”.
El fútbol le ha ayudado
No sólo en vivir experiencias únicas como su debut en Primera División, viajes y conocer a muchas personas, el fútbol para Víctor Rodríguez le ha ayudado a ser mejor persona y madurar mucho.
“Me ha ayudado a valorar mucho las cosas, a veces el que menos tiene es el que más da. Me considero una persona responsable y que disfruta el día a día de la vida, emocionalmente me he hecho fuerte”, destacó.
Dedicado a sus padres
Los grandes momentos que ha vivido y sueños cumplidos, sin duda son y serán dedicados a su familia, amigos, “principalmente a mi padre que ahora falleció hace dos años, soy lo que soy gracias a él”, finalizó.