Cada candidato debería contratar, y pagarle por adelantado, desde antes de que inicie su campaña a un ‘hijo de la chinchada’ que se atreva a decirles sin matices lo que ocurre en su entorno, cómo los ve la gente, lo que dicen de ellos y fríamente las consecuencias de sus actos, una especie de ‘aguafiestas’ que prevenga que los señores y señoras adopten la personalidad de semidioses, adonis, iluminados y comiencen a ser dominados por la soberbia.
Así es mis queridos boes, esa, la soberbia ha sido la asesina de prometedores proyectos a alcaldías, gubernaturas y hasta presidencias de la República, esa fue la enfermedad cuyos síntomas comenzaron a aparecer el domingo en el candidato de Morena Andrés Manuel López Obrador, mal que sino lo paran a tiempo cobrará en él una víctima más.
Ensoberbecido, AMLO se presentó al debate sin preparación, sin respuestas, sin actitud, armado solo con las cifras de la encuesta de REFORMA que le daba (habrá que ver la siguiente) como inalcanzable.
El resultado del debate ha sido ampliamente conocido y vuelto a debatir: El Peje perdió el primero de tres rounds, se vio débil, desencajado, viejito, muy lejos de lo que debe ser la imagen de un presidente.
Es la soberbia, esa que antes vimos cómo hizo perder estrepitosamente a Baltazar Hinojosa en Tamaulipas ante Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
Porque afectado por ese mal y sin quien le diera la píldora que lo curara, el entonces candidato del PRI al gobierno del estado se aisló de los que para su séquito no eran
dignos siquiera de cruzar palabra con él, no escuchó a los que palpaban en las calles del Estado el huracán que se dirigía hacia su torre de papel china y el día de la elección la derrota lo despertó intempestivamente.
Baltazar, decían hasta los propios priistas, recorría Tamaulipas como candidato, pero con actitud de gobernador inalcanzable, intocable. No se tomó nunca la pastilla contra la
soberbia que contagió a su pequeño e inviolable círculo de iluminados.
Las consecuencias son de todos conocidas, se fue del estado creyendo que todos lo traicionaron, dejó tras de sí a un partido que casi dos años después está sin pies ni cabeza y en la antesala de quedar en tercer lugar de la elección del julio que se acerca.
Pero el recuento viene a cuenta, porque hay en Tamaulipas síntomas del mal (de la soberbia) en varios candidatos a las alcaldías que podrían correr la misma suerte que Baltazar, la misma experiencia que AMLO en el debate.
Hoy hay varios personajes que tampoco escuchan, que fueron convencidos por ellos mismos que por obra y gracia de su ‘carisma’ el pueblo los debe votar y creo hasta suplicarles que nos gobiernen.
Es cierto, hay candidatos a las alcaldías, azules y hasta del guindo Morena, que han sucumbido ante el canto del alineamiento de los poderes económicos, de ‘líderes’ sociales y hasta de otros poderes que les han convencido de que el pueblo los ama, el pueblo los reclama y que tendrán que ‘sacrificarse’ como presidentes municipales los próximos tres años y tres más porque están dispuestos al ‘sacrificio’ de la reelección.
Les hace falta el aguafiestas, el ‘hijo de la chingada’ que les despierte del ensueño color de rosa que les ha pintado su séquito, para entender que el alineamiento de las élites económicas y las otras no es necesariamente el alineamiento del pueblo.
Tendrían que convencerlos de que la elección que enfrentan es quizá la menos predecible, la más competida, la más vigilada.
Habría que hacerlos entrar en razón y bajarlos a ras de tierra para que entiendan que no habrá victoria sino se ganan a los de hasta abajo, a los miles que no gastan su ocio en los clubes campestres, ni batallan para decidir con el menú de los restaurantes de cinco estrellas, o viven con la preocupación de sus hijos estudiando en el extranjero o viajando por el mundo.
Ahí afuera, señores candidatos, habría que enseñarles, hay un pueblo a la espera de compromisos, un pueblo cada vez menos manipulable, cada vez más crítico, pero sobre todo cada vez más insurrecto ante el sistema, los sistemas.
Por eso, el que hoy, ya tocado por la soberbia crea que a poco más de dos meses de la elección ya ganó, habría que internarlo y someterlo a una terapia de shock por las calles más pobres del pueblo que pretenda gobernar a ver cómo le va.
Es un mensaje a tiempo, no hay nadie seguro de ganar, porque la elección federal influirá inevitablemente, porque los alcaldes por decreto o por derecho de insistencia son cosa del pasado.
Buscan 7 mil policías…
Me dio gusto ver que en el comentario de ayer sobre que los sueldos de los policías de Tamaulipas son los más competitivos para una corporación estatal recibió muchos comentarios positivos.
Porque hay que reconocer que ante la crisis que ha vivido la entidad en el tema de la inseguridad, el enlistarse a la Policía Estatal Acreditable, lo que significa pasar toda
una serie de pruebas de confianza y demás, es poco menos que un acto heroico.
Insisto en lo que ya he dicho, hay que aplaudir que el gobierno de Francisco Javier García Cabeza de Vaca haya dignificado esa profesión con salarios dignos que rebasan los 15,900 pesos mensuales, hasta 35% más que el promedio en el país.
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