1.- El debate comenzó el péndulo negativo de Andrés Manuel López Obrador. Era obvio, a pesar de que se escribió que los debates por televisión eran negativos al tabasqueño no sólo por su impericia en el manejo de medios en pantalla, sino por su arrogancia de sentirse imbatible. De nueva cuenta no se preparó y resultó dañado.
2.- López Obrador es un seductor de masas militantes favorables y ante ellas tiene la habilidad para encender pasiones, victimizarse y manejar estados de ánimo. Pero en el debate descuidó la imagen personal, nunca ha entendido que en la pantalla chica dice a veces más la imagen que las palabras y se olvidó que las cámaras graban todo, hasta su salida furtiva, solitaria, cabizbaja, el pelo cano brilloso, envejecido.
3.- Ricardo Anaya, en cambio, supo capitalizar su imagen, su verbo, su rostro, su juventud. Margarita Zavala de Calderón se vio histriónica, de atril de media training (método de entrenamiento) sin procesar en el traslado de ejercicios a la realidad. El Bronco capitalizó su rancherismo y Meade… siguió sin encontrar su espacio.
4.- Algo le pasa al PRI y a Meade. Luego de críticas del presidente Peña Nieto contra su propia estrategia de seguridad –sonó como a autorización a que el candidato del PRI usara esa línea discursiva–, Meade se colgó del tema para deslizar con miedo que habría cambio de políticas de seguridad. Sin embargo, el mensaje se perdió en la tibieza. Lo mismo ocurrió con la afirmación contundente de Meade de que en su gobierno “no habrá estafas maestras”, pero se quedó en una frase perdida porque el PRI, Meade y Los Pinos como que tuvieron miedo a proyectarla, quizá porque hubiera llevado a exigir castigo a los altos funcionarios involucrados en esa denuncia de corrupción escandalosa.
5.- Los primeros días de la semana 4 hubo análisis que sugirieron que la alianza PRI-PGR-Pinos podría buscar contactos con el panista-perredista Ricardo Anaya porque el candidato oficial definitivamente no crecería, pero de nueva cuenta soltaron desde la PGR más líneas de investigación contra Anaya.
6.- En algunos círculos políticos comenzaron a hacerse algunas corridas exploratorias respecto a que la posibilidad o no de que la anulación judicial de Anaya pudiera llevarle votos al PRI, pero los primeros indicios volvieron a reconfirmar que el voto por Anaya y López Obrador es de repudio al PRI y de castigo al presidente Peña Nieto: si revientan a Anaya no habría un reacomodo de votos al PRI.
7.- El grado de nerviosismo de López Obrador se comprueba por su triunfalismo discursivo: luego de un video mal asimilado en las redes diciendo que había ganado el debate, pero en medio de una avalancha de videos, memes de su derrota, percepciones, encuestas favorables a Anaya, el tabasqueño dijo que por el debate había subido su tendencia de votos de
42% a 52% y que llegaría a 74% el primero de julio.
8.- El rumor de la semana 4: López Obrador no asistirá al segundo debate y se hará la víctima.
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@carlosramirezh