¿Dónde están los Jóvenes Ajefistas y Esperanza de la Fraternidad Universal, de Llera?
¿Dónde está la masonería de mi pueblo?
Tal parece que se olvidaron de la institución y, hoy, los liberales pasaron a mejor vida.
Antes era una institución de hombres, mujeres y jóvenes, que donde quiera destacaban y participaban en los eventos públicos y sociales de Llera; incluso, se hacían presentes en los eventos políticos, no solamente en la cabecera municipal, sino en varios puntos geométricos de Tamaulipas, además de organizar concursos de oratoria y designar la reina del pueblo.
El discurso oficial en cada uno de los eventos públicos, estaba a cargo de la Logia José de Escandón y Helguera.
Hoy, sólo el recuerdo queda y, cuando se hacen presentes, es de mera casualidad y compromiso, pues es para no pasar desapercibidos y decir, estamos presentes.
Pero de ahí, no pasan.
Por lo tanto, pregunto: ¿Dónde está la masonería de hoy y quién es su dirigente actual?
Si alguien pudiera responder este cuestionamiento, mucho se los voy a agradecer.
A propósito…
Hoy es veintitrés de mayo, ‘Día del Estudiante’, por lo tanto, permítanme saludar a todas y todos, sin excepción, esperando que lo disfruten bastante bien y cumplan sus
buenos deseos.
En mis tiempos, allá por los años cincuenta e inicios de la década de los sesenta, del siglo pasado y, con un mes de anticipación, realizábamos una justa electoral interna a nivel escolar, donde recorríamos salón por salón y presentábamos a nuestra siempre hermosa candidata, para que en votación secreta, fuera electa ‘Reina del Estudiante’.
La competencia, generalmente se daba entre tres hermosas jovencitas, una de secundaria, otra de preparatoria y, la tercera, era normalista, pues el centro escolar donde estudiábamos, contaba con secundaria, preparatoria y una normal para maestros.
Los directores, eran los maestros José y Raúl García.
Entonces, a la escuela se le reconocía como la ‘Casa Máxima de Estudios del Estado’, hasta que llegó la Universidad de Tamaulipas, que nos arrebató la primicia.
Las orquestas que se contrataban para amenizar el baile, generalmente eran la de Nacho Zamora y la de Pepe Jiménez; iniciaba a partir de la ocho de la noche, para concluir a la una de la mañana del siguiente día, en los amplios patios de la entonces escuela, Del Ocho Matamoros.
La coronación de nuestra reina, siempre estaba a cargo del director de la escuela y dentro del edificio escolar, que se ubicaba entre el siete y ocho Matamoros, de la ciudad, Capital del Estado.
No se vendía cerveza, ni bebida alcohólica alguna, aunque no faltaba uno que otro que a escondidas metiera una botella de vino y, en los baños, nos aventábamos nuestros buenos sorbos de tequila o brandi, acompañado de un cigarrillo de las marcas Montecarlo, Delicados o Argentinos. El wisky, todavía no se acostumbraba en el ambiente estudiantil.
No había pleitos y todo terminaba en santa paz, razón por la cual, la sociedad y autoridad municipal asistían, previa invitación, pues esta última, era la que tenía que cubrir el costo de la orquesta.
Nuestra reina, acompañada de su chambelán, hacía su entrada al recinto y, después de su coronación, era quien iniciaba el baile que concluía el primer vals, con un fuerte aplauso de la concurrencia, a la que asistían además, lo más granado de la sociedad victorense.
A partir de ese momento, se iniciaba el gran baile del estudiante.
A propósito, sólo había dos bailes de importancia al año: el de la coronación de la reina y el de graduación, donde era obligado vestir de traje y corbata de gala, aunque también destacaban los de la escuela de Tamatán y La Industrial, que se llenaban de gente, pues estos eran sumamente atractivos . Eran bailes, no ‘chingaderas’.
!Qué tiempos aquellos, Señor don Simón¡
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE