Era la hora de comer uno de esos días del 2010, sentado en el emblemático Porvenir devorando una jaiba a la Frank con tortillas de queso mientras salía la negrilla al mojo de ajo, escuché un pronóstico que en mis piensos cambié por una sentencia, Miguel Manzur Nader y un pequeño grupo de juniors porteños daban por descartado que el entonces candidato del PRI a la alcaldía de Tampico ganaría de calle: “esta campaña es por la gubernatura” aseguraba sonriente uno y los otros ya se veían en el mando estatal, yo
advertí para mis adentros: van a perder por adelantados.
Así es mis queridos boes, no es que en aquel 2010 tuviera dotes de adivino, como no los tengo ahora, pero Miguel Manzur Nader perdió de fea manera la alcaldía que obtuvo por primera vez Magdalena Peraza Guerra.
Por aquellos meses, entre la primavera y el verano del 2010, Manzur Nader flotaba en una burbuja que le habían construido desde el PRI estatal de Ricardo Gamundi Rosas y de Eugenio Hernández Flores.
La costumbre era que el candidato del PRI casi siempre ganaba y que no había que hacer mucho esfuerzo para que eso ocurriera.
El candidato tampiqueño, de sangre libanesa, frecuentemente faltaba a sus citas con organismos y líderes gremiales y sociales, muchas más cancelaba recorridos, no le gustaba el sol, no le gustaba mucho estrechar la mano sudorosa de los que en las colonias huelen a pobreza y quieren abrazo y beso.
Y así, las semanas de aquella campaña se fueron consumiendo, él y los suyos ya se veían construyendo desde la alcaldía de Tampico el proyecto para la gubernatura.
Pero el 4 de julio de ese 2010 por la tarde noche el sueño de Manzur Nader y sus cuates se había caído a pedazos, el 1 de enero del 2011 Peraza Guerra iniciaba su primer gobierno.
A Miguel Manzur le pasó en el 2010, lo que le puede estar sucediendo hoy a algunos candidatos a alcaldes de Tamaulipas: dan por descartado que van a ganar, creen que el pueblo los reclama como sus gobernantes, pero, igual que el ejemplo de arriba ya les queda chico el palacio municipal y ni siquiera lo han ganado.
No han pasado dos semanas de la campaña, les falta aún más de un mes y ya hay quienes se cansaron de los saludos, de las citas, de los abrazos. Se sienten acosados por quienes tienen el poder de convertirlos en alcaldes o en frustrados aspirantes a ese honor.
Es cierto, no debe ser fácil para esos personajes acostumbrados a la vida sibarita de mirreyes que el poder económico les ha permitido tener que departir en las barriadas donde habitan los que cuando mucho podrían ser sus empleados.
Y por más cómodos sus zapatos o tenis Ferragamo, el polvo, el sol a plomo, la música grupera a todo volumen, no es a lo que están acostumbrados en sus fincas, en los clubes, en sus negocios.
Y es que, por más intentos que hacen sus cercanos colaboradores para retirarles a los que, bañados en sudor por las horas de espera en los mítines y recorridos, éstos se les lanzan en demanda de soluciones ‘menores’ como un trabajo, una despensa, justicia para un familiar, medicina para un enfermo o la mejora en los servicios públicos y eso los
agota, los fastidia.
“Ya quisiera que fuera 2 de julio” me dijo alguno de ellos, que para librarse de los ‘pedigüeños’, de los acosadores, de los que todo quieren que les solucionen, de los periodistas.
La triste noticia para los que, a pesar de ellos mismos, van a ganar, es que cuando sean alcaldes no se van a librar de nada de lo anterior, al contrario esos que hoy se les cuelgan del cuello, los que se les prenden del cachete y les embarran de sudor con olor a pobre, los van a perseguir por tres años más, igual que los periodistas.
Pero además, a esos que hoy los acosan, se van a sumar los que no creen que van a ganar y andan con los de enfrente, porque por si lo olvidaban también de ellos serán alcaldes y también a ellos van a tener que darles soluciones.
Insisto, si a menos de dos semanas de la campaña, ya se sienten ganadores, ya están hartos de besos, abrazos y peticiones, bien les haría recordar la experiencia que vivió en el 2010 Miguel Manzur Nader, aprender de ella, sino lo hacen podrían convertirse en más botones de muestra de que la soberbia, dar el paso dos sin el uno, puede ocasionarles un tropezón del que pocos se levantan.
Mante y Reynosa…
La zona cañera y el grande de los municipios fronterizos viven días difíciles con el tema de la inseguridad, de Mante la empresa Lala decidió irse y Reynosa parece de balaceras y persecuciones.
Por eso ayer el gobernador en su gira por Matamoros abordó la situación, dijo que ya se están tomando medidas para ambos casos, confió en que la empresa lechera regrese a Mante.
Al mismo tiempo el Grupo de Coordinación Tamaulipas ya diseña un cambio de estrategia para atender de manera integral lo que ocurre en esos dos municipios, informó el procurador Irving Barrios. Estaremos atentos.
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