En la hipocresía de sus discursos todos los candidatos a la presidencia de la República, gubernaturas, alcaldías, senadurías y diputaciones insisten en prometer seguridad y paz, pero en la práctica me queda bien claro que se la han pasado fomentando la violencia, esa que desde que comenzó la campaña ha dejado 156 muertos relacionados con la lucha por el poder político, por los presupuestos pues, por su dinero y por mi dinero.
Así es mis queridos boes, el último de los muertos fue el candidato a diputado federal por Coahuila, el ex alcalde de Piedras Negras, Fernando Purón acribillado cuando salía de un debate.
Las cifras de sangre de esta campaña, condenada ya la más violenta, la más sangrienta, indican que hasta el 9 de junio iban ya 112 muertos entre los candidatos y 44 víctimas mortales más entre los familiares de candidatos o funcionarios que tienen que ver con los mismos.
Pero cómo no entender la violencia política que ha enlutado decenas de familias en el país y que ha truncado, obviamente, carreras políticas y desmembrados grupos completos, cuando escuchamos, leemos y vemos cómo se tratan los candidatos uno al otro.
Ayer mismo, en Monterrey en el debate que organizó TvAzteca Noreste todos fuimos testigos de las amenazas del tipito apodado Pato Zambrano, candidato de la coalición que encabeza MORENA contra uno de sus oponentes en la lucha por la alcaldía.
La gresca que protagonizó el candidato del partido de Andrés Manuel López Obrador se dio casi al final del debate, en el mensaje de despedida, cuando éste recriminó el formato a la televisora y señalar que Enrique Barrios, el candidato independiente se había metido con su padre.
“Lo que sí sé es que este cobarde asqueroso (para entonces ya se jaloneaba con Barrios) , se dedicó a hablar de mi papá”.
“¿Qué vas a hacer?”, le respondió Barrios, ex panista por cierto.
Y entonces vino la amenaza del ex participante en una de las temporadas de Big Brother: “si tú vuelves a mencionar a mi papá, a quien amo con toda mi vida, te parto tu madre, ratero asqueroso sinvergüenza… que esté mi papá aquí para que se lo digas en su cara, poco hombre”.
Pero lo mismo hemos oído de López Obrador cuando les dice a los del PRI y PAN, bueno a los primeros ya no tanto: mafia del poder, viles ladrones, puercos, marranos, cochinos, vende patrias, rateros.
Igualito se ha expresado José Antonio Meade cuando cita a Ricardo Anaya como ‘vulgar ladrón’.
O a las huestes de Anaya cuando en busca de desacreditar a los morenos les dicen Pejechairos y demás linduras.
¿Hasta dónde los propios candidatos han motivado la violencia que ha terminado con la vida de más de 150 personas en las campañas electorales?, ¿qué calidad moral tienen como para exigir un alto a la violencia cuando ellos con sus discursos y declaraciones a la prensa parecen propiciarla?.
No creo que ninguno de los candidatos tenga la suficiente conciencia para entender que lo que están lanzando a las calles, a través de los medios y en sus mítines, son llamados de odio que solo justifican la violencia que se ha generado en el país en torno a las campañas.
Lo más grave es que, pese a que no es el deseo de los pacíficos, la lista de muertos en el contexto electoral no ha llegado a su fin, porque estamos por comenzar la recta final de la campaña y con ella llegarán los que pueden ser los peores días en la cuenta de sangre.
Porque los que buscan el poder parecen estar dispuestos a todo por el todo, porque no veo a ninguno de ellos intentar apaciguar el fanatismo que les acompaña en sus equipos, porque las ofensas ya han ido demasiado lejos y porque no hay un liderazgo nacional capaz de llamar a la cordura y que sea atendido.
Hoy los candidatos presidenciales vuelven al debate, lo harán por última vez antes de la elección y no veremos grandes cambios. Porque ahí estarán las amenazas de cárcel para Enrique Peña Nieto, los señalamientos de lavador de dinero para Anaya, los de omiso para José Antonio Meade y los del pacto con la mafia hacia López Obrador.
Rateros, corruptos, cómplices, mafiosos, retrógradas, serán lo menos que vamos a escuchar en las pantallas, en una violencia que los personajes que los escupirán, como lo han hecho desde que comenzó la campaña, no quieren entender que acá afuera en las calles, en los barrios, en los centros de trabajo se convierten en caldo de cultivo que amenaza con desatar la violencia generalizada que podría terminar en una tragedia mayor antes o después del 1 de julio. México no los merece.
Comentarios:
meliton-garcia@hotmail.com
Twitter: @melitong