* El columnista es autor de las novelas: “Érase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo”, además, Premio Nacional de Periodismo 2016.
Es indudable que México vive la alborada del cambio o mejor dicho, el inicio de su transformación, pero no se debe a la influencia de quien probablemente resulte próximo presidente o al partido que lo abandera, sino a la evolución natural de la conciencia social.
Cierto es que las mayorías encontraron el conducto que responde a la búsqueda de mejores condiciones de vida, pero ni tal organización surgió por generación espontánea, ni el
personaje apareció como el milagro esperado.
La evolución civil es más compleja y ni siquiera depende de la actitud buena o mala de los gobernantes, sino de las expectativas que depara a una comunidad que debió transcurrir por décadas de marginación, olvido y humillación hasta llegar al momento en que simplemente, toma el mando de su futuro.
En este sentido, el escribidor considera que es tanta la fuerza social, que ni las personas, ni los grupos políticos cuentan como entes aislados. Son parte de la transformación, desde luego, pero no determinantes, toda vez que llegado el momento y, por efectos del mismo fenómeno, se convertirían en piezas intercambiables.
El desarrollo de la conciencia civil, se fue dando poco a poco. Quizá desde que los gobernantes dispusieron a su antojo del patrimonio de todos, sea desde el arribo de la tecnocracia al poder. Hubo débiles reclamos contra los gobiernos con tendencias entreguistas al FMI y al gran capital nacional e internacional, a partir de Miguel de la Madrid, pero fueron protestas sordas, sólo de sectores avanzados, que entendían de qué se trataba.
Desde entonces, el sentimiento nacionalista fue tomando vida, hasta alcanzar el grado de soberanía que observamos. En el camino aparecieron grupos que interpretaron parte de la transformación, sin mayor éxito, como la corriente democrática del PRI que originó el PRD y líderes como Cuauhtémoc Cárdenas, que no dimensionaron la importancia de los tiempos que llegaban. (Y creo que el hijo de Tata Lázaro, aún no los entiende.
LAS VIEJAS ESTRUCTURAS
Aunada a la convicción popular de que el país era saqueado en lo material, creció la idea de que políticamente estaba siendo castrado por grupos de interés que controlan los partidos tradicionales.
En este caso, los usureros de la república no tienen derecho a llamarse sorprendidos por lo que está sucediendo.
¿Qué va a pasar con el PRI, PAN, PRD?. No lo sabemos, sin embargo, lo más probable es que pasen a formar parte del catálogo de especies en extinción. Y no es broma, sino algo lógico en una nación cuya regeneración podría iniciar desde el día en que las autoridades reconozcan y den por válido el triunfo del partido y el candidato respectivo.
México cambia desde hace años y sólo las élites del poder político y económico, no se dieron cuenta. Por ello les extraña que los electores en potencia, renuncien en este proceso a la tradición que les mantiene cautivos. Es decir, a la reelección del sistema que sólo corresponde a los vicios y excesos que han desprestigiado a nuestra nación ante el mundo-mundial. Lo mismo sucedió a las dictaduras del pasado, cuyos santones transitaban por la gran vía color de rosa, hasta que se toparon con la realidad.
Hay que considerar entonces, que las viejas estructuras caducaron y lo que vive la república es una evolución natural, que tendría que darse tarde o temprano.
SUCEDE QUE
En medio de esta incertidumbre, la buena noticia es que descansamos del ruido electorero. La mala, es que de nueva cuenta se fueron a la basura miles de millones de pesos que
debieron ser canalizados a mejores causas y no a impulsar el negocio de la política.
Pero ya le digo, la esperanza es que esto también cambie hasta lograr que los partidos y sus candidatos solventen sus gastos y no sigan siendo apéndices del presupuesto social.
¿Y qué tal para empezar, la desaparición de los mentados (por las mentadas que reciben), diputados y senadores “plurinominales”?…la anterior fue promesa que quedó en veremos, por parte del actual régimen federal.
Por otra parte, una evidencia del subdesarrollo político que padecemos, es que las autoridades traten al ciudadano como irresponsable menor de edad, al imponer “la ley seca”, sin excusa ni pretexto.
La “raza” asegura que nada parecido se veía desde los tiempos en que la Santa Inquisición quemaba en leña verde a los herejes. Y pue-que haya razón.
Y hasta la próxima.