El reverendo Martín Luther King Jr, pronunció un discurso histórico el 28 de agosto de 1963. Con apenas 7 años, recuerdo haber escuchado que sus palabras causaron un enorme impacto en el mundo, porque se atrevió a destacar: “Yo tengo un sueño”, en el cual la gente de tez negra y blanca, pudieran convivir en armonía y algún día verse como iguales. Gracias a ese sueño, se logró reconocer los derechos civiles en los Estados Unidos.
Pedro Calderón de la Barca, hizo una apología del sueño en su libro La vida es sueño, donde en el final del primer acto del soliloquio de Segismundo reflexiona sobre su vida y la suerte que le tocó vivir. El poema termina definiendo lo que considera es la vida y los sueños:
¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Considerando que todos tenemos derecho a soñar, yo sueño con “Un México feliz”, considerando que la felicidad es la misión más importante que tenemos los seres humanos en el corto lapso que pasamos en la faz de a tierra, y que con gusto comparto:
“Sueño con un México fuerte, sostenido por su gente que sonríe alegremente cuando ve los amaneceres hermosos de nuestros cielos.
Sueño con un México radiante, viviendo su presente y seguro de su futuro.
Sueño con un México en paz, trabajando y dándonos la mano uno al otro.
Sueño con una nación unida en lo fundamental y crítica para avanzar.
Sueño con un México compasivo con los que menos tienen, dispuesto a compartir para acortar la brecha de la desigualdad.
Sueño con un México competente, competitivo y equilibrado en sus ingresos.
Sueño con un México vibrante, rebosante y oteando hacia el porvenir, con todos juntos imprimiendo nuestras huellas en el camino porque vamos hacia adelante.
Sueño con un país orgulloso de su mexicanidad forjada por sus ancestros.
Sueño con un México educado y respetuoso de su cultura.
Sueño con una república honesta, democrática y con instituciones fuertes.
Sueño con un México dispuesto a amar y proteger su riqueza natural.
Sueño que un día todos avancemos tomados del brazo y juntos construyamos el futuro que tanto anhelamos.
Sueño con un México entero, produciendo, exportando y creando empleos dignos.
Sueño con un México majestuoso, que ríe y sonríe porque va al encuentro del mañana.
Sueño con estrechar la mano de mi hermano mexicano y verlo a los ojos sin distingos.
Sueño con un México feliz”.
“Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad”, lo sostiene Antonie de Saint-Exupery.
Este primero de julio, al emitir nuestro voto, tenemos la oportunidad de continuar viviendo en un país que merece seguir avanzado en libertad.
Porque en verdad, “Sueño con un México feliz”.