Este es el día, llegó la hora. Los mexicanos vamos hoy a las urnas, con esperanza, pero también con enojo, emociones que hacen que converja la inmensa mayoría en un mismo camino, un camino de esperanza pero también con miedo y zozobra.
Son millones de ciudadanos que están hartos y dispuestos a llegar a darle un vuelco a su destino.
La nación es disputada entre quienes tienen la esperanza de una refundación del Estado y quienes temen que esto ocurra, vivimos el proceso electoral más violento que sólo tendría referente histórico si lo comparamos con la década de la postrevolución. Hoy en esta elección hay un enojo generalizado con nuestra realidad actual que se ha impuesto sobre el temor al cambio.
Anticipadamente se sabe quien probablemente será el próximo Presidente y no por la calidad de su campaña, ni la claridad de sus planteamientos porque es el mismo proyecto de país que ofrece desde hace doce años. Su arribo al poder se explicará por factores circunstanciales; por lo que ocurrió en esta contienda y por lo que no ha ocurrido en las últimas dos décadas en el país.
Sus contrincantes no supieron competir y el REFORMADO sistema político y económico de mexicano no supo echar a andar los beneficios de las reformas estructurales a tiempo.
Tuvimos un candidato más conectado con la realidad de Atlanta que con la realidad de su propio país, que arribó a la candidatura traicionando a todo aquel que le estorbaba, con una ambición desmedida por el poder, que llevó a que sus adversarios le descubrieran escándalos de corrupción.
Se le atribuyen manejos indebidos en la aprobación de los presuntos moches de las reformas constitucionales y al calor de la elección fue acusado de participar en triangulaciones internacionales para blanquear dinero de tal suerte que al concluir el proceso tendrá abiertas investigaciones en por lo menos 3 países.
El otro, José Antonio Meade, carga la lápida del Gobierno de PEÑA NIETO sobre su espalda, sus incompetencias para sacar este país adelante, los escándalos de corrupción, y un ejército de delincuentes de cuello blanco que han saqueado al país, y no obstante desfilan en pasarelas políticas y sociales luciendo la opulencia deslumbrante producto del saqueo millonario a la nación.
Estos dos personajes tenían mucho mundo pero les hacía falta México, ambos estaban desconectados de la realidad nacional y de las carencias del día a día. Ambos cometieron errores tanto de táctica como de estrategia, y por ello se encontraron siempre en un distante segundo y tercer lugar.
El otro candidato -Usted ya sabe quien-, suavizó su radicalismo y temperamento, se rodeó de un equipo que lo modera, lo explica, lo traduce, le lija las asperezas, lo vuelve más digerible. Tuvo la capacidad de convertir a sus enemigos históricos en aliados.
YA SABES QUIÉN es el mismo de 2006, conserva su mensaje, pero lo que antes parecía radical, ahora parece necesario. Lo que en 2006 producía miedo, ahora nutre esperanza. La mayor parte del electorado está con él por convicción y está dispuesto a apoyarlo, debido a que ha padecido y vivido en carne propia el azote de la inseguridad, el hambre, la corrupción, la inoperancia e indiferencia de los gobiernos en los últimos 24 años donde ninguno ha dado resultados satisfactorios al país.
Las élites políticas y económicas han sido indiferentes y ausentes, sin respuestas a los problemas apremiantes, a la disfuncionalidad de las instituciones, la corrupción, la pobreza lacerante, la desigualdad creciente, hirió de muerte al mítico dinosaurio priista al que se culpa de esta realidad.
La ciudadanía no tolera más que esa reducida élite siga cómodamente extrayendo rentas, repartiéndose contratos, privatizando lo público, asignando concesiones, distribuyéndose el erario, comprando posiciones plurinominales, elecciones, yates, ropa de miles de dólares, relojes que valen más que una casa, mansiones como la Casa Blanca, Ferraris, departamentos en Miami, Chalet en Suiza, etcétera, etcétera.
Todo esto mientras hay comunidades donde familias enteras no tienen qué comer, y la población adulta sale a ser explotada con un salario mínimo de 80 pesos al día, el cual no le alcanza para pagar transporte, y los suministros básicos para su familia, eso si no es víctima de la delincuencia en su trayecto a casa; miles de niños y ancianos que no pueden valerse por sí mismos son víctimas de abandono, por falta de políticas efectivas y aplicables para su protección, mueren por no tener qué comer ni medicinas para curarse, por ello México no soporta más tanto dolor y desigualdad.
YA SABES QUIÉN, sabe que la mejor política es la de la ira, votamos con el corazón o con el hígado, por eso la ira vende y clama que la élite, un 7% de la población, se adjudicó la riqueza de México, y la realidad le da la razón, un gobierno que gestó reglas manipuladas para beneficiar a los mismos de siempre y hoy tenemos un electorado furioso que rechaza una democracia simulada.
Los privilegiados nunca entendieron, no crearon riqueza para distribuirla mejor, no despolitizaron la justicia, no se preocuparon por la persistencia de más de 60 millones de pobres, no combatieron la corrupción, no hicieron más incluyente al sistema económico ni más representativo al sistema político. El resultado de no haber estado a la altura de atender y responder las necesidades de México es el empoderamiento de López Obrador, como la única esperanza en la que cree el electorado mexicano.
Hoy es día de votar. Usted no deje de ir a las urnas. Recuerde que está decidiendo su destino y que desde las ocho de la mañana que se abran las urnas, la moneda estará en el aire.