CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- A sólo 13 kilómetros de Victoria en el 160 de la carretera vieja a Tula, se ubica un verdadero santuario; no sólo por su valor religioso o por estar rodeado de la naturaleza, sino por su sazón a comida tradicional que se ha vuelto una tradición para cientos de ciclistas, motociclistas y corredores.
Al paso de los años “Gorditas El Santuario” se ha convertido en un parador turístico obligado para deportistas y familias, que ganó más notoriedad cuando se pintó de blanco en la pasada temporada invernal.
Como desde el inicio Minerva o Yolanda, como todos la conocen platica el origen de este singular comedor, el cual tiene dos décadas abierto al público.
“Inició porque mi hermano Celestino, que vendía elotes afuera del Santuario un día nos invitó a mi exesposo, a mi hijo y a mí para que viniéramos visitarlo y traíamos lonche para comer mientras estábamos aquí”
En una de esas visitas, hace más de 22 años, dos camiones se descompusieron, y al ver que las personas estaban varadas las invitamos a comer, platica.
“Al ver que teníamos comida comenzaron a acercarse y nosotros los invitamos a comer y me dejaban dinero. Así fue como comenzamos aquí; mi hermano Celestino inició y me invitó para que lo apoyara; sólo teníamos un techito con una lona”.
Sin dejar de amasar, Yolanda, emocionada, abunda en su relato.
“En aquel año de 1996 la carretera aún tenía mucha circulación, por ello los clientes habituales eran camioneros o personas que iban de paso. Pero la situación cambió cuando se inauguró la “Rumbo Nuevo”.
“Actualmente, dijo, mis principales clientes son; ciclistas, motociclistas, corredores, cuando hacen maratones me consumen algo, les hago paquetitos. Pero anteriormente eran sólo camioneros”.
“Hay como diez grupos de ciclistas que vienen seguido, en ocasiones se van a otras rutas pero regresan. Me gusta mucho las motos; muchos grupos de motociclistas también son mis clientes”.
Debido a su sabor y al hecho que el 90 por ciento de sus platillos son preparados con productos que ella misma siembra y cosecha, su negocio ha ganado reconocimiento y ha crecido hasta dejar el techo de lona, por un comedor modesto.
“Las verduras que cocino las siembro en el jardín, también el café lo tuesto y lo muelo además del maíz con el que elaboro mis gorditas y tortillas.
Al hablar de los platillos que ofrece, Yolanda detalla, siempre procuro verduras como; huitlacoche, calabaza, nopales, espinacas, rajas, pero la gente pide mucho la cecina a la braza, el bisteck ranchero, la salsa verde, el asado y el chicharrón.
Con estos guisos prepara las flautas, gorditas, almuerzos, carne asada, sopa aguada y menudo los domingos.
Tras 22 años en el negocio, su niño se convirtió en un hombre y tras haber crecido en la naturaleza le creó cierto rechazo por lo que le insiste que se regrese a Victoria y deje el negocio; sin embargo, es algo que se niega hacer.
“Aquí he encontrado tranquilidad y salud; estoy bien sana nunca me enfermo de nada y me gusta mucho la naturaleza, amo todo lo que tengo que ver con naturaleza. No me gusta estar en Victoria por que se siente mucha calor y vengo a cuidar mi sierra que no se lleven nada de aquí”.
Su gusto por la naturaleza es tanto que ha veces va y regresa caminando de Victoria hasta el lugar donde se ubica su negocio.
En ocasiones también he orientado a paseantes sobre los ríos y lugares atractivos de la zona.