Ahora la pregunta en Tamaulipas, es qué va a pasar con lo que queda del “viejo régimen”, el mismo que durante más de 80 años fue encarnado por los gobiernos priistas, con toda la carga de vicios y defectos que atrofiaron por lustros, la vida democrática local.
Se supone que esta octogenaria estructura de poder, fue casi liquidada el primero de Julio. Tal vez así lo crean muchos, pero para una gran parte de los observadores políticos la historia todavía no termina, porque es posible que lo ocurrido sea un simple fenómeno de mimetismo, que apenas alcanzamos a percibir.
Por los pronto, el futuro de los priistas que siguen en el PRI, es incierto y desventurado. Los que se fueron, casi todos se han guarnecido bajo la sombra de Morena o andan por ahí, disfrutando de la paga que recibieron en otras trincheras, por sus servicios.
El dilema existencial se reduce a una pregunta: ¿sobrevivirá el priismo como PRI o seguirá dando guerra enfundado ahora en la piel de Morena? Es difícil y prematuro encontrar una respuesta definitiva a la interrogante.
Probablemente la autopsia del PRI debe empezar revisando lo que queda del PRI, diezmado por la emigración a Morena, por el encarcelamiento de los ex gobernadores Yarrington y Hernández Flores y la huida masiva de sus más influyentes y adinerados personajes, sobre todo la última hornada de políticos, que hoy radican en San Pedro Garza García, en Polanco, en Querétaro o en Cancún y, que no quieren acordarse, ni que se acuerden de ellos en Tamaulipas.
La única figura priista aún visible, es la de Egidio Torre Cantú, quien reaparece solamente cuando tiene que cumplir órdenes que le giran desde Victoria o cuando se le ocurre que aún puede influir en la vida interna del priismo.
Egidio sigue pesando solamente -ojo-, como herramienta de mediatización del PRI y, no puede ir más lejos, aunque quisiera, porque está atrapado y maniatado por los excesos de algunos de sus ex colaboradores, que están en la mira de la Fiscalía Anticorrupción.
Quedan vigentes, pero con un poder limitado, personajes como Edgar Melhem, Yalheel Abdalá y unos cuantos más, pero el problema de todos ellos, es que no funcionan sin presupuesto ni padrinos. No son políticos todo-terreno.
Los alcaldes salientes conservan una estructura importante, pero no llegarán más allá de lo que sus cuentas públicas lo permitan. Saben que el terreno es resbaladizo y propicio para una caída brutal.
Y el PRI actual, también en Tamaulipas es una triste caricatura, un monumento a la mediocridad y al oportunismo, empezando con Checo Guajardo, eficiente sepulturero y vendedor de fiambres.
Entonces, lo único que les queda esperar a los priistas, es que surjan liderazgos emergentes que sean audaces, pero a la vez, cautos y astutos para no morir en el intento. Sus expectativas serían inciertas, pero tal vez logren algo en el 2019, cuando ya no estará en la boleta López Obrador.
Para rematar, no hay entre los viejos padrinos que durante años usufructuaron su asociación con el PRI, quien se atreva a invertir en lo que queda del viejo cómplice. Hace mucho que hicieron mutis personajes como Ramiro Garza Cantú, Abelardo Osuna Cobos, Sergio Argüelles y muchos otros que enriquecieron ellos y enriquecieron a los políticos priístas que les compartieron los privilegios del poder.
El priismo que se mimetizó y ahora está en Morena, es otra cosa que vale la pena revisar por separado. Se supone de ellos que son los ganadores…




