La histórica victoria de Andrés Manuel López Obrador en la elección de julio no lo ha vuelto infalible, su triunfo apabullante mucho menos lo volverá redentor, pero la conformación de un equipo capiroteado entre buenos expertos y corruptos probados sí lo puede llevar a convertirse en una decepción para los millones que votaron por él para echar de Los Pinos a ‘la mafia del poder’.
Así es mis queridos boes, no sé si el Presidente electo ya padece esa arrogancia exacerbaba que contagia el poder absoluto o el virus del autismo político lo ha hecho presa incluso antes de asumir oficialmente el mando.
Desde la campaña, incluso muchos de sus seguidores levantaban la ceja del asombro cuando el entonces candidato defendía con uñas y dientes a Napoleón Gómez Urrutia o Nestora Salgado, uno acusado de fraude millonario contra el sindicato minero y prófugo de la justicia, la otra señalada como presunta secuestradora; ambos cobijados por el arrastre de AMLO con fuero constitucional muy pronto.
Los simpatizantes críticos de López Obrador apretaban los labios y contenían el enojo, porque el objetivo principal era echar del poder al PRI y llevar al tabasqueño por fin a la primera magistratura, por eso incluso trataban de justificar los pactos con Elva Esther Gordillo y los maestros, hasta los de la CNTE, se trataba de ganar casi a toda costa.
El caso es que tras la elección, ya sin necesidad de tratos con personajes de dudosa moral, de probada corrupción, marcados por el escándalo, AMLO sigue con la misma tónica de acercarse a quienes con su simple presencia hacen dudar a propios y extraños de la sinceridad de su compromiso para acabar con la corrupción.
¿No les parece arrogante que López Obrador vaya a permitir que René Bejarano, el señor de las ligas, vaya a ser el encargado de organizar las estructuras para los programas del gobierno entrante?.
René Bejarano fue visto en cadena nacional batallando para guardar decenas de fajos de billetes producto de la corrupción entre el gobierno de la CDMX cuando era DF y el constructor Carlos Ahumada quien los entregó a los medios.
No solo fue Bejarano, pero ahora hablamos de él, porque ya hasta presume el encargo del próximo presidente de México: “Si nosotros queremos hacer de verdad los cambios, necesitamos desarmar las estructuras de corrupción, corporativas y delincuenciales y al mismo tiempo tenemos que armar una estructura”, dijo quien a todas luces dejó la vergüenza enterrada quién sabe donde.
Bejarano, hará desde luego buena mancuerna con Manuel Bartlett otro de los personajes hartamente criticados por su pasado corrupto, mancuerna que insisto puede significar el eslabón más débil del gobierno entrante y que puede terminar por romper su fortaleza.
El problema obviamente no son estos dos corruptos, ni los otros que se sumaron a López Obrador en campaña, sino el mensaje que quien los nombra y defiende lanza sobre el nuevo gobierno.
Porque insisto, a Bartlett su pasado le va a perseguir siempre, aunque un día el Papa Francisco lo nombrara Cardenal, su participación en el fraude de 1988 no va a desaparecer, ni las sospechas sobre él en el asesinato del periodista Manuel Buendía o su criminal omisión como Secretario de Gobernación durante los sismos de 1985.
Igual que de la memoria de millones de mexicanos se van a borrar las vergonzosas imágenes en que aparecía Bejarano embolsándose los fajos de billetes con los que extorsionaban a Carlos Ahumada.
Porque AMLO solo ganó la presidencia de la República, sí de calle, sí con un poder casi absoluto, pero no ganó el poder para desaparecer la memoria de todos los mexicanos, no obtuvo el don de redimir a tremendos corruptazos que ahora sabemos le acompañarán para que nos gobierne.
Creo que al presidente electo le hace falta al menos un asesor que le haga entender que gastar su bono democrático, ¿acaso los millones que votaron por él le otorgaron una licencia para organizar una pandilla?, claro que no.
Junto con la crítica he de reconocer que sus gestos de austeridad, no comprar autos nuevos, dejar de pagar prestaciones ofensivas a diputados y secretarios de estado, la iniciativa de bajar sueldos en general y la inclusión de expertos en algunas dependencias me ofrece plausible, pero creo que todos, simpatizantes o no, tenemos la obligación de señalar lo que creemos apunta hacia un gobierno que expulsa una ‘mafia del poder’ para encumbrar a otra mafia.
Lamento, además, que algunos fans de AMLO tomen las críticas como una ofensa a quienes votaron por él, señores Dios tiene críticos, ayudemos al próximo presidente señalando los errores, antes de que todos, fans y críticos paguemos por ellos.
¿Algún tamaulipeco al gabinete?
En la tómbola de López Obrador, por cierto, de la que salen los nombramientos para el gabinete que viene, no ha salido ni un solo nombre de algún paisano tamaulipeco. Ya casi quedan puros puestos de mediano nivel, esperemos a ver si cae algo.
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