¿Qué pasó con el turismo estadounidense que cruzaba Tamaulipas para internarse al centro de México?
“No lo sabemos pero poco a poco fue desapareciendo hasta quedar en nada”.
De repente como que los vecinos del norte perdieron interés en conocer México, cuando antes eran largas caravanas de turistas que a bordo de sus lujosos vehículos pasaban por Llera con rumbo al centro del país.
Todo eso poco a poco todo se fue perdiendo hasta reducirse a cero.
Pues bien, traigo a cuento lo anterior porque hace algunos días comentábamos en esta tribuna el interés que tiene la presente administración civil de Héctor de la Torre Valenzuela de instalar una tirolesa que partiendo desde el ejido La Angostura llegue hasta uno de los dos cerros que se ubican en el centro de la profunda y amplia hondonada que se observa bajando la bien llamada Cuesta de Llera.
¡¡¡Creo sería formidable aparte que vendría a convertir ese lugar en un importante centro comercial y turístico!!!
Por lo tanto invitamos a Héctor para que no le afloje y siga adelante con su fantástico proyecto turístico.
Por supuesto que la obra cuesta sus buenos millones de pesos pero aparte de ser redituables convertirían ese lugar en un importante centro turístico, único en México que sumado al río Guayalejo, la sierra y sus tradicionales y viejas cuevas harían de Llera un excelente lugar para convertirlo en un gran centro comercial.
A propósito, déjenme platicarles que siendo un niño de cinco años nuestro padre me llevaba rumbo a la Sierra Madre Oriental, lugar donde tenía un sembradío de maíz, para traernos varios bultos de este grano que sería para venderse en la tienda de abarrotes que tenía frente a la plaza, esquina Morelos con Canales.
La salida era a las cinco de la mañana y había que caminar como diez kilómetros a pie y veinte en autobús para vida de llegar al potrero donde la mañana la dedicábamos a tumbar la maleza y llenar bultos de mazorca para traerlas en burro hasta la orilla de la carretera y aquí tomar el autobús que nos regresaba a casa.
Esto ocurría cada fin de semana, por lo tanto no teníamos ni sábados ni domingos pues estos los dedicábamos a trabajar.
Salvo cuando llovía a madres pero si no había que limpiar los canales para regar la huerta, barrer y quemar la basura o agarrar la carretilla para irnos a la plaza a vender naranjas con chile. Total, todos los días era chingarle y chingarle sin quedarnos ni con un cinco de la venta.
Siempre fue así hasta que concluí la primaria para irme a Ciudad Victoria a estudiar la secundaria pero la condición era barrer la casa y la calle, hacer los mandados y llevarle de almorzar a su centro de trabajo los días que no teníamos escuela, incluso durante mi bachillerato y parte de mi profesional.
En fin, siempre fue así al grado que puedo decir tampoco una juventud completa.
Las mías fueron puro trabajo y esto me ayudó a concluir mis estudios profesionales, laboré primero en la Rotario Company de México, en Petróleos Mexicanos, después en Recursos Hidráulicos hasta establecer mi propia empresa de impermeabilización y finalmente meterme a dar clases de matemáticas, física y química en la preparatoria y más tarde en una profesional; en el periodismo estaré cumpliendo cincuenta y un años el próximo dos de noviembre.
Palabra que ya me siento cansado pues son miles y miles de páginas escritas durante miles de días, y lo peor es que así voy a seguir hasta que el Mezquite Gacho me dé la oportunidad de acompañarlo que supongo todavía pasará mucho tiempo para llevarme a su lado, mientras tanto y como decía mi amigo Lencho Quiroga, “¿qué te parece Othón si mientras, mientras, le ponemos a la otra?”…. Pues para adelante Mi Lencho de Oro.
Por supuesto el grupo lo integrábamos entre otros Chuy Castro Rodríguez, Poncho Gómez Urbina, Jesús Sepúlveda, Mario César González Obregón, Mario Perales García, don Francisco
Gómez Villarreal y otros más que escapan al recuerdo. Nunca hubo pleito en el grupo.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE