Estados Unidos.- Katie Stubblefield intentó suicidarse cuando tenía 18 años. El 25 de marzo de 2014, tras una serie de eventos desafortunados en su vida, la joven se dio dos disparos en la cabeza en su casa en Mississippi, Estados Unidos.
Katie no logró su cometido y su rostro quedó deformado por los impactos. Su visión quedó muy afectada, su cara estaba hinchada y le faltaban muchas partes, pero seguía viva.
Tres años después, a los 21 años, la joven se convirtió en la persona más joven en recibir un trasplante de cara en Estados Unidos. El trasplante, realizado el año pasado, restauró la estructura de la cara y las funciones de Katie, como masticar, respirar y pasar alimentos, que se perdieron por la grave herida.
La revista National Geographic le dedicó su portada de septiembre con el artículo “La historia de un rostro”, con el objetivo no sólo de contar la historia de supervivencia y superación de Katie y su familia, sino también para concientizar en torno al suicidio.
En los días anteriores a su intento de suicidio, Katie había sido sometida a una cirugía por problemas gastroinestinales y se había enfrentado a una ruptura amorosa. Además su mamá, Alesia, había sido despedida de su trabajo. Estas situaciones llevaron a la joven a intentar suicidarse.
No sabía qué era un trasplante de cara
Katie no recuerda nada de ese día trágico en el que perdió la cara y su vida cambió para siempre. Dice que tampoco se acuerda de gran parte de ese año, en que pasó de un hospital a otro y se sometió a múltiples cirugías.
Pero fue en Memphis, Tennessee, que sus padres, Robb y Alesia, escucharon hablar por primera vez sobre los trasplantes de cara.
“Hubo un cirujano traumatólogo de mayor edad que básicamente nos dijo: ‘Es la peor herida que he visto en su tipo’, y dijo: ‘Lo único que puedo pensar que realmente le daría vida funcional nuevamente es una trasplante de cara”, señaló Robb.
Katie también estaba muy confundida cuando escuchó la idea: “No tenía idea de qué era un trasplante de cara”, dijo.
Con información de Uno TV.