El 3 de julio ella fue a una junta a un corporativo. Al entrar dejó su credencial de elector, le dieron un gafete. Pero la junta se movió a otro edificio. Todos se fueron en un auto desde el sótano. Ella pensó en volver después por su INE. Nunca lo hubiera hecho. Ese día, hace mes y medio, incubó la pesadilla que la tiene con deudas por más de 400 mil pesos de dinero que ella no pidió y, por supuesto, no gastó.
El 5 de julio ella volvió por su credencial. Los guardias privados del edificio le dijeron que la INE se había extraviado. Nunca reconocieron su negligencia, y menos que son sujetos obligados, por la Ley de Protección de Datos Personales, al buen resguardo de ese documento de identidad. En ese momento parecía que la única lata de todo el embrollo sería solicitar una nueva INE.
Pero un mes después, mientras estaba de viaje, le llamaron de HSBC, su banco, sí, pero desde una sucursal que no es la suya: querían actualizar datos de algo que ella “había pedido”. “Les dije que no, que yo no había pedido nada”. Revisó su estado de cuenta y confirmó la nueva línea de crédito, pero en ceros.
Al regresar del viaje fue a la sucursal de HSBC y le enseñaron el documento con el que “ella” había tramitado más servicios en su banco. Era la copia de su INE extraviado.
Hasta ese momento, que fue el viernes pasado, su cuenta no registraba cargos. El lunes en el Consejo Ciudadano le informaron que debía denunciar, pero “solo” por usurpación de identidad y ante la Procuraduría de la Ciudad de México. Así lo hizo. Pero al llegar a su casa comenzó la verdadera pesadilla.
“Entré a mi historial crediticio: al lunes había 10 créditos en siete tarjetas bancarias y tres empresas, en 8 instituciones distintas, con mi nombre y RFC”.
A primera hora del martes fue a Condusef para presentar su denuncia. Amablemente le indicaron que tenía que hacer “un escrito de hechos dirigido a cada banco, y adjuntar copia de cada uno de esos escritos, por separado, a Condusef”. Y denuncia en PGR porque es ya un delito bancario.
En PGR no quisieron atenderla de inmediato porque ya tenía una denuncia en PGJDF. En PGJDF no quisieron ampliar la declaración porque tiene que pasar una semana antes de poder hacer ese trámite. En PGR, luego de implorar, le tomaron declaración.
“Cada banco tiene su propio procedimiento distinto para denunciar: en uno es por teléfono, en otro hay que enviar un correo con carta de hechos y documentación que soporte eso, y en dos hay que ir forzosamente a una sucursal (Famsa y Coppel). De los goles no bancarios (Sears Roebuck, C&A Bank Card), ni siquiera sé aún por dónde empezar, porque no son bancarios, eso hay que denunciar en Profeco”.
Cuando denuncias, Banco Azteca te pide entre 20 y 30 días hábiles para procesar tu queja. Pero si vas antes a Condusef que a Banco Azteca, entonces éste ya no responde.
El miércoles al revisar su cuenta de banco, la que sí es de ella, la que no le habían sacado fraudulentamente, “mi tarjeta de crédito decía que había solicitado 150 mil pesos. En mi sucursal me enseñaron la hoja que firmó la persona, viene mi nombre y mi firma. El cajero no se ‘percató’ de lo evidente de la diferencia entre firmas. Y de que no fui yo a tramitarlo”.
Cancelar tu INE depende de que saques otro INE. Pero la cancelación del INE extraviado sólo ocurre cuando te entregan, días después, el nuevo INE. Dicen que por teléfono también se puede cancelar. Ella reta a cualquiera a que lo intente para ver si encuentran amigable ese trámite.
En Santander no le dejaron cancelar la cuenta falsa porque no se pudo identificar con el candado biométrico: la voz registrada a su nombre es la de la defraudadora. Para Santander ella no es ella, pero la deuda sí es de ella.
En Coppel cotejan la huella digital del dedo índice, no del pulgar, que es la que aparece del INE. ¿Por qué? Ni idea.
Cuando estaba por terminar la columna, ella me habló: había encontrado un nuevo crédito por 80 mil pesos, ahora en Banamex. En total, ya tiene 14 deudas que no son suyas pero sí están a su nombre.
Tenemos 89 millones de tarjetas del INE que son, cada una, nos juran, infalsificables. Pero con una sola tarjeta genuina puedes, en cuestión de días, defraudar a todo el sistema, mismo que deposita en ti, la víctima, la carga de la prueba absolutoria: deberás recorrer procuradurías, organismos de defensa de consumidores y uno por uno de los bancos y empresas donde te inventaron megadeudas.
Y tú, ¿ya te acordaste qué hiciste la última vez que perdiste tu INE?.