El país está conmocionado, los últimos latrocinios que se han descubierto hablan -según dicen- de la decadencia que vive el país, y eso ha escandalizado y generado reacciones de reprobación en cadena.
A todos los niveles, pero sobre todo a través de las plataformas digitales, la furia social desató una implacable cacería de bandidos e inclusive se obligó a una de las máximas autoridades a poner su cara de baqueta en las redes sociales para defender su prestigio y explicarle al país lo que ha pasado.
La advertencia es clara: no habrá consideraciones para los culpables y nadie va a meter la mano por ellos. Ni perdón ni olvido, es la frase que podría resumir la advertencia que hizo el flemático personaje a través de Twitter y de Facebook, drenes por donde escurren los adjetivos más lapidarios que se utilizan para linchar a los acusados.
No se vale, dicen, es imperdonable y tienen que pagar su culpa los repartidores de Bimbo y Marinela que fueron videograbados y balconeados en el “feis” robando bolsas de gansitos, pingüinos, submarinos y paquetes enteros de roles glaseados. Al patíbulo, es el grito colectivo.
La osadía de los raterillos ha irritado al país y ha irrumpido en las primeras planas de la prensa nacional y en la tele.
¿Qué pensó usted, que nos referíamos a los otros ladrones que acaban de ser beneficiados con la magnanimidad de la PGR y de la Suprema Corte, cuyos fallos sí que huelen a perdón y también a olvido?
Estos son peces gordos de deveras. No se robaron un paquete de donitas ni de polvorones; saquearon miles de millones del erario público o de fondos sindicales que casi es lo mismo, y uno de esos personajes ya goza de su libertad y es reivindicada en sus derechos, mientras al otro le allanan el camino para ganar la calle en cualquier rato.
Es este último el caso del exgobernador veracruzano Javier Duarte. Sus abogados preparan los alegatos que permitirán a su cliente disfrutar de su libertad luego de que la PGR reconsideró y retiró la acusación más grave que lo tiene aún en prisión. Habrá que preguntar si el señor Procurador ofrecerá rueda de prensa para pedirle disculpas al ínclito veracruzano, casi elevado al rango de mártir.
Esa misma vara dobladiza de la justicia le ha permitido a la rozagante Elba Esther Gordillo -libre de toda culpa y beneficiada por la indulgente política de los tiempos nuevos-, prepararse para recuperar su trono en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Rejuvenecida y reanimada, está lista para la revancha y decidida a recuperar el poder que según ella, le arrebataron. La fortuna -sus mansiones, joyas, obras de arte y ahorros-, le fueron devueltas y es probable que pronto se les reaparezca a las sonrientes vendedoras de Neiman Marcus que, según ellas mismas confiesan, disfrutaron por años de las jugosas comisiones que les dejaba en sus visitas. Mientras tanto los pobres tipos del Bimbo entretienen al respetable con sus pequeños hurtos. Luego no digan que no existen las “cajas chinas”.
(Caja china: Un escándalo tapa a otro y cuando se desvanece se genera uno nuevo que mantiene el interés hasta lograr el objetivo… Una manera de distraer, llamando la atención a otra noticia que despierta más curiosidad o inclusive morbo pero de menor trascendencia).