Durante mucho tiempo, Jesús de la Garza Díaz del Guante, alias “Chuchín” supo sostener una fama de hombre recatado, su misma estampa proyectaba un aire de mojigatería y es harto conocido que pese a su condición de gris burócrata, para sobresalir mucho le ayudó su condición de leal feligrés y súbdito de la jerarquía religiosa local.
De él se decía que era un tipo muy capaz para los asuntos técnicos de la función pública, y su cercanía al poder de la sotana, adornada con ciertos aires de rancia aristocracia, hacían suponer a la mayoría que se trataba de un tipo honrado.
Eso y el desastre de la administración de Lety Salazar lo llevaron a cumplir su sueño accediendo a la alcaldía de Matamoros.
Pero desde entonces, todo ha sido una vertiginosa caída al precipicio del desprestigio.
Y va a terminar su administración, como la empezó, en medio de un caos financiero que lo ha llevado incluso a incumplir el pago de la nómina al personal municipal, y con muy fundadas sospechas de haber hecho sendos negocios con el dinero de los matamorenses.
Sólo así se explica su puntada de endeudar al municipio por 1,500 millones de pesos, a unos cuantos días de dejar la alcaldía.
El angelito quiere el dinero para dizque modernizar el alumbrado público de la ciudad; el problema es que la cantidad es tan exagerada que el alcalde electo ya advirtió que hará lo que sea necesario para impedir la ocurrencia de Chuchín, que implicaría para las finanzas municipales un pago mensual de 8 millones de pesos por 12 años.
El tema también está frenado en el Congreso de Tamaulipas, donde la bancada del PAN dimensionó el despropósito y le puso paños fríos al sueño guajiro del alcalde matamorense, que hacía palidecer todos sus otros escándalos.
Cómo olvidar la súper nómina que incluía una nutrida lista de asesores, compuesta por sus compadres y santones del priísmo local, a los que pagaba más que a cualquier funcionario municipal.
O las irregularidades en que incurrió al pagar las becas municipales que derivaron incluso en una investigación de la Auditoría Superior del Estado.
Y ni hablar del desgarriate que armó en la Dirección de Tránsito con todo un cuerpo de agentes “patito” infraccionando a diestra y siniestra sin estar autorizados si quiera para laborar en la calle como elementos viales.
Ya falta muy poco para que empiece el proceso formal de transición en los gobiernos municipales que a partir del 1 de octubre tendrán nuevo mandamás.
Acaso esa sea la razón por la que empezamos a ver intentonas tan penosas como la del alcalde del triple apellido. Y todavía está por verse qué pasa en otros municipios, por lo que los equipos de los futuros ediles deberán estar bien atentos a la letra chica para no terminar pagando los platos rotos de sus antecesores.
Sea cual fuera el destino final de Chuchín, sus 1,500 millones de pesos y el alumbrado más caro del mundo, el edil consiguió lo que se antojaba muy difícil, hizo añicos su reputación a tal grado que dejará la alcaldía con peor fama que sus antecesores. Y eso es mucho decir.