* El columnista es autor de las novelas “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo” y Premio Nacional de Periodismo 2016.
López Obrador está cierto de que el país está en bancarrota. Y si lo afirma es porque cuenta con la información necesaria. (Lo rancheros dirían que “tiene los pelos de la burra en la mano”).
Imposible que a dos meses y días de tomar posesión, ignore el estado que guarda la economía nacional y en general, la administración pública.
Y con mayor razón, cuando es evidente que el crecimiento y desarrollo ha sido casi nulo, y por lo tanto en perjuicio de las mayorías.
Sea desde que el neoliberalismo tomó el poder, aplicando fórmulas de pleno sometimiento al capital nacional e internacional adecuándose a la moda globalizante, cuyo único mérito ha sido crear pobreza entre los muchos y riqueza entre los pocos, sin importar el deterioro de la naturaleza y el exterminio de los más débiles.
Ya sabéis que en México fue a partir de Miguel de la Madrid y hasta la fecha, con clara tendencia hacia la corrupción e inmoralidad político-económica.
Y ni modo que sea invento.
Pero el supremo gobierno, al igual que la clase empresarial, niega que el desastre siga en caída libre. A pesar de los problemas de sobrevivencia que afectan al 70 por ciento de la población, 20 por ciento de la cual padece hambruna en grado extremo.
Y lo niegan porque funcionarios y dueños del capital han sido los principales depredadores de la riqueza social.
A lo anterior podrían servir de pruebas que algunos mexicanos se cuentan entre los más ricos, y que la clase política está considerada entre las más corruptas del mundo-mundial.
Al margen de que a diario surgen evidencias de que el sistema alcanzó el más alto grado de descomposición, es decir, sufre enfermedad terminal como resultado de sus propios excesos.
¿Qué tal con el descaro de Rosario Robles Berlanga (titular de Sedatu), sobre la que pesa una de las tantas sospechas, respecto de 700 millones en efectivo, distribuidos entre empresas “fantasmas” y los 4 mil y pico de millones cuyo paradero se desconoce?.
O, la inocultable protección oficial hacia el ex director de PEMEX, Emilio Lozoya, acusado de recibir sobornos de parte de la constructora Odebrecht. Mismo delito por el que recién en Argentina, a la ex presidenta Cristina Fernández le fue girada orden de aprehensión.
¿Le dice algo saber que el ex gobernador de Veracruz Javier Duarte (uno de los predilectos del régimen actual), es dueño de noventa elegantes casas-habitación?…¡Y las que faltan por descubrir!.
“LOS GANONES” DE LA DESGRACIA
José Antonio González, el secretario de Hacienda, estuvo presto a señalar que las finanzas “están sanas”, apoyado por los íconos del capital, Juan Pablo Castañón del Consejo Coordinador Empresarial, y el célebre Claudio X. González.
Estado y negociantes se unen en estrategia fallida para desmentir lo que sin duda les duele. Y es que funcionarios y empresarios, han sido los “ganones” de la desgracia del país.
Y por supuesto, no reconocen la bancarrota que sufre la república porque pretenden seguir hurgando entre sus escombros, hasta obtener los contratos de mayor ganancia y los favores en dinero contante y sonante que la república agradecida otorga a sus hijos consentidos.
Ellos, políticos y negociantes, son los responsables de la crisis de México al crear una larga cadena de complicidades y simulaciones que, denunciadas por AMLO, provocan escándalos y voces lastimeras de falsa inocencia.
Por su parte, los voceros del desastre anticipan el fracaso del nuevo gobierno, situados estratégicamente en las nóminas oficiales que les garantizan generoso bono “de marcha”.
SUCEDE QUE
Transcurren las semanas y los días desde que abandonó la prisión, y casi nada se ha vuelto a decir de Elba Esther Gordillo. Se calmaron los miedos oficiales respecto de su presunta disposición para retomar el mando del SNTE.
Mientras tanto, el magisterio se apresta a la revancha. No importan por ahora “las evaluaciones” cuando están destinadas a ser parte de la leyenda negra que resulta de la dichosa “reforma educativa”.
En este escenario la pregunta es válida, ¿desaparecerá el SNTE para dar lugar a una organización democrática con espacios para todas las tendencias políticas e ideológicas?.
En este sentido el escribidor apuesta a que el cambio será radical donde no necesariamente se requerirá la presencia de Elba Esther.
Sea que una nueva historia escribirá el magisterio nacional siendo el capítulo inicial, el rescate de su dignidad.
Y si no, pa’l baile vamos.
Y hasta la próxima.