Mientras más se acerca la asunción de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, más dudas se generan en torno a su futura administración.
Por lo pronto, para disipar versiones descabelladas divulgadas vía WhatsApp y Facebook, no estaría nada mal que el superdelegado José Ramón Gómez Leal tranquilizara a los tamaulipecos con precisiones sobre esas versiones perturbadoras que “anticipan” cómo integraría su equipo de trabajo.
Hay incertidumbre y desasosiego porque aunque todo indica que se trata de “fake news”, de repente crece la duda colectiva cuando se observa que quienes encabezan la Cuarta Transformación se distinguen por decir un día una cosa y otro día lo contrario.
El asunto trascendental que ha generado una avalancha de versiones encontradas en las redes sociales es la organización administrativa de su gobierno en las entidades.
Ya dijo el Presidente Electo que va a nombrar 32 coordinadores generales y que eso implicaría desaparecer las actuales delegaciones con fines de austeridad.
Pero luego, José Ramón, designado ya representante de AMLO, dijo que no era tan así: que no necesariamente iban a eliminar todo el aparato federal, sino sólo las oficinas más onerosas.
Sin embargo, mientras el JR se frota las manos por el super poder que planea concentrar y presume a quien lo quiere escuchar que por sus manos pasará todo el presupuesto para Tamaulipas, López Obrador ya les dijo a los gobernadores que ni se preocupen, porque el reparto de lana no va a ser muy distinto al actual.
Lo curioso, pero entendible, es que pese a que no tienen ni idea de cómo se va a conformar la estructura federal en el estado, sobran los personajes que intentan venderse como obradoristas de la primera hora, progresistas de toda la vida, fervorosos morenistas, para acceder al dinero público.
Seguramente de esas mentes calenturientas y las de quienes les aplauden para ver si alcanzan aunque sea un premio de consolación por su alineamiento con Morena, han surgido las listas de futuros nombramientos que circulan en las redes sociales de la politiquería tamaulipeca, y que invitan a la carcajada… o a la preocupación.
¿Qué sabrá Felipe Garza Narváez de electricidad o peor aún, Eduardo Gattás de seguridad social? Casi tanto como “JR” de administración pública: nada.
La respuesta, escalofriante pero cierta, obliga a preguntarse si ese es el nivel de quienes representarán a López Obrador en Tamaulipas.
Lalo, Reyna Garza, Rosa Muela son ejemplos perfectos de personajes sin experiencia ni currículum como para ocupar posiciones de alta importancia, aunque esgrimen una razón para ser tomados en cuenta por el nuevo régimen: fueron sus aliados en la pasada elección.
Es decir, la cuarta transformación podrá cambiar los alimentos que consumen los senadores o el vehículo en que se transporta el presidente de la República, pero por lo visto no incluye eliminar la muy arraigada costumbre de regalar nombramientos a los amigos, y dejar de lado a los más capacitados.
Habrá que ver, López Obrador todavía tiene tiempo para armar un equipo que por lo menos supere la labor de los actuales delegados federales, quienes contagiados por el espíritu de la administración peñanietista, se distinguieron por el derroche de recursos y la falta de resultados.
Pero si recurre a la baraja de los antes mencionados, se confirmará la sentencia de un locuaz político lugareño: “y los que vienen son peores”.