A 11 días de que asuman el poder, han comenzado a revelarse caras y nombres de los funcionarios municipales que acompañarán a los alcaldes que ganaron la elección de julio, no sé si sepan la responsabilidad que tendrán a cuestas, pero lo que sí sé es que en buena medida serán los responsables de que los señores presidentes puedan o no reelegirse o seguir en la grilla política.
Así es mis queridos boes, resulta que el ciudadano, si bien no termina de madurar, está claro que cada día se vuelve más exigente y menos tolerante a los errores.
Hoy no hay nada que escape a las redes sociales, que todo lo ven, todo lo documentan, pero también casi todo lo magnifican.
Un bache en una calle por ejemplo, se convierte en una epidemia de baches en cualquiera de las ciudades gracias al Facebook y al Twitter que ya generan opinión pública y que se han convertido en un dolor de cabeza para los departamentos de comunicación social de los ayuntamientos.
Una colonia, dos o tres, o diez, sin agua en la capital, otro ejemplo, han convertido gracias a esas redes sociales en una Ciudad Victoria sin agua.
Y no, no me refiero a los perfiles falsos, ni a los perfiles de ciudadanos comunes o pseudo periodistas, me refiero incluso a las páginas de los medios establecidos, serios y con credibilidad, porque nadie en las redes puede controlar los comentarios de los ciudadanos, las reacciones.
Por eso los gabinetes que vienen tienen una exigencia mayor, porque el más mínimo error, voluntario, negligente o inocente puede meter en serios apuros a los alcaldes.
No creo que sean tiempos de ‘prueba y error’, no, tampoco lo son de ‘hay que darles chance porque son nuevos’, no lo son porque en su mayoría los presidentes municipales entran en funciones y al mismo tiempo arrancan sus campañas para la reelección o para saltar a otros cargos de elección.
Lo tienen que tener bien claro todos y más los que llegan sin experiencia en el campo de la administración pública operativa.
Sí, sin descartar a nadie, sin señalar a nadie y dándole a todos el beneficio de la duda, me refiero por ejemplo al grupo de nuevos funcionarios como los que presentó el martes el alcalde electo de Victoria Xicoténcatl González, de casi puras caras nuevas.
Anyelic Quintanilla Becerra en la Dirección de Atención Ciudadana, Jesús Isaac Castillo Montejo en la Jefatura de Departamento de Turismo, Karla Cavazos García en la Dirección de Participación Ciudadana, David Canales González en Desarrollo Económico y Turismo, Olga Lidia Vázquez Muñiz en la Dirección de Limpieza, Paola Alicia Álvarez Zavala en la Dirección de Espacios Públicos y Áreas Verdes, María del Socorro Treviño Ramírez como Jefe de Departamento de Relaciones Públicas y José Luis Liceaga De León como Consejero Jurídico.
De propia voz de los nuevos funcionarios de Victoria oímos que la mayoría tiene maestrías y que algunos hasta se recibieron con honores, pero está bien claro que gobernar
es otra cosa.
Ellos y el resto de los funcionarios que aún no son revelados tienen un reto enorme en Victoria, porque su jefe ha prometido dar resultados inmediatos en problemáticas que no se resuelven sólo con un papelito lleno de dieces, ni siquiera basta la buena voluntad.
Van a tener que ensuciarse los zapatos y enfrentarse no una sino muchas veces a ciudadanos que no entienden más que con resultados y pronto.
A partir del 1 de octubre cada bache, cada montón de basura en las equinas, cada lámpara apagada, cada plaza con hierba, cada grifo sin agua será responsabilidad de los recién nombrados, pero sobre todo de Xico.
Y el tema aplica para todos los alcaldes electos y los reelectos, son a ellos a los que el ciudadano de a pie, pero sobre todo el que está muchas veces tras el anonimato de las redes sociales les van a reclamar, les van incluso a insultar, maldecir.
Por eso insisto en que no son tiempos de los amigos a los que haya que darles una oportunidad chance y aprendan, ni a los parientes políticos, ni a los recomendados, porque el precio de sus errores los van a pagar los alcaldes.
Estoy seguro que aún están a tiempo de rehacer listas, de disculparse con los cuates, de pedir la comprensión de las novias propias o de sus socios antes de que se conviertan en sus dolores de cabeza permanentes y obvio no cargarles sueldos de gente incapaz a sus gobernados, esos tiempos ya deben haber quedado superados, reincidir sería un suicidio político.
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