CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- “Me llamo Daniel Aguilar Treviño. Yo soy el matón de Ruiz Massieu”.
-¿Y cómo te va, Daniel?
-Pos me va. Aquí pasando un día y otro día igualito al anterior, sin esperanzas de que la situación mejore.
-¿Te ha ido mal en tu Cana?. (argot carcelero que significa estancia en prisión)
“Me ha ido como a todos los que estamos aquí: de la chingada. Porque no creo que haya un solo preso que diga que le ha ido bien. Aunque haya hecho lo que haya hecho.
Pues te diré que más allá del trato que nos dan a los presos, la vida en la cárcel uno se la hace tan difícil o tan fácil como uno mismo quiera. Yo desde que caí en el bote he tratado de llevármela tranquila, en espera de que un día pueda salir de esto y hacer mi vida allá fuera.
“Tengo esperanzas de algún día salir de aquí para reunirme con lo que me quede de familia y amigos. Aunque realmente los amigos se le acaban a uno durante el primer año que llega a la cárcel. Poco a poco se van olvidando de uno. Y la familia dura un poco más, porque la cárcel no sólo es para uno, sino también para ella, que se mantiene cerca y que sigue al pie del cañón en espera de verlo salir a uno.
“Aún tengo quién me visite. Y por ellos es que sigo en pie; que si no, ya me hubiera colgado de la reja.
-¿Daniel, no te han tratado mal?.¿No se ensañó el gobierno federal contigo por haberte culpado de la muerte de Ruiz Massieu?.
“No, ya en la cárcel el trato ha sido normal, como el que le dan a todos los presos. Me trataron muy mal durante las primeras horas después de mi detención. Yo pensé que me iban a matar.
“Sí, me dieron hasta para llevar. Las primeras 24 horas fueron muy difíciles, pero ya después todo fue tranquilo. La entrada a Almoloya fue como la bienvenida que le hacen a uno cuando llega a Puente Grande…Ustedes ya saben, para qué les cuento: patadas, corretizas, toletazos, perros, cachetadas, tortura física… todo lo que se pueden imaginar.
-¿Tú piensas que lo que hiciste allá afuera, por lo que estás aquí, fue malo?.
“No sé si fue malo, o si fue bueno. De lo que sí estoy seguro, es de que el trato que me están dando en la cárcel, y el que me han dado ha sido bueno. Y espero que así me sigan tratando, porque yo no soy un preso conflictivo. Nunca me han castigado por mal comportamiento”.
-¿A ti te han hecho cansado tu proceso?
“Si superas por las que he pasado ni me la creías. Pero la verdad es que el gobierno se ha portado bien. No me han dado algo que no haya merecido ni me han maltratado de más. Yo pienso que si me hubiera resistido, ya me hubieran matado, pero la verdad lo que hice no fue un chiste”.
-Oye, Daniel, entonces ¿sí mataste a Ruiz Massieu?
“Eso no te lo voy a decir. ¿Para qué quieres saberlo?. En nada cambia la historia si te digo que yo no lo maté. O te digo que sí lo maté. Todo va a seguir siendo igual. Yo voy a seguir preso en esta cárcel muchos años más y toda mi familia va a seguir marcada con el estigma del asesino de Ruiz Massieu. O peor tantito, Ruiz Massieu no va a revivir si yo te digo que lo maté o no lo maté”.
-Pero si en ti estuviera que Ruiz Massieu viviera; sí reconocerías que lo mataste o que no lo mataste, ¿qué dirías?.
“Que sí lo maté y que lo hice por dinero, que me contrataron y que las cosas salieron mal.
-¿Sólo te contrataron y fuiste a matarlo? ¿por qué lo mataste?
“Tu preguntas mucho, reportero. Suelta una corta feria…y te platico bien cómo se dieron los hechos, con lugares, nombres y señas…con todo lo que quieras saber”.
-No, pues no tengo dinero para comprarte la historia, pero si lo tuviera sí te la compraba.
-¿Mucha gente
se ha acercado a ti para que les cuentes tu versión de la muerte de Ruiz Massieu?
“Uy, sí. Si supieras. Me han contactado políticos, periodistas, productores de cine, artistas de televisión, hasta el embajador de Estados Unidos me mandó preguntar con un agente especial que cuánto quería para que le contara la versión oficial de la muerte de Ruiz Massieu.
-¿Y a todos les has dicho que no?
“No. Ninguno le ha llegado al precio. Todos ofrecen y ofrecen, pero a la mera hora, cuando se trata de pagar, ya no quieren soltar dinero”.
-Oye Daniel, ¿Cuál fue tu relación con Raúl Salinas? ¿Tuvo que ver en el asesinato?
“La verdad, yo no conozco a ese señor, nunca lo he visto y nunca he hecho tratos con él. Te digo la verdad. No lo he visto nunca en mi vida”.
-¿Es cierto que se trabó el arma?
“Sí. Si no hubiera sido por eso, no me habrían agarrado. Me hubiera dado a la fuga. Le habría soltado unos balazos al policía que me cerró el paso. Pero la verdad es que me apaniqué. De pronto me dio miedo y no supe qué hacer cuando me di a la fuga.
Aunque la verdad pienso que estuvo bien que me hayan detenido aquel día, justo después del homicidio, porque de no haber sido así, quién sabe dónde estaría enterrado en este momento.
-¿Crees que te hubieran matado después del asesinato?.
-“No sé”.
-¿Volviste a ver al policía luego de la detención?
-“Sí, lo volví a ver durante dos diligencias. Y con eso tuve para que nunca se me olvide su rostro”.
-¿No sueñas la imagen de Ruiz Massieu?.
“No, nunca lo he visto en mis sueños ni en mis pesadillas”.
-Pero sí has visto el rostro de Ruiz Massieu muriendo…
-“Sí, claro que lo ví. Quizá la memoria obligó a que se me olvidara, porque yo lo vi cuando le disparé. Él estaba distraído, mirando hacia el frente del auto: tal vez estaba viendo la calle por donde iba a ir conduciendo. Lo ví riéndose. Algo chistoso le estaba platicando al señor con el que iba”.
“Estaba distraído. Se estaba riendo mientras volteaba a ver a su acompañante. En ese momento saqué el arma, pero sólo le di un disparo.
“Esa imagen la recuerdo muy seguido, la del diputado recargado en el asiento de su auto, todo lleno de sangre. Pienso mucho en una cosa: que en ese momento antes del disparo, el diputado estaba tranquilo, contento, feliz, sin saber lo que iba a pasarle, y apenas un segundo después ya no estaba, ya se había terminado todo para él, y estaba comenzando todo para mí. Yo pienso que la vida es un ciclo en el que todos estamos conectados, en el que mientras unos terminan, otros comienzan, ¿no crees?”.
Daniel Aguilar Treviño: el valor de la entrevista
Hace 24 años, siendo las 9:22 A.M. del 28 de septiembre del 1994, Daniel Aguilar Treviño, originario del ejido Corralejo, municipio de San Carlos, Tamaulipas, asesinó al entonces secretario general del CEN del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, cuñado de Carlos Salinas de Gortari, y quien se perfilaba como líder del Congreso de la Unión del naciente sexenio de Ernesto Zedillo Ponce De León.
Actualmente tiene ya 24 años en la cárcel. En octubre del 2017, un Tribunal Federal redujo a 42 años la sentencia dictada. En agosto la defensa de Aguilar Treviño adelantó que su cliente, estaría a unos días de quedar libre.
Durante 24 años, Daniel Aguilar Treviño nunca quiso dar una entrevista a la prensa sobre el misterio atrás del crimen de Ruiz Massieu. Sin embargo, el periodista michoacano J. Jesús Lemús, quien estuvo encarcelado injustamente en el Penal de Alta Seguridad de Puente Grande, logró una charla con él.
Del libro “Los Malditos” en el que se publica ésta y otras entrevistas con huéspedes célebres de ese penal, logramos rescatar fragmentos de la única charla concedida por Daniel Aguilar Treviño.