¿Qué nos pasa? ¿En qué nos estamos convirtiendo cuando en Jalisco, Guerrero, Baja California y Veracruz deambulan doce tráileres repletos de cadáveres, porqué los muertos rebasan la capacidad de almacenamiento? Mientras tanto ni las autoridades ni los ciudadanos hacemos frente a la situación.
¿Qué nos pasa cuando somos indolentes ante la pena de miles de familias que buscan a los suyos sin encontrar y no hacemos nada?
¿Qué nos pasa, cuando los padres de tantos jóvenes desaparecidos buscan por su propia cuenta a sus hijos, y no los acompañamos?
¿Qué nos pasa cuando vemos a GUILLERMO GUTIÉRREZ RIESTRA, representante del Colectivo de Familiares de Desaparecidos en Tamaulipas, exigiendo justicia y denunciando el asesinato de MIRIAM RODRÍGUEZ, coordinadora del colectivo en San Fernando y no nos sumamos ni hacemos nada? ¿Qué esperamos? ¿Que sean víctimas nuestros hijos o que la ola de criminalidad nos alcance para establecer una causa colectiva común?
¿En qué clase de ciudadanos nos estamos convirtiendo, cuando vemos que masacran niños y que el país está convertido en una fosa común, y no hacemos nada ante la indolencia e inoperancia de las autoridades federales?
¿Qué nos pasa, que no salimos a las calles exigiendo justicia y paz social? ¿qué nos pasa, que no nos organizamos, ni nos plantamos en Los Pinos exigiendo justicia?
¿Qué nos pasa, cuando empezamos a familiarizarnos con los secuestros y con las ejecuciones como una cuestión de todos los días? ¿Qué le estamos enseñando a nuestros niños, que así es el día a día y que a nadie le importa?
¿Qué nos pasa, cuando en todo México, principalmente en el cruce de migrantes de sur a norte se descubre fosa tras fosa, esqueleto tras esqueleto, miles de muertos anónimos, que aún son buscados y llorados por sus familias, y no hacemos nada?
¿Qué nos pasa, cuando todos los días asesinan a una mujer convirtiendo al feminicidio en una «epidemia», según palabras de la ONU, y nadie dice ni hace nada?
¿Qué nos pasa, cuando en datos oficiales asesinan a 80 mexicanos cada 24 horas y extraoficiales son más del triple?
¿Qué nos pasa, cuando no tomamos las calles para reclamarlo y ponerle fin?
¿Qué nos pasa, cuando las procuradurías y los ministerios públicos no tienen la capacidad investigadora ni pericial para lidiar con la criminalidad y esto nos hace vivir en un estado fallido y no hacemos nada?
¿Qué nos pasa, cuando datos sobre la tortura policial revelan que un 30% de las mujeres detenidas dicen que fueron víctimas de violencia sexual durante su arresto, y
guardamos silencio, y otra vez no hacemos nada?
¿Qué nos pasa, que tenemos que reaccionar hasta después de que un reportaje extranjero en The Wall Street Journal informa que en el último año, en Acapulco, hubo 953 asesinados, y que la delincuencia organizada está infiltrada en sus corporaciones policiales para tomar medidas al respecto?
¿Qué nos pasa, cuando el Ejército mata a una familia en Nuevo Laredo, les siembra armas, inventa que iban armados «hasta los dientes», y seguimos creyendo que las Fuerzas Armadas deben permanecer al frente de la seguridad pública?
¿Por qué los padres de los 43 sí gritan y exigen justicia y nosotros en Tamaulipas que tenemos muchos más de 43, nada nos escandaliza ni hacemos nada?
¿Qué nos pasa, cuando asesinan a otro periodista y simplemente lo añadimos a la lista de crímenes impunes y no hacemos nada?
¿Qué nos pasa, cuando seguimos sin reconocer que la criminalización de las drogas no es el camino sino la regulación?
Este es el país que heredan el PAN y PRI, por eso fueron rechazados en las urnas, como un grito desesperado de la población, es el país del no pasa nada, donde para reconocer que pasa tiene que venir la condena y el reconocimiento del mal desde el extranjero.
Donde nos dicen, y nos hacen creer que todo está bien, aunque vivimos con miedo, donde todo y nada puede pasar, donde vivimos con la zozobra que una bala perdida o dirigida caiga en los nuestros o a nosotros mismos, esas son las consecuencias de la política del no pasa nada.