¿En cuántas ocasiones los mexicanos de hoy no hemos escuchado el término con el que
hemos bautizado la tribuna de este día?
Seguramente una infinidad de veces sin embargo no sabemos de dónde viene, porque y a quien fue dirigido, como ignoramos también una multitud de páginas que dan cuenta del México donde vivimos.
Pues bien vayamos al grano y díganme si hubo o no razón al escribir lo que van a leer.
“El ánimo protector y maternal con el que Carlota vio a los mexicanos durante el segundo imperio (1864-1867), la llevaron a ser conocida como “”mamá Carlota””; los republicanos hicieron mofa de ella, y el escritor y militar, Vicente Riva Palacio, le compuso esta célebre canción donde satirizaba a los conservadores, a los imperialistas y desde luego a la emperatriz.
Adiós mamá Carlota.
“Alegre el marinero Con voz pausada canta, Y el ancla ya levanta Con extraño rumor. La nave va en los mares Botando cual pelota. Adiós, mamá Carlota; Adiós, mi tierno amor.
De la remota playa Te mira con tristeza La estúpida nobleza Del mocho y del traidor. En lo hondo de su pecho Ya sienten su derrota. Adiós, mamá Carlota; Adiós, mi tierno amor.
Acábanse en Palacio Tertulias, juegos, bailes, Agítanse los frailes En fuerza de dolor. La chusma de las cruces Gritando se alborota. Adiós, mamá Carlota; Adiós, mi tierno amor.
Murmuran sordamente Los tristes chambelanes, Lloran los capellanes Y las damas de honor. El triste Chuchu Hermosa Canta con lira rota: Adiós, mamá Carlota; Adiós, mi tierno amor.
Y en tanto los chinacos Que ya cantan victoria, Guardando tu memoria Sin miedo ni rencor, Dicen mientras el viento Tu embarcación azota; Adiós, mi tierno amor
Quise traer al recuerdo lo anterior porque en cada fecha cívica generalmente nos referimos
a ciertos detalles históricos que nos gusta repetir sin saber porque pero que tanto las autoridades civiles como educativas e incluyendo el pueblo mismo nos gusta gritar a los cuatro vientos cardinales sin saber cómo y porque se mencionó por vez primera y prueba de lo anterior, pregunto si acaso podrían nuestros lectores responder con solo
preguntar a quien las pronuncia por segunda ocasión, si sabe quién fue el autor de lo dicho.
Creo que lo formidable sería si el orador diserta sobre algo suyo que le costó cuando mucho una hora redactarlo, crearlo.
La ventaja sería que aparte de no olvidársele aprendería también.
En el caso de una autoridad del tamaño que sea podría haber razón por la falta de tiempo pero si le mete interés y ganas le sale mejor y el aplauso del público sería aparte dautentico, mejor.
Traigo a colación lo anterior porque en días pasados asistimos a dos eventos oficiales, uno patrio y el otro social.
En ambos se condujeron sin emoción, sin ganas y hasta cierto grado fastidiosos.
Lo que quiere decir es que las instituciones educativas y sociales deben retornar al pasado o sea cuando el discurso lo preparaba y si se quiere podríamos decir que lo inventaba el propio orador.
Antes así se hacía y hablo de mis tiempos de estudiante y ajefista.
Hoy sólo el maestro o maestra le dice al alumno “apréndetelo porque lo vas a decir en honores”.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE