La Reserva Nacional de Talentos, RENATA, refugio imaginario para los políticos en desgracia, abre un nuevo proceso de admisión para recibir a un ejército de burócratas desahuciados por el arribo de otro grupo de poder, y entre ellos van un numeroso contingente de tamaulipecos.
Algunos todavía podrán cobrar algunas quincenas más, las que corresponden a octubre y noviembre, pero desde el domingo ya hicieron punta los alcaldes que no pudieron reelegirse y que ahora andan sueltos, sin poder ni privilegios y en la más terrible orfandad.
En el poderoso sur del Estado hay dos picudos personajes que tendrán que ganarse la vida con el sudor de su frente mientras se trepan de nuevo a la nómina oficial.
La maestra Magdalena Peraza, quien fracasó en el intento de ser alcaldesa de Tampico por un tercer periodo es todo un caso y su silencio es un enigma que sin embargo ya empieza a descifrarse.
Se sabe que una y otra vez se ha entrevistado con el ahora todopoderoso senador Ricardo Monreal, y todo indica que esta tampiqueña, experta en el arte del trapecio, maromeará de nuevo para caer en los terrenos de Morena y pelear una diputación local.
A pesar de que no pudo derrotar a Nader, la maestra vende a los morenistas el cuento de que tiene una poderosa estructura que la hará invencible, siempre y cuando tenga una plataforma poderosa de lanzamiento, tal y como lo es Morena por ahora.
Prominentes morenistas tampiqueños aseguran que hay indicios de que empiezan a entenderse.
En la vecina Ciudad Madero, otro patético personaje, el ex alcalde Andrés Zorrilla, patalea mientras se lame las heridas. Resuella con fuerza cada vez que se acuerda que su sucesor Adrián Oseguera lo llamó “fantoche” y “soberbio” el día que le trasmitió el poder.
La inmensa mayoría de los maderenses coinciden con Oseguera. Zorrilla enloqueció cuando llegó al ayuntamiento y protagonizó dos largos años de arbitrariedades y abusos que ni en los peores tiempos de La Quina se cometieron.
Lo peor es que como un pequeño émulo de Atila destruyó cuánto encontró a su paso y dejó a la ciudad en ruinas y en bancarrota. Tal vez por eso y porque ya se la debía, Oseguera no se anduvo por las ramas al dejarle caer su furia cuando lo tuvo enfrente.
Zorrilla sabe que en el PAN no volverá a ser candidato pero sus íntimos comentan que con el apoyo de su amiga Tatiana Clouthier podrá reactivarse políticamente en Morena.
Su proyecto es una locura porque es evidente que difícilmente lo acogerían en ese partido, pero tal vez en el PRI, a cambio de un “moche” lo recluten y postulen.
También Chuchín Díaz del Guante ya está de regreso al ostracismo, después de un periodo catastrófico como alcalde de Matamoros y de un intento fallido por repetir en la alcaldía. Los ciudadanos lo mandaron por un tubo, hartos de su tibieza y de la rapacidad de sus socios y amigos.
De esta generación de políticos que viven la tragedia de la derrota, tal vez quien menos ha sufrido es el victorense Oscar Almaraz quien asistió a la entrega de estafeta a Xicoténcatl González Uresti con una sonrisa de oreja a oreja, como si fuera a rendir protesta y no a despedirse del presupuesto y el poder.
No se le vio a Óscar el menor asomo de tristeza ni de preocupación. De hecho en su última aparición el domingo por la noche, no dejó de pasearse sonriente y luego ya trepado en el presidium, conversó largamente con el panista César “El Truco” Verástegui, como si entre ellos hubiera muchas cosas en común.
Tal vez hacían planes para el futuro. Probablemente algo se traen entre manos. Después de todo, con tanta chamba, El Truco siempre necesitará tener cerca buenos operadores políticos.
Hay más políticos destacados expulsados del paraíso electoral y son muchos más los que se irán en noviembre. El drenaje político está a todo lo que da.