El dirigente estatal del PRI de Tamaulipas, Sergio Guajardo Maldonado, concluirá este viernes, tras un año y dos meses de haber asumido el cargo de presidente sustituto, su desafortunada gestión cuyo saldo electoral ha sido, sin duda, uno de los más nefastos de la agrupación política.
Arrastrado por la enorme carga negativa del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y el rechazo de las bases priístas al primer candidato presidencial externo, José Antonio Meade Kuribreña, el ahijado político de Egidio Torre Cantú no solamente no logró recuperar ninguna posición de las que el partido había perdido en los comicios del 2018, sino que perdió las que tenía en su poder.
Guajardo Maldonado se ufana de que escogió a los mejores candidatos, pero eso no fue suficiente porque no pudo rescatar las alcaldías de Nuevo Laredo, tampoco la de Reynosa, que conservó el PAN, y perdió, además de la de Matamoros, otra de las plazas políticas más importantes del Estado, la de Tampico, a pesar de que ésta fue defendida por una de las mejores cartas del priísmo, la Maestra Magdalena Peraza Guerra, que fue doblegada por el panista Jesús Nader Nasrallah.
La ex aplanadora electoral consiguió únicamente 6 de los 43 ayuntamientos del estado, lamentablemente, los de menor peso político y económico, como los de Abasolo, Bustamante, Guerrero, Miguel Alemán, San Carlos y San Nicolás.
En la disputa legislativa federal le fue mucho peor al Revolucionario Institucional, ya que no ganó ninguno de los nueve distritos electorales de mayoría, entre ellos el VII, con cabecera en Ciudad Madero, que los votantes se lo otorgaron al morenista Erasmo González Robledo y el VIII, a la candidata del Partido Encuentro Social, aliado del Movimiento Regeneración Nacional, Olga Patricia Sosa Ruiz.
Ese es, en resumidas cuentas, la situación en la que el nativo de Río Bravo deja al ex invencible que dirigirá a partir de este viernes la ex candidata a
senadora, Yahleel Abdala Carmona, auxiliada por otro pupilo de Egidio Torre Cantú para variar, José Benítez Rodríguez, que ocupará el puesto de Secretario General.
La ex diputada de Nuevo Laredo, igual que el riobravense, parece que tampoco tiene posibilidades de recobrar el terreno legislativo perdido en los comicios del 2016, cuando Acción Nacional le quitó, además de la gubernatura, la mayoría de los asientos del Congreso del Estado.
Pero en tanto en el PRI se preparan para ungir formalmente a los nuevos guías estatales, en los municipios de Tampico y Altamira varios cientos de trabajadores petroleros de las secciones 33 y 3 acudieron ayer a tratar de impedir por la vía electoral la nueva reelección de los jerarcas Ana María Herrera Guevara, que ya tiene veinte años en el cargo, en el primero, y a Juan Silva Villanueva, sobre el que pesan todo tipo de acusaciones, en el segundo, que movieron cielo mar y tierra para seguir al frente de las organizaciones hasta que la muerte los separe.
Para evitar el eventual triunfo de candidatos que no pertenecen al grupo de Carlos Romero Deschamps y burlar los riesgos del voto secreto previsto por la reforma laboral, los aludidos recurrieron, según quejas de sus adversarios, a toda clase de maniobras, coaccionaron el sufragio y amenazaron a los trabajadores disidentes, todo antes de aceptar que los días de sus cacicazgos están contados.
Se da como un hecho que, como ocurrió en otras secciones del gremio de Pemex, el país el pasado 17 de octubre, momentáneamente Herrera Guevara y Silva Villanueva lograrán mantenerse en las cúpulas, sin embargo, hay numerosos denuncias penales que la PGR ha metido a la congeladora pero que a partir del próximo primero de diciembre, cuando llegará a su fin el régimen de gobierno que les ha ayudado a permanecer en los puestos en forma vitalicia a cambio de apoyar al PRI, podrían ser reactivadas.
Y solamente aquellos que están libres de culpa y que no tienen cola que les pisen estarían en posibilidades de eludir.
Como en el gremio de Pemex, en donde también hay nerviosismo es en las filas de la Sección XXX del SNTE de Tamaulipas.
La causa, las reacciones de beneplácito de los trabajadores de la Educación a que dio pie la declaración de Elba Esther Gordillo Morales de que sigue siendo la dirigente del gremio. La afirmación de Rigoberto Guevara Vázquez de que el único secretario general es Juan Díaz De la Torre revela la inquietud que ha provocado entre los directivos en turno la intención de la chiapaneca de recuperar el control político del magisterio.
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