BRASIL.- “El delincuente con fusil debe ser abatido”. Wilson Witzel nunca ocultó sus ideas. Este juez, prácticamente desconocido hasta que se presentó candidato a gobernador de Río de Janeiro, estuvo repitiendo esas palabras durante las 10 semanas que duró la campaña. El domingo pasado, el mismo día que el también amigo de la violencia Jair Bolsonaro se erigía como presidente de la República, Witzel fue declarado vencedor con el 60% de los votos.
Las dos victorias están ligadas: recibió el apoyo de uno de los hijos de Bolsonaro, el senador Flavio. Y ahora, que hereda un Estado en bancarrota, roído por la corrupción y la violencia, debe demostrar hasta qué punto está dispuesto a aplicar esa mano dura que prometió y que tanto le acerca al ultraderechista presidente electo.
Río, uno de los Estados más violentos de Brasil, un microcosmos donde en 2017 se registraron 6.749 muertes según el Foro de Seguridad Pública, se convierte así en una especie de laboratorio para las ideas más autoritarias de Bolsonaro. Tanto Witzel como las guerras entre los grupos mafiosos de las favelas y las fuerzas del orden, que intentan frenar la sangría a balazos, ofrecen la excusa perfecta para testar la filosofía del nuevo presidente: “El policía que no mata no es policía”. El Ejército también recibió el control de la seguridad del Estado a mediados de febrero: exactamente lo que Bolsonaro ha dado a entender que querría para todo el país.
Así, el juez Witzel sostiene que la única solución posible a tanta violencia es más violencia. “A un malhechor con un fusil lo frena otro fusil. No sirve de nada pedirle que lo deje en el suelo, porque va a disparar. El policía que fuera cuestionado, le va a defender la fiscalía”, anunció la semana pasada en un encuentro con las fuerzas de seguridad. El jueves, ya como gobernador electo, le insistió al diario Estadão: “Lo correcto es matar al delincuente. Y la policía va a hacer lo correcto. Apuntar a la cabeza y ¡fuego!”.
Con información de El País