Extra, extra! El Periodismo en México pasa por una histórica transición, como oficio y negocio.
El creciente número de asesinatos contra representantes de los medios, los altos costos de producción para la impresión de diarios y una caída severa de lectores se combinan para ilustrar los días difíciles que vive la Prensa.
“Esta semana de plano no tengo ni para pagar la nómina”, me comentaba en días recientes un directivo de un popular diario fronterizo.
Y qué ironía. Justo cuando las cosas se han puesto difíciles, hoy son tiempos en que se demanda con mayor urgencia la presencia de periodistas.
¿Por qué es necesaria una prensa libre e independiente en nuestra sociedad?
Por tres sencillas razones, éstas muchas veces no reconocidas, sobre todo en ciertos niveles del sector político y económico.
El primer argumento es que un periodismo auténtico siempre será un contrapeso sano al poder. Resulta imperante en nuestra sociedad que nuestros gobernantes tengan “vigilantes” serios que observen sus acciones y el movimiento de sus carteras, chequeras y bolsillos.
Algunos estudios realizados en otros países, por ejemplo, han advertido que la corrupción, la impunidad y el saqueo de las arcas oficiales se vuelven más recurrentes cuando empiezan a desaparecer los diarios locales. Y es que existe una explicación sencilla: “la ocasión hace al ladrón sobre todo si no hay alguien que me esté echando el ojo”.
Un segundo punto es que una prensa libre y soberana cumple una función clave de verificación de las “noticias” que hoy día fluyen a gran velocidad.
Los periodistas cumplen en la actualidad un rol de “notarios públicos”, de dar fe y constatar que sean auténticas las versiones que transitan por nuestros grupos de Whatsapp y los diferentes canales de las redes sociales. Sin el sello de verificación del reportero o del editor, la información circulante no tiene la validez que uno espera.
Y tercero, a través del género de opinión y del agudo análisis social, los periodistas resultan valiosos para educarnos sobre los temas que son relevantes a nivel local, nacional e internacional.
Ciertamente contamos con diferentes canales de comunicación ciudadana, pero la cacofonía que impera en los conductos sociales llega muchas veces a aturdir y en el menor de los casos a confundir al ciudadano. El buen juicio periodístico siempre será bienvenido y oportuno para entender mejor el contexto de las cosas, los antecedentes y los escenarios de una trama enredada.
Se aproxima un cambio de Gobierno y muchos se preguntan cuál será la política hacia los medios. Definir dicha línea oficial resulta al momento una tarea de riesgo, aunque sí se ha externado la intención por parte del gobierno lopezobradorista de unificar y centralizar criterios en los manejos de la comunicación y para regularizar la publicidad oficial.
Independientemente del rumbo que tome la relación Prensa-Gobierno en el próximo sexenio, nada debemos temer los ciudadanos si logramos contar con buenos medios independientes que logren superar la crisis actual y encuentren opciones para innovar y renovar sus modelos de negocio.
En este sentido, a la sociedad le conviene que el buen periodismo en México siga vivo, activo y sonante. Comprar el periódico en la calle es un buen primer paso para solidarizarse, pero también participar a través de cartas y “tips” para ayudarnos a los periodistas a lograr buenas historias.
Es hora de regresar al origen de este noble oficio: informar para formar buena opinión entre nuestros lectores. Por lo pronto, gracias a tí lector por leer el ejemplar de esta edición…