CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- En 1849 una fuerte sequía, de las peores del siglo XIX, azotó el norte del país, y la villa de Baltazar Morelos fue una de las más afectadas en Tamaulipas, lo cual causó una carestía en alimentos y un alza en los precios del maíz, frijol y trigo.
Por esta razón, buena parte del vecindario de esa villa huasteca llegó a considerar el traslado de la cabecera municipal a Mesillas, al otro lado de la sierra de Nicolás Pérez, por lo que solicitó al gobernador Jesús Cárdenas la reubicación de poderes a un lugar donde el vital líquido fuera constante.
El alcalde de Morelos y su cabildo habían puesto sus ojos en la floreciente congregación de Mesillas, localidad a la cual muchos pobladores se habían empezado a mudar años atrás, ya que ahí corría el río de los Gatos, afluente del río Valles, el cual llevaba agua todo el año.
A pesar de esa dramática solicitud, el gobernador Cárdenas poca atención le prestó a la petición, problemas domésticos más demandantes como la polémica situación limítrofe con Nuevo León en los confines de Mier, Villagrán y Bustamante; la consolidación de la nueva municipalidad de San Juan de la Miquihuana o la construcción del camino de Victoria a Tula reclamaban el mayor interés del Estado, mientras que por otra parte la conflictiva rebelión de La Loba, eclipsaron sin duda la demanda de permuta que hacían en Baltazar Morelos.
Los años transcurrieron y la población de Mesillas se fue consolidando y creciendo, mientras que Morelos decaía cada vez más. Un vecino de la época diría:
“Debido a los pocos elementos de progreso con que este pueblo contaba, pues se había establecido en una situación aislada, alejado de toda vía de comunicación entre las ciudades principales del Sur del Estado, y hasta el agua era en él escasa y de no muy buena calidad, pues que el arroyo que pasa por sus cercanías y que recoge las aguas de las cañadas de las vecinas montañas se seca todos los años”.
En esa época, el camino más importante que atravesaba el municipio, era el de herradura que conducía a San Luis Potosí, pero éste pasaba media legua al Norte de Morelos, mientras que en Mesillas, dicha vía pasaba por el centro de la población, de ahí su importancia, al ser paso de mercancías procedentes de Querétaro y de la capital potosina con rumbo al puerto de Tampico.
Juan José de la Garza finalmente escucha la petición
Convertida Mesillas en un punto comercial y social del municipio de Morelos, el presidente municipal Candelario Hernández revivió el 7 diciembre de 1859 el anhelado deseo de cambiar de ubicación la cabecera, pues de conformidad con vecinos, solicitó a don Agustín Iguera, Administrador de la Aduana Marítima de Tampico, su intervención ante las autoridades del Distrito Sur, para que ellas a su vez se lo hicieran saber al gobernador sus deseos.
En enero de 1860 don Jesús Izaguirre Moctezuma asumió la presidencia de Morelos y presionó más a las autoridades. A este personaje no solo lo guiaban los deseos en pro del vecindario, sino los
suyos propios, pues él había nacido en Mesillas en 1810.
En los meses siguientes, un sinnúmero de cartas fueron intercambiadas entre el cabildo y el Jefe Político del Distrito. En una de ellas el presidente municipal les propuso que para darle ejido a la nueva villa de Morelos, el gobierno podía hacerlo tomando un sitio de ganado mayor de los terrenos que los Sres. Leones tenían incultos y con una insignificante cría de ganado y tres más de los terrenos de la familia Rascón, que se encontraban en igual circunstancia.
El 13 de octubre de 1860, don Manuel Gardette, Jefe Político del Distrito Sur de Tamaulipas, escribió al gobernador Juan José de la Garza que debía accederse a lo que deseaban los morelenses, previa la medida de los Ejidos del pueblo, que en su concepto, y según el conocimiento que tenia de aquella localidad, convenían los que presentaba Izaguirre, añadiendo que por los informes que adquirió, se le informó que parte de los terrenos de Mesillas correspondían al Estado como baldíos.
Finalmente el 19 de octubre de 1860, el gobernador de Tamaulipas, Lic. y Gral. Juan José de la Garza, expidió un decreto en el que establecía que la Congregación de Mesillas sería conocida en lo sucesivo con el nombre de Nuevo Morelos. La resolución se componía de cinco artículos y en ellos se estableció que los poderes pasarían a la nueva villa hasta el 1 de enero de 1861, que la jurisdicción del Nuevo Morelos será la misma que la del Antiguo, con excepción de la parte designada a la Villa de Quintero y que un agrimensor nombrado por el gobierno estatal practicará la medida de los terrenos.
Primeros meses de la nueva cabecera municipal
Los días previos a la permuta debieron ser de tensión y enojo para muchos y de regocijo para otros. El 31 de diciembre de 1860, don Jesús Izaguirre dejó el puesto de Presidente y el 1º de enero
de 1861, ya en Nuevo Morelos, tomó protesta como nuevo Presidente propietario don Juan Ochoa Espriella.
El 6 de enero de 1861 se verificaron elecciones para nombrar a los Electores Distritales que representarían al municipio en los próximos comicios para elección de gobernador, resultando electo por la Sección 4ª don Jesús Izaguirre, mientras que por la Sección 2ª (Fortines) don Vicente Campillo obtuvo la mayoría. En la Sección 1ª don Claudio Izeta se hizo acreedor al cargo y en su nombramiento se hizo sentir la protesta, pues aunque el oficio membretado decía “Congregación del antiguo Morelos” al finalizar escribieron “por la sección primera de la municipalidad del antiguo
Morelos”. Algo por demás fuera de lugar, ya que si era congregación, no podía tener el rango de municipio. Pero el descontento por no ser ya cabecera era mucho.
En ese clima de tensión, el 20 de marzo llegó a Nuevo Morelos, el Ingeniero Topógrafo Alejandro Prieto, quien se encargaría de tomar las medidas oficiales de la nueva cabecera.
El periódico nacional EL SIGLO DIEZ Y NUEVE, publicaba que en junio de 1861 se habían edificado nuevas casas consistoriales, una nueva cárcel y nueva Iglesia guiada por Ramón Lozano; y para septiembre, la población de Nuevo Morelos aumentaba rápidamente, y que en ella se construían un gran número de casas y que sus calles habían sido perfectamente alineadas, recibiendo el nombre de próceres de la guerra de Reforma.
División en Antiguo y Nuevo Morelos
Las cosas no salieron como se esperaba, ya que varios de los vecinos de Baltazar Morelos, se negaron a abandonar este punto, y mucho menos ser sujetos a las autoridades del Nuevo Morelos, por lo que pretendían seguir bajo las condiciones de municipio, con sus propias autoridades.
A pesar de esas diferencias entre ambas comunidades, nada se pudo hacer en los primeros meses, pues el gobierno de Tamaulipas tenía cosas más apremiantes que resolver, como el grave conflicto político entre los Rojos y los Crinolinos; derivado de los resultados electorales entre dos facciones liberales que se declaraban vencedoras. Y, por si fuera poco, la inminente intervención extrajera en el litoral del Golfo preocupaba aún más. Por lo tanto, el caso de los Morelos poco importaba.
Sin duda alguna, el punto que acrisoló esa resistencia fue cuando las autoridades de Nuevo Morelos, no satisfechos con haber trasladado al otro lado de la sierra los poderes municipales, se llevaron una campana de la Iglesia de San José, y al tratar de llevarse las dos restantes, los vecinos del viejo Morelos se opusieron, registrándose un fuerte choque entre los habitantes de ambos poblados.
Sobre esto, don Joaquín Meade menciona que el gobierno de Tamaulipas, deseando evitar la repetición de actos violentos de esa naturaleza, resolvió finalmente la división territorial. No se tiene la evidencia documental al respecto y, de existir, aún no se ha encontrado, pero es muy probable que esto ocurrió a fines de marzo o principios de abril de 1862, durante el gobierno estatal de Ignacio Comonfort; quien en un rasgo de conciliación, y sobre todo para mostrar unidad entre los pueblos de Tamaulipas ante la intervención extranjera, atendió la petición de los morelenses, disponiendo que la antigua cabecera continuara bajo las condiciones de municipio.
Una vez decidido lo anterior, las dos poblaciones pretendían conservar el nombre de Morelos, por lo que se decidió de una manera salomónica, darle a uno el nombre “Antiguo” y al otro el de
“Nuevo”. Tal decisión tuvo la general aceptación de todo mundo, resolviéndose así pacíficamente el conflicto; aunque las rencillas entre ambas villas continuaron hasta mediados del siglo XX, pues
las autoridades de Antiguo Morelos intentaron en 1921 y 1942 recuperar la jurisdicción que sentían perdida desde la emancipación de Mesillas.
Para 1870 el mismo Alejandro Prieto reconocía que pese a la gran expectativa que generó la nueva villa, ésta se había estancado, mientras que la antigua, contra todo pronóstico, florecía, crecía
y contaba con los principales capitales de la región.