Desde antes de que el sol asome su amarillo rostro la capital cueruda inicia el movimiento de su complejo mecanismo. Aún en la penumbra miles de padres de familia tras el volante inician el diario recorrido para llevar a sus hijos hasta la universidad, escuela secundaria, primaria, jardín de niños, etc.
De igual forma cada victorense trabajador hace el peregrinar hasta su oficina, taller, negocio, fábrica o puesto callejero para ganarse la chuleta, cada vez más difícil de obtener.
Con el amanecer el ronroneo de los motores va musicalizando la sinfonía ambientada con rechinar de llantas, el estallido del claxon y la algarabía de transeúntes.
En una ciudad de casi 400 mil habitantes la movilidad se convierte una verdadera carrera con obstáculos.
Actualmente la mancha urbana se extiende mas allá de los libramientos de tráfico pesado, arrinconando casas en la sierras o dispersándolas en el llano colindante con otros municipios.
Sin embargo es en el primer cuadro de la ciudad donde al parecer el movimiento de almas nunca acaba.
El centro de este enorme asterisco de calles y bulevares que muchas veces resulta ser el obligado paso para quienes se trasladan a diario en microbús, vehículos particulares, oficiales o en motocicletas.
El fantasmal rio San Marcos hace su cirugía entre la zona centro y las colonias del sur, asi como la zona federal con escuelas, edificios burocráticos y el semi obsoleto hospital y clínica del IMSS.
Resulta un tanto ilógico que aun con la gran cifra de habitantes necesitan ir hacia el ‘Seguro’ o al centro universitario de esa zona, se cuente con solo tres accesos para vehículos: el bulevar Fidel Velazquez, la calle Colon (el ‘9’) y el va- do del ‘17’ que conecta con la Avenida del Estudiante para acceder a la famosa ‘Loma’.
Pero para quienes dia a dia se la rifan en ir y venir por las venas de “Vicky Ranch” el reto es mucho mayor que solo cruzar el “San Marcos”: calle tras calle se van presentando pequeños pero molestos incidentes que hacen mas difícil transitar por la ciudad.
Y esto no es solo por la gran cantidad de coches, camionetas, motos y vehículos del transporte público que nutren el tráfico, la muuuy ligera cultura vial hace que los traslados se casi conviertan en una película de acción… o suspenso.
El Caminante llevó a cabo durante poco mas de 15 días un sondeo en las calles del primer cuadro de la ciudad para medirle el agua a los camotes en cuestión de traqueteo por el transito vehicular.