La historia cuenta que los fraudes electorales nacieron y se instituyeron durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas. Fue con el “Tata Lázaro”, cuando el robo y el relleno de urnas, y el surgimiento del mapachismo llegó para quedarse y hacer del PRI un partido abusivo autoritario y fraudulento.
Durante los gobiernos del PRI hubo hampones electorales que presumían y contaban sus bribonerías. En muchas de las ocasiones, eran historias de terror; desde cómo embarazar una urna, cómo falsificar actas, y hasta cómo amenazar al votante en la antesala de la casilla electoral.
Manuel Garza González, el polémico “Meme”, que fue un ícono del mapachismo en México se jacataba ante la clase política nacional de ser “hampón electoral” más temido en las luchas electorales. Nunca le gustaron las matemáticas, pero en eso de contar votos nadie le ganaba. Era un genio; un voto lo convertía en 100, según la competencia o los adversarios de enfrente. Manuel Bartlett, hoy director de la Comisión Federal de Electricidad en el gobierno de la Cuarta Transformación, pasó a la historia como el mapache mayor del priato. Su famosa “caída del sistema” en 1988 que encaramó en el poder a Carlos Salinas de Gortari, es el ejemplo más vergonzoso en la historia de los fraudes electorales en México.
Pero no solo durante el priismo han ocurrido escandalosos episodios de trampas electorales. En el 2006, Vicente Fox, pasó a la historia como el jefe de los mapaches azules para sentar en la silla del poder presidencial a Felipe Calderón. El panismo, estando en el poder aprendió y perfeccionó las técnicas del mapacheo.
Andrés Manuel López Obrador vivió y padeció en carne propia a los mapaches, por eso cuando ganó la presidencia, lo primero que le encargó a la bancada de Morena fue legislar sobre el tema y penalizar como castigo grave el fraude electoral. De hecho, muchos de los morenistas que hoy están en el poder, padecieron y fueron víctimas de estas páacticas, por eso a matacaballo sacaron la reforma que se aplica ya en este proceso electoral.
Pero muchos no saben la dimensión de esta nueva legislación y andan oróndamente cometiendo fraudes y trampas, sin medir las consecuencias. Saben que está penalizado el fraude, pero desconocen que la ley ahora tiene “uñas y dientes”, y que es implacable.
Por eso los árbitros electorales, los responsables de sacar adelante esta elección de junio en Tamaulipas, están asumiendo un actitud admirable. Traen a todo mundo bajo la lupa y están anotando y registrando todos los incidentes que seguramente van a meterle mucho ruido al resultado final. Muchos de los que hoy se sienten ganadores, pueden llevarse grandes sorpresas en los tribunales, y no tanto porque los adversarios los impugnen, sino porque la misma autoridad electoral, desde ahora documenta hasta la más mínima anomalía que puede modificar el resultado electoral.
Los funcionarios electorales del IETAM y los auxiliares que están apoyando el proceso desde el INE, tienen comunicación diaria con el Consejo General del Instituto Nacional Electoral y pasan información de todo lo que ven y escuchan. De ahí que hoy como nunca, los árbitros electorales están cumpliendo, ahora sí, cabalmente con su tarea. Así que los mapaches, que todavía andan por ahí, deben de andarse con mucho cuidado.