Ciudad Victoria se está expandiendo cada vez más y más. Lo que antes eran colonias alejadas con unas cuantas casitas se va convirtiendo en una espesa mancha gris de paredes y ventanas, salpicada por publicidad de pequeños negocios, changarros etc.
Es muy común pasar por algún vecindario y decir “Ah caray esta tienda no estaba aquí hace unos meses” o preguntarse a uno mismo “¿qué esto no era antes puro solar baldío?”.
Pero el crecimiento de la ciudad trae consigo la obligación de satisfacer múltiples necesidades: desde las mas básicas como el agua potable o el suministro eléctrico hasta misceláneas, purificadoras, tortillerías, vulcanizadoras y un sinfín de chambas y talleres.
Uno de estos oficios, y que ha acompañado al hombre desde el inicio de la civilización es sin duda la carpintería.
Muy por el contrario de lo que se pudiera pensar, esta chamba no ha sido desplazada por el avance tecnológico, antes bien ha ido a la par de su desarrollo.
El Caminante se fue a echar la platicada con un carpintero que labora al oriente de la calle Mina. A pesar de tener un chingo de chamba, Don Jesús, accede a ser entrevistado.
El calor en la capital es abrasador, y bajo un techo de lámina la temperatura no solo es abrumadora, sino que crea un ambiente bochornoso que se conjuga con la picazón en la nariz por el tamo de la madera y un ligero olor a solventes.
Aquí la cantidad de piezas en desarrollo es impresionante, desde trabajos terminados hasta primeros trazos sobre la madera: gabinetes, sillas, pequeñas mesitas, libreros y cajones que formarán parte de closets y cocinas integrales. Complementan la imagen las diversas herramientas que el patrón ha proveído para llevar a cabo la chamba.
Don Chuy se dedica a trabajar la madera desde hace veinte años. Aunque en su familia nunca hubo quien se interesara en este oficio, él lo eligió para ganarse la vida de manera honrada además de que como el afirma, es muy satisfactorio y le encanta hacerlo.
Así fue como el joven Jesús egresó del Itace a los 18 años de esta especialidad en aquel entonces. Al integrarse a la vida laboral pasó algún tiempo en tres o cuatro talleres hasta llegar al negocio donde trabaja actualmente
El carpintero, un poco apurado pero muy sonriente platica que lo que mas le gusta es armar, y en especial instalar. Por ejemplo los closets, observar como va agarrando forma la estructura completa. Antes de esto quizás para el lector podría ser difícil visualizar la pieza en su totalidad pues en el taller solo observará ‘triplays’ cortados, “tiritas” (como les llama don Chuy) pedazos de marcos etc “pero ya cuando esta armado te da gusto ver el resultado final” cuenta el hombre.
Pero la instalación también puede ser a la vez lo mas difícil, pues él, como todo carpintero, toma medidas del hueco donde se construirá la cocina o el closet y aparentemente se ve todo bien, sin embargo al empezar a empotrar las primeras piezas “luego resulta que la pared esta chueca hay bolas por todos lados o puede que este muy dura la pared o por el contrario que este muy bofa” detalla el carpintero, “y eso complica colocar los taquetes para sujetar cada pieza de madera”.
En esta región noreste del país las maderas con las que mas se trabaja son el cedro, aunque es relativamente mas caro y el pino que es mas económico. El cedro es suave y maleable sin embargo es el preferido de las termitas y polillas lo cual puede llegar a ser fatal para la mueblería y por consiguiente para toda la inversión.
En la actualidad para este problema existen muchos productos en el mercado que acaban con los bichos “come muebles” como el pentaclorofenol pero en tiempos pasados cada carpintero creaba o mezclaba su remedio para evitar que los animalitos literalmente devoraran la madera.
Los trabajos que los clientes encargan pueden ser desde pequeños enseres hasta muebles de grandes dimensiones.
Don Chuy recuerda en especial la vez que construyó un librero enorme de cuatro metros de largo por dos y quince centímetros de alto, es decir literalmente una pared de biblioteca.
Si bien, la mueblería en general ha abaratado sus costos gracias a la industrialización, lo cierto es que el nivel de calidad en su elaboración o materia primas ha bajado y mucho (algunos están unidos solo con grapas y pegamento chafa y otros están fabricados en su totalidad de papel o aserrín prensado).
En dia de hoy comprar un mueble en las famosas tiendas de abonos chiquitos o aquellas que ‘sueltan’ mercancía a crédito puede llegar a ser prácticamente “un volado” pues nunca se sabe exactamente que tiempo de vida útil tendrá.
Como dice Don Chuy acerca de este tipo de productos “Si no lo mueves, te aguantará máximo unos cinco años, pero un mueble bien hecho en una carpintería puede durarte toda la vida”.
En sus dos décadas de trabajar con la madera el carpintero confiesa que ha sufrido algunas lesiones menores como cortaduras y martillazos, pero gracias a Dios nunca algo severo que deba ser suturado. Por eso es necesario que quienes se dedican a este oficio o deseen aprenderlo tomen siempre la mayor precaución al realizarlo y usar el equipo de seguridad recomendado.
Si bien, este oficio es una fuente de creatividad y una forma de arte muy admirable también puede llegar a ser una tarea muy cansada, tanto a la hora de instalar la pieza o al realizar tareas un tanto monótonas en las que el cuerpo esta sujeto a posturas rígidas o que exigen una curvatura en la espalda, como lo puede ser lijar una superficie amplia o al pintar recovecos o planos escondidos del mueble. “Cuando instalas, uno de perdido se mueve pa’lla y pa’ca, pero al pintar o lijar un mueble se cansa mas el cuerpo por estar todo el dia en la misma posición” advierte Don Chuy”
Hace muchos años conseguir herramienta para trabajar en un taller era muy difícil, pues a veces había que encargarlo a las “chiveras” que van “al otro lado” (EEUU) o ahorrar mucho para comprar en alguna ferretería la sierra circular, caladora, la compresora o el taladro necesarios. Afortunadamente la globalización de la economía ha acercado a los maestros de este tipo de oficios la herramienta obligada para llevarlo a cabo. Obviamente la calidad de cada aparato puede variar de acuerdo al fabricante, pero definitivamente el cuidado y mantenimiento que el carpintero le de a sus herramientas ayudarán a que le dure un buen tiempo.
Don Chuy de manera muy educada pide al Caminante que concluya el cotorreo pues es momento de continuar con la chamba.
Alguna nueva pieza que formará parte de un hogar victorense o que se usara en un negocio será terminada esta semana y dará testimonio de la destreza del artesano. Por eso aun y con ser uno de los oficios mas antiguos de la humanidad, el trabajo de carpintería seguramente seguirá siendo uno de los mas solicitados.
El Caminante agarra sus ‘chivas’ y continua su peregrinar por la capirucha. Demasiada pata de perro por esta semana.