Aunque en la política mexicana sus actores escarmientan poco en cabeza ajena, hay experiencias que los grupos azules, Prietos y tricolores, que ya suspiran por la elección del 2022, podrían consultar para evitar cometer los mismos errores, ya se que aún no pasa el 2019 y que la elección local es pasado mañana, pero se me hace prudente el tema, porque hay quienes estando en la boleta del domingo, piensan en la del 2022.
Así es mis queridos boes, y aquí aclaro, que aunque algunos ‘picudos’ de la política estatal no van con nombre y rostro en las boletas que usaremos este fin, el resultado que el partido en el que militan obtenga, determinará el fin de sus sueños futuristas o el recargo de energías para seguir con sus aspiraciones, por eso me refiero a que ahí están en las papeletas.
Algunos de ellos lo deben tener registrado en la mente, aunque no lo recuerden, porque tal vez su egocentrismo, el equipo de barberos aduladores que lo rodea, o simplemente la locura por el poder los priva, les impide ponerse en los zapatos de los que le recordaré.
Corría el 2005, Eugenio Hernández Flores era flamante gobernador de Tamaulipas, las crónicas políticas de por aquellos días no tienen desperdicio, eran una mezcla del enamoramiento del físico del ojiverde y la exaltación del uso del poder absoluto que éste detentaba.
Había ganado de calle la elección y no había quien le hiciera sombra, podía hacer lo que quisiera, desde rifar carros entre los que ‘escribían la historia’ de su mandato, hasta diseñar u dirigir la ruta de quien él quisiera que le sucediera en el cargo.
El elegido desde el 2005 lo fue José Manuel Assad Montelongo, un tipazo en lo personal, buena persona quiero decir, pero que como experiencia tenía sólo la administración de algunos negocios familiares, aún con ello fue nombrado Tesorero Estatal.
Para el 2006, El Güero Assad ya era el delfín casi casi oficial, Eugenio lo empuja para la Senaduría de la República y de ahí todos sabíamos que seguía la gubernatura.
El aparato estatal y los escribanos del régimen se lanzaron con todo a la campaña en pro de El Güero Assad, había tanta confianza de que se arrasaría la elección que se dieron el lujo de ponerlo en la segunda posición como compañero de fórmula de Amira Gómez, la que no tenía ni que despeinarse para ser senadora.
Y es aquí donde los suspirantes de hoy deben poner atención; porque mientras daban por descontada la victoria para la Senaduría, el equipo de Assad ya se preparaba para la elección por la gubernatura.
Había que, bien que los recuerdo platicar, ir a prepararse, unos correrían al DF y otros hasta España, marketing, imagen, propaganda y hasta etiqueta. Había que estar listos para la sucesión.
El domingo por la noche, tras la elección el sueño de Geño, Assad y el séquito que les rodeaba, ya era una pesadilla, el PRI y El Güero habían perdido la senaduría, arrastrados a la victoria por Felipe Calderón, los panistas se llevaron la elección.
Fue entonces que el reparto más de cuatro años del pastel que significaba la gubernatura para Assad y los suyos era solo una triste anécdota.
La historia después de la derrota todos la sabemos, el empresario regreso a la administración de Geño como Secretario de Administración y luego de Educación, con la tremenda experiencia para este último cargo que le daba ser padre de familia de pequeños estudiantes.
El caso es que ese ejemplo debe servirle a los que hoy sienten que este domingo los ciudadanos se van a lanzar en hordas a votar unánimemente por ellos o por su partido, porque en el 2022 les depara el poder total del Estado.
Es más, ni siquiera siendo candidatos a la gubernatura y sin competencia y con todas las encuestas a su favor, tienen cien por ciento garantizado asumir el poder.
No exagero, ahí está la historia de Rodolfo Torre Cantú que sucedió a Assad como delfín, al que unos días antes de ganar, porque ganaría y de calle, lo ejecutaron y fin de la historia y el sueño.
Ahora que si quieren un espejo más reciente, ahí está el de Baltazar Hinojosa en el 2016, quien junto a los suyos recorrió Tamaulipas como si ya fuera gobernador y apenas era candidato y ya saben la tragedia política que vivió.
Insisto, nada, ni nadie y menos una bola de aplaudidores a sueldo, llamados equipo, pueden darle la certeza a un personaje que su destino es la cumbre del poder.
Mi recomendación para esos que y están apuntados, insisto azules, PRIetos y tricolores, es que le bajen tres rayitas a la vanidad, que por el contrario se vistan de humildad y comiencen a construir despiertos la posibilidad de que lo que soñaron se concrete.
Verde, PT… ¿sobrevivirán?
Si las encuestas no fallan, es muy probable que el Partido Verde pierda el registro estatal tras la elección del domingo y por las mismas anda el pronóstico para el Partido del Trabajo.
¿Será que Jesús González Macias, Patricio King y Marcelino Cisneros van a tender que aprender a trabajar, tras años de vivir de las prerrogativas vedes?. Veremos.