Tengo un amigo que vive cerca de Toluca. En el último año lo he visto unas cuantas veces. En esos encuentros ha insistido en invitarme a su casa. No es sólo hospitalidad lo que le mueve. Quiere que dé fe de un hecho, afirma, muy particular. En el Edomex, me asegura, se vive en un tiempo distinto, uno en donde la elección del 1 de julio no ocurrió.
Debo reconocer que soy un mal amigo. A pesar de la amable insistencia de mi amigo, no he viajado al Estado de México a comprobar que allende la Marquesa el viejo sistema priista goza de cabal salud.
Pero para qué sirven los medios de comunicación sino para, de vez en cuando, llevarnos a lugares sin que abandonemos nuestro sillón: no tuve que viajar al Edomex para aceptar que mi amigo tenía razón.
Hace diez días circularon fotos y videos de una boda en el Edomex donde, más que la novia, llamaron la atención –al menos de los mirones externos– varios de los invitados como un expresidente de la República y su nueva novia, el polémico líder del sindicato de petroleros, abogados de puro en ristre, un cantante transnacional y transgeneracional como Julio Iglesias y, ni más ni menos, tres ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Con tan selecta concurrencia, chula de bonita que se veía la mesa principal, que, insisto, no era la de los novios. Vega Sicilia para todos, mesero, porque ¿quién dijo cambio? ¿Quién austeridad?
No me malinterpreten. Cada quien que se case como quiera o pueda. Tan sacrosanto derecho no está aquí en cuestión. Salvo en este caso, quizá, por dos puntos.
Para tratar de explicar el primero de esos puntos, pido palabras prestadas al ministro en retiro José Ramón Cossío, quien días antes de la boda de marras dio una entrevista a La Silla Roja, en El Financiero.
Cuestionado sobre el tema de “los altos salarios” de jueces, magistrados y ministros, Cossío hizo un recuento de por qué se otorga a los miembros del Poder Judicial de condiciones materiales que les posibiliten el sustraerse de asuntos mundanos, en la idea de que puedan dirimir los conflictos entre particulares, o entre el Estado y un particular, con la menor de las influencias posibles. Así lo explicó:
“La vida es muy restringida, no se va a bodas, no se va a fiestas, no se va…”.
-¿No tienen compadres?
-No, exacto. De verdad se echa uno para atrás. Entonces sí hay restricciones.
Queda claro que hay tres ministros de la Corte a los que el prurito expuesto por Cossío o no lo conocen o no lo comparten. Mario Pardo Rebolledo, Luis María Aguilar y Eduardo Medina Mora, ministros los tres, no ven conflicto alguno en departir con uno de los abogados más conocidos de México, uno que posiblemente, nunca se sabe, podría en el futuro llevar un caso choncho ante la Corte.
Mas supongo que estoy viendo las cosas con ojos de cambio y no con los bonitos ojos del pasado. Porque seguro que en el Estado de México en 2019 es bien normal que uno sea abogado y pueda hacer que tres ministros de la SCJN coman y beban en la mesa de uno. Esas son fiestas, xingao. ¡Que viva el papá de la novia!
Mi segunda reserva es un poco más difícil de explicar. Los ve uno ahí, en las fotos, departiendo y no puede dejar de pensar en los dinosaurios. Pero no en los que convivían con los búfalos cuando los mexicanos ya eran cosmopolitas, qué va, sino en los dinosaurios que siempre fueron los priistas, incapaces de ver el cambio ni cuando se les cayó todito el sistema en el 88 o cuando los zapatistas tomaron San Cristóbal en 94.
Los ve uno ahí, risueños y felices al tenor de Julio Iglesias, que dan casi envidia. Qué ganas de ser un dinosaurio que no se da cuenta de que el meteorito está por caer, que no pocas cosas han cambiado, y seguirán cambiando –con rumbo desconocido—, desde el 1 de julio.
Qué sábado más agradable, qué fiesta más bonita. “Para que cuando nos vaya mal, nos vaya como hoy”, seguro que alguien pensó al brindar ese día. Si tan solo la felicidad pudiera durar para siempre. Lástima que no todo México es el Edomex. Lástima que tuvieron que volver a la realidad y ver pocos días después, en las noticias, que fue detenido uno de los suyos, y que andan persiguiendo a otro que hace no mucho iba a esos convites.
Solo les queda una tranquilidad, eso sí, en caso de que AMLO vaya en serio y el meteorito del cambio llega a impactar: en una de esas algún abogado presente en esa fiesta tendrá que defender a los amigos mexicanos de Odebrecht, y en ese caso, qué buena cosa poder pasar a saludar a Medina Mora, Aguilar y Pardo Rebolledo y decirle, oye, ministro ¿te acuerdas qué padre la pasamos en el Edomex? Si esos tiempos pudieran volver.