28 abril, 2025

28 abril, 2025

Yo atravesé el infierno de las adicciones

El camino a la recuperación de Santiago sería como una montaña rusa, subidas lentas, pronunciadas caías a una vertiginosa velocidad: he aquí el final de esta historia

Santiago regresó a Ciudad Victoria con mas tristezas que esperanzas. Su familia ya empezaba a resentir sus adicciones pues casi casi vivían esperando un nuevo suceso que les arrebataría la tranquilidad.

El aun adolescente se topó con la vida preparatoriana, una de las mas gratificantes de la juventud, cargando ya serios problemas de adicciones.

Su rebeldía y cinismo le llevaron al punto de ingerir bebidas alcohólicas y sustancias tóxicas incluso dentro de los planteles escolares. Fue expulsado una y otra vez al grado de darse por vencido e interrumpir indefinidamente su educación media superior.

Un dia en la vida de Santiago en aquellos años se podría resumir en tres palabras: drogarse y delinquir.

Tras el efecto de la dormidera buscaba rápidamente algo para saciar el hambre que le daba el ‘bajón’ y al caer el sol ya se preparaba junto con su inseparable compinche para asolar las zonas escolares.

El ‘modus operandi’ mas común para sus fechorías era ‘jalar cadenas’ y echarse a correr. Su zancada larga le dio siempre buena ventaja para las persecuciones.

En otras ocasiones empleaba armas punzocortantes y hasta piedras para amedrentar a los transeúntes.

Según sus propias palabras lo que hace de este delito algo rentable no es en si la facilidad para asaltar, sino la gran cantidad de ‘compradores de chueco’ que abundaban desde entonces en la ciudad: les tomaban desde joyería, bicicletas, artículos de cocina, ropa, zapatos… y cualquier que se pudiera revender. El efectivo que recibían a cambio lo usaban para comprar mas droga ya si se completaba un círculo vicioso que nunca terminaba y se volvía mas intenso cada vez.

Pero las cosas se tendrían que complicar en un momento. Cierta vez Santiago y su cómplice asaltaron violentamente a un estudiante a orillas del Rio San Marcos y se fueron a refugiar a un dren que conecta con la colonia Mainero. Solo unos minutos después escucharon una gran movilización policiaca en la superficie. Resultó que el joven al que habían atracado era hijo de un alto funcionario de la entonces Procuraduría General de la República. Al localizarlos en ese tunel subterráneo un grupo de agentes fueron tras ellos disparando a matar.

Los jóvenes corrieron rumbo a ese laberinto de puestos que es la zona de mercados. Lograron esconderse en negocios que les ‘tiraron paro’. Por largas horas estuvieron ocultos bajo mostradores o bodegas.

Pero esta sería una fechoría que le traería consecuencias a Santiago. Durante un mes policías de la PGR le estuvieron ‘haciendo campana’ con patrullas en ambas esquinas de su cuadra. Sus familiares optaron por sacarlo de la ciudad. Primero fue llevado hasta el estado de Michoacán; después fue a Ciudad Mante. A cualquier lugar a donde fuere su adicción siempre le persiguió.

En Mante, residía su hermano mayor quien contento lo recibió. Poco duró el gusto. En la urbe cañera Santiago conocería una de las drogas mas devastadoras y a la vez mas fáciles de conseguir: la piedra. Esta sustancia que no es las que el desecho (la escoria) de otras se convertiría en su inseparable amiga.

En aquellos primeros años del nuevo milenio Santiago conocería a quien sería la madre de su primogénito: una persona que también estaba ganchada en el problema de las adicciones, sin embargo ambos lograron pasar por un tiempo de abstinencia.

El bebé nació sano, pero la pareja viviría constantes discusiones y peleas a causa de sus adicciones. Hubo incluso una ocasión en que Santiago llegó a ‘hornear’ (soplar humo de mariguana) a su propio hijo con la finalidad de que durmiera por un buen rato para poder asi drogarse a gusto.

El pico mas alto en su adicción llegó cuando la resistencia a las sustancias tóxicas lo alcanzó: el efecto que causaba en el cada vez era menor así que empezó a hacer cocteles o combinaciones de varias: Dos rayas de coca, una piedra, thinner y un cigarro de mariguana. El impacto era atroz, al grado de dejarlo rígido y con taquicardia. Con esta nueva racha llegaron nuevamente los asaltos y los robos. En esta ocasión no quedarían sin castigo. Fue encarcelado en el penal local. Debido a esto Santiago y la madre de su hijo tomaron caminos distintos.

Dentro de la prisión, lejos de alejarse de las drogas el problema se agravó. Tras las rejas el flujo de drogas era constante.

Un dia, Santiago fue liberado de su confinamiento e intentó recuperar a su pareja e hijo pero sus continuas recaídas lo hicieron imposible.

Regresó Santiago ya convertido en padre regresó a la capital del estado convencido de que necesitaba rehabilitarse.

El camino hacia su ‘limpieza’ iniciaría en algunos grupos aquí y allá. En todo este trayecto Santiago tuvo el apoyo incondicional de su madre en todo momento, pues como ella le decía “¡cuantas veces te me vuelvas a descontrolar… te vuelvo a anexar cabrón!”

Empezar desde cero fue su pan de cada día. Progresar, caer, tocar fondo una y otra vez. Una de esas veces Santiago estuvo recluido en la frontera y su padre enfermó de gravedad. De una forma u otra logró regresar a Victoria para estar con su padre quien convalecía en cama. Pasó cada minuto posible a su lado. Una noche se acostó a su lado y lo abrazó y durmió pegado al pecho de su progenitor. A la mañana siguiente descubrió que el viejo había muerto en sus brazos durante la madrugada: aguantó su último suspiro para entregárselo a su hijo. “Te esperó, considérate afortunado por eso” le dijo su madre en esa ocasión

Fue este un duro golpe para Santiago pero a la vez una razón mas estar sobrio, pues ahora le tocaba a el durarle muchos años a su pequeño hijo.

Muchas cosas tristes habrían de ocurrirle a Santiago en su intento por recuperarse al 100%. Trabajos ocasionales, desacuerdos con antiguos camaradas y ver como otros más no sobrevivieron. Engaños, golpes el juicio de quienes no conocieron completamente su historia y un sin fin de brocas.

Santiago tiene ahora ocho años limpio y es un fiel testimonio de que se puede salir del infierno de las drogas. Con el paso de los años conoció a su nueva pareja: una joven y hermosa mujer que le dio la dicha de volver a ser padre, ahora de una preciosa niña. Tiene no solo uno sino dos empleos, y a la par se dedica a apadrinar jóvenes y acude a escuelas y otros centros a compartir su experiencia. Si él, que cayo a lo mas bajo no una sino decenas de veces pudo salvarse, de seguro que habrá muchos mas que podrán hacerlo, vivir un nuevo dia lejos de las adicciones.

Cuando ha llegado a ser detenido por la policía debido a su aspecto el sentencia: “yo ya no le debo nada a la sociedad, lo que hice ya lo pague y de ocho años para acá soy otro pedo, estoy limpio y ayudaré que otros lo este” los agentes ‘se cuadran’ y hasta le profesan su admiración.

El futuro no será fácil, pero Santiago se aferra a aquellos que también se aferraron a el y nunca lo dejaron tirado en el piso: su familia. Mantenerse limpio y cuerdo para su familia es hora su único objetivo y disfrute, un disfrute que le arrebató por años el infierno de las adicciones.

Facebook
Twitter
WhatsApp