24 diciembre, 2025

24 diciembre, 2025

Mis expedientes «X»

Aquel día, un compañero del CISEN (Centro de investigación y Seguridad Nacional) y yo subíamos corriendo las escaleras al tercer piso de un departamento de la ciudad de México, luego de caminar por un pasillo en penumbras, entramos a un pequeño salón, y ahí, en un sillón, de espaldas, viendo una pelea de box… estaba Don Fernando Gutiérrez Barrios.
Yo había ingresado al CISEN hacia dos años y ahora estaba promovido para jefe de investigación, cosa que se cumplió el mismo año. Al regresar a Tamaulipas.
Llegué a la ciudad de México y me di cuenta que la había regado, hacía más frío que el programado por mi imaginación. En la antesala donde se espera todo, un guardia del CISEN no me dejaba pasar. «Necesitas una recomendación de la delegación para siquiera tener derecho a presentar». Y yo eso no lo sabía, lo supe en ese instante, ya estando allá. Días antes el delegado de Tamaulipas, quien debió recomendarme por escrito, había tratado de persuadirme para que no fuera a México a gastar mi dinero.
Pero ahora estaba ahí, con frío, en la entrada, y como tantas veces en mi vida, me sentía vació, no sabía nada, me estaba dejando llevar por lo que pasa cuando a uno ya nada importa.
Era hora de entrada de oficinistas, así que vi la llegada de una buena parte del personal, en especial a uno de ellos que reparó en mi y luego de preguntar algo que debí escuchar, pero que no escuché por lo distraído que soy, me mandaron llamar. Ven. Y me acerqué.
Uno de ellos me dijo. «Acompaña al licenciado, él va a recomendarte y ahorita me tres el papel para que pases». Fue así como entré. Gracias a ese señor que se compadeció. A los 15 días salí de ahi. Tres meses más tarde ya estaba en la lista de investigadores del CISEN. Y pasaron los años. Y quien sabe.
Don Fernando Gutiérrez Barrios ya era una leyenda en la política del país. Quizás las nuevas generaciones que no lo recuerdan le den un pasaje al olvido, ya que no llegó a,ser presidente de la república como él y otros quería. Sin embargo por muchos períodos , don Fernando fue el poder tras el trono. Un equilibrador de la balanza del bien y el mal, juntas. Fue gobernador al final de su carrera, de su estado natal, Veracruz.
Pienso en la época negra de la dirección federal de seguridad en sus dos divisiones la de investigación social y la represión, pienso en el largo periodo en que don Fernando Gutiérrez Barrios se encargó de la política interior. No es fácil juzgar.
Si con la llegada de López Obrador abrieron los expedientes del CISEN, de algún modo es comprometedor para los investigadores, si no se preocuparon por cuidar las claves. Aunque los documentos más interesantes fueron destruidos en su momento o en los instantes luego de colgar el teléfono.
El CISEN sin embargo encierra información muy consistente del periodo neoliberal en sus últimas consecuencias, desde la firma del tratado de libre comercio hasta estos días en que desparece. Desde el «Quinazo», hasta los penúltimos días de Elba Esther Gordillo.
Durante ese período, de Salinas de Gortari, se combatió al cacique rural y el campo terminó de transformarse hasta desaparecer y volverse un patio de las transnacionales. Algunas cooperativas -como el Ingenio Mante- fueron privatizadas, y sus obreros y campesinos condenados al larguísimo trámite de cobrar sus derechos impagables. Fue un jaque mate con triunfo provisional del neoliberalismo.
Sí. El CISEN era una fortaleza al principio de los noventa, ubicada en Barranca del muerto en la delegación «Magdalena Contreras». De paredes gruesas, e inexpugnables, con un bajo relieve construido, donde se comía, se hacía ejercicio y se bañaba uno. Enfrente el edificio enorme de cemento se comunicaba con otros mediante puentes peatonales. Nunca pregunté por qué en el sótano había tantas camionetas camufladas de Telmex, pero me lo imaginaba. Sin pintar, el edificio así gris lucía bonito; pero por dentro, el lenguaje, las preguntas, el hermetismo, eran hasta cierto punto tenebrosos. Era el búnker de inteligencia de Salinas de Gortari.
Adentro de esas paredes, se «tallereaba», se daban cursos, se interrogaba y se tomaban decisiones muy fieles al presidente de la república. De ahí salía una tira informativa para el presidente todos los días y entraba un requerimiento de información que daba la vuelta al territorio mexicano y regresaba con una respuesta contundente y definitiva.
La oficina había pasado de ser dirección federal de seguridad para convertirse en CISEN y luego luego nos dijeron en qué consistía el cambio de imagen. Pedían consagrar la ciencia de la investigación, por sobre los chismes, profesionalizar el servicio pues, pero sobre todo alcanzar los más amplios márgenes de honestidad y honradez, cosa que se cumplió en los «bueyes de mi compadre», desde antes y después.
El cambio de imagen del CISEN  llegó con su amiga la austeridad, se mejoraron los sueldos y se castigó con fuerza la deslealtad, pero se rentaron inmuebles vetustos, se redujo el presupuesto y cuando sospechamos que era un asunto del delegado, supimos que hubo un cambio y que el cambio siendo también de delgado y de titular de CISEN hizo que estrenáramos oficinas nuevas y que brincáramos en una pata con unidades nuevas. El resto es historia, anecdotario prohibido, quizás.
 Por eso, en los exámenes de ingreso, querían cerciorarse de que les eras fiel y que en el marco de esa honorabilidad percibida en tres días de acoso, supieras soportar las estrategias para sacarte las sopas, hacerte creer una cosa por otra, exigir que dijeras la verdad aunque fueran mentiras, con el polígrafo frío, todavía con cables conectados a la orilla de la vida.
Ver a Don Fernando Gutiérrez Barrios ya retirado del ámbito político, y escuchar algunas de sus palabras y frases me hicieron viajar a todos los tiempos de la historia de México. Pero no imaginé este tiempo, con mi expediente «X» y los expedientes del CISEN abiertos.
HASTA PRONTO

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