Eran otros tiempos, no recuerdo la fecha, pero si la época, Tomás Yarrington era gobernador y el PRI aún era llamado el invencible, la aplanadora, ella era una mujer recia, de hablar más allá de lo claro y directo, la número dos de aquel gobierno estatal como Secretaria General de Gobierno, Laura Alicia Garza Galindo.
Así es mis queridos boes, los millenials no la conocieron en el esplendor de su vida pública y política, senadora dos veces, diputada federal, funcionaria federal, todo lo que quiso, tal vez, nunca dijo que quería, pero le faltó ser gobernadora.
Por aquellos tiempos, a los que quiero referirme, mis pasos por la corresponsalía del periódico EL NORTE en Tamaulipas habían terminado abruptamente, me había tenido que ir a Monterrey, cobijado por el mismo periódico, pero acusado en tierras cuerudas de casi todo, porque entonces criticar a un gobernador era razón suficiente para ser perseguido.
Nunca deje mis lazos en Tamaulipas, mi familia, amigos sabían que regresaba a la capital cada jueves por la tarde, con la prudencia necesaria, el bajo perfil obligado y lejos de la vista de quienes habían inventado de mí hasta que formaba parte de un grupo subversivo que intentaba desestabilizar al Estado, hoy me rio, por aquel tiempo mentaba madres (mentalmente) y me escabullía en el anonimato, para no incomodar al poder en turno.
Uno de tantos días, estresado por el trabajo en Monterrey decido no viajar a Victoria, sino seguirle derecho a Tampico a pasar el fin de semana, solo mi mamá sabía mis planes, al menos eso creía.
Llego al puerto y me instalo en el Hotel San Antonio, si el mismo de la Avenida Hidalgo y entonces mis planes cambiaron. No había pasado una hora de estancia en Tampico y ya tenía una llamada de uno de los ayudantes de la entonces poderosa Laura Alicia Garza Galindo.
¿Qué haces en Tampico mi meli?, si mal no recuerdo me pregunto, quien por ese entonces era funcionario en el sur y muy cercano a Laura.
Nada, me vine unos días a descansar, debí responderle, porque esa era la verdad, pero ya no se pudo, porque a partir de la llamada Garza Galindo tenía una agenda para mi.
Cené con él funcionarlo, de un organismo descentralizado de esos que venden agua y quedó de buscarme al día siguiente y así fue.
Por la mañana llegó, con la novedad de que Laura Garza Galindo estaría en Tampico y entonces, al almuerzo se sumó Manuel, uno de los más cercanos colaboradores de la Secretaria General de Gobierno.
“Hay que ir por Laura al aeropuerto”, me dijo Manuel, claro que la curiosidad periodística me hizo ceder y ahí tenían al reportero de EL NORTE de chofer de Garza Galindo quien llegaba de Victoria en un pequeño avión del estado.
No se anduvo con rodeos, luego del saludo amable, con apretón de manos y abrazo y palmadas bien dadas, porque nunca fue una debilucha mujer, Laura fue directa: “¿qué andas haciendo en Tampico pinche güero?, no me salgas con la mam… de que descansando, ¿a quién vienes a ver?”
Mi respuesta fue la misma, la verdad, quería descansar un poco, no vería a nadie relacionado con la política, no tenía cita con nadie de hecho, solo quería echarme en la cama, en la alberca y comer y comer.
No me creyó, aunque el interrogatorio siguió por casi dos horas durante el almuerzo, -¿vienes con los petroleros?, -¿anda acá el Yuca?, entre otras me lanzó el mujerón aquel entre cigarro y cigarro y ataques de tos constantes, porque ese día andaba con tremendo gripón, pero ni así dejaba el cigarro.
Almorzamos, nos reímos, me preguntaba, le contestaba, hacia que me creía, pero volvía a preguntar, terminé llevándola a que la inyectara una amiga de ella que no supe quién era.
Eran otros tiempos, pero me sorprendía cómo desde esa oficina en la General de Gobierno sabían dónde estaba cada persona que les interesaba tener a la vista.
Laura Garza Galindo era una mujer empoderada de verdad en aquellos tiempos, podía ser o no amable, condescendiente o tenía a la mano para ser una tirana si quería, porque no había oposición enfrente, Tamaulipas era propiedad total del PRI, pero ella con todo y su poderío escogía siempre el buen trato muy a su estilo.
Recuerdo que comimos y luego junto a su colaborador de Victoria la regresé al aeropuerto ya tarde, al día siguiente decidí regresar, porque ya no había tiempo para el descanso, Laura y su gente había liquidado mi cuenta del hotel; un gesto que no agradecí en su momento.
Laura Alicia Garza Galindo murió ayer de causas naturales, se fue una mujer que vivió a plenitud los años de gloria del PRI, se fue sin saber por la enfermedad que la aquejaba, que su partido es hoy una caricatura ante la falta de figurones como ella o como el ex diputado federal Pedro Reyes quien también falleció ayer… que a Laura y Pedro Dios les reciba en su reino. Comentarios: meliton-garcia@hotmail.com Twitter: @melitong