El choque protagonizado por los morenistas Ricardo Monreal y Martí Batres en la polémica elección por la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores es una muestra representativa de una pugna de mayor profundidad: la identidad y el rumbo del Movimiento de Regeneración Nacional.
Si bien Morena es ‘el partido del lopezobradorismo’ (tal como lo califica el historiador y académico Rosendo Bolívar Meza), en su interior conviven, como en todas las organizaciones políticas, diferentes grupos y corrientes, con sus respectivos liderazgos.
Dos de esos líderes visibles que han acompañado en su lucha política a Andrés Manuel López Obrador son Ricardo Monreal, coordinador de la fracción parlamentaria de Morena en el Senado; y Martí Batres, hasta ayer presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Alta.
¿Dónde radica la diferencia política entre ambos personajes que hoy sostienen uno de los conflictos más mediáticos del morenismo? La respuesta es clara: en su pasado.
Ricardo Monreal inició su participación política en el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Ese es su origen, ese es su sello. Nacido en Plateros, Zacatecas, llegó a ser secretario de acción política de la Confederación Nacional Campesina (CNC). Fue senador y dos veces diputado federal con la bandera del priismo.
Martí Batres, nacido en la Ciudad de México, tiene otro origen: Cuando todavía no cumplía la mayoría de edad, repartía volantes del Partido Comunista Mexicano (PCM).
De joven, militó en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), donde convivió con gente de la izquierda que años después cobraría relevancia en el periodo de la transición y la alternancia democrática: Amalia García, Pablo Gómez y José Woldenberg.
Aunque Ricardo Monreal y Martí Batres fueron miembros del Partido de la Revolución Democrática, llegaron por caminos distintos: el zacatecano se integró al PRD cuando el PRI no le dio la candidatura a la gubernatura de su estado; el chilango fue uno de los fundadores del sol azteca, junto con Cuahtémoc Cárdenas, Heberto Castillo y Rosario Ibarra de Piedra.
El pasado político de los dos senadores representan, en buena medida, lo que es Morena en su esencia: la mezcla y difícil convivencia de dos grupos ideológicos, uno proveniente de la corriente nacionalista del priismo (Monreal), y otro heredero de la izquierda creyente de una transformación más radical -socialista- del país.
La tensión entre ambos grupos ideológicos y de poder se remonta a la época en que el PRI ejercía la Presidencia Imperial, cuando los movimientos sociales de izquierda fueron aplastados de manera autoritaria.
Por esa razón, Ricardo Monreal es y será visto con suma desconfianza por las diversas corrientes de izquierda (las encabezadas por Yeidckol Polevnsky, Claudia Sheinbaum, Martí Batres) que aglutina el Movimiento de Regeneración Nacional.
Ayer lo vimos: A pesar del distanciamiento que sostienen, la presidenta nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, prefirió darle su respaldo a Martí Batres, y de paso criticar con dureza a quien considera su acérrimo adversario y con quien no iría ni al Oxxo de la esquina, Ricardo Monreal.
El pleito con Yeidckol registra escenas vergonzosas protagonizadas por Alejandro Rojas Díaz Durán, suplente del senador zacatecano. Su golpeteo, caracterizado por medias verdades y falsedades completas, alienta la división del partido lopezobradorista. Es una película que tuvo un traidor pasaje en Tamaulipas.
En ese sentido, se puede decir que el zacatecano unió a sus enemigos… en su contra. Esa no es una buena noticia para el coordinador del grupo parlamentario de Morena en el Senado. Al confrontarse con los distintos grupos de la izquierda morenista, prácticamente ya se puede despedir de su aspiración de ser candidato del partido lopezobradorista a la presidencia de la república en el lejano 2024.
Considerado ‘factor de división’ por Batres y Polevnsky, desde hace varios meses Ricardo Monreal entró de forma innecesaria en una espiral de confrontaciones con liderazgos de la izquierda morenista, conflictos que ya le dejaron un alto costo: su ‘operador’ Alejandro Rojas no tiene oportunidad alguna de alcanzar la presidencia nacional del partido.
Si bien el zacatecano logró hacer a un lado de la presidencia de la Mesa Directiva del Senado a su adversario Martí Batres al colocar a la tabasqueña Mónica Fernández Balboa en el cargo, aventó gasolina a la hoguera de las vanidades políticas de un movimiento que parece fracturarse rumbo a la elección de su nueva dirigencia nacional.
¿ALIANZA ROTA EN EL PAN DE MADERO?
Algo sucedió en la asamblea dominical del PAN en Ciudad Madero que fracturó la alianza pactada en la etapa proselitista entre ‘Los Morado’ y el binomio Esther Lozano-Juan Torres.
Eso se reflejó con mayor claridad en la elección de los candidatos a consejeros estatales, donde Esther Lozano y Juan Torres no alcanzaron los votos suficientes para entrar a la siguiente ronda. Sin embargo, los que sí accedieron a la asamblea estatal fueron Oscar Morado, Elvira Alvarez e Iveth Quintá.
Algunos dicen que a la hora buena ‘Los Morado’ no movilizaron a toda su estructura de la zona norte de Madero y, con ello, retiraron su respaldo al proyecto de reelección de la presidenta del comité local. Otros aseguran que en realidad ‘Los Morado’ también han perdido fuerza al interior del panismo maderense.
Y PARA CERRAR…
En esta semana, Pedro Romero Sánchez deberá reunirse con Rosario González para ver los temas del proceso de entrega recepción del comité de Acción Nacional en Tampico.
El ganador de la elección de la presidencia del PAN porteño dialogará con Charo sobre las temáticas administrativas, financieras y, por supuesto, políticas de la dirigencia.