* El columnista es Premio Nacional de Periodismo 2016, autor de las novelas “Erase un Periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo” y del libro de cuentos, “Por acá dejó su alma”.
El ensayo democrático en México es único y poco a poco nos acostumbramos a la nueva forma de vida. Los cambios llegan, con la resistencia natural de los grupos conservadores, en tanto y pese a las provocaciones mediáticas, empresariales y políticas, el país avanza.
Incluso la ultraderecha se reacomoda a las circunstancias y entiende (porque le conviene), que por encima de las diferencias debe imponerse la unidad nacional.
Así lo propone y el gobierno de la transformación lo acepta, siempre y cuando impere la justicia social como prioridad insustituible.
“Por el bien de todos, primero los pobres”, es el mensaje que alienta la tarea institucional. Es la bandera de las mayorías marginadas que durante el periodo neoliberal casi fueron extinguidas por la corrupta ambición e inmoralidad de los gobernantes y sus cómplices.
No es exagerado decir que estamos ante el nacimiento de un país donde la represión oficial desapareció, creándose en su lugar, el escenario ideal para levantar la voz con la fuerza de las convicciones de cada quien.
Los adversarios del régimen federal desean el regreso del silencio obligado por el miedo. Y aunque aceptamos que en algunas regiones las viejas prácticas persisten, lo cierto es que son excepciones al mandamiento que regula la democracia participativa.
En menos de un año mucho se ha logrado, sobre todo en el cambio de mentalidad, y en el aspecto material “ya se levantó el elefante” y empieza a caminar, empujado por los mexicas dispuestos al rescate de la república.
Por supuesto los ricos están nerviosos, y en muchos casos el temor les invade, porque descubren que el poder popular existe, que es real y capaz de echar a rodar la historia, tal cual sucedió en otros tiempos.
Solo que en esta ocasión el cambio de régimen se está logrando por medios pacíficos. Y esto debían agradecerlo aquellos que convirtieron la riqueza nacional en privada.
Algunos tendrán que responder por los daños al patrimonio social. Es obligación del estado llamarlos a cuentas por simple trámite de justicia. Aun en este aspecto, los diversos casos son tratados con toda la discreción posible, sin que dejen de ser escándalos, cuando los protagonistas son personajes que ameritan el mórbido linchamiento público.
Esto es inevitable en una sociedad dañada sin escrúpulos, los últimos seis sexenios cuando menos.
¿Quién fue el último presidente de la Revolución?. López Portillo lo presumía, tanto que en las postrimerías de su mandato intentó dejar constancia nacionalizando los bancos, condenando a los saqueadores extranjeros, declarando que defendería el peso “como un perro”, para concluir llorando y pidiendo perdón a los pobres, “por haber sido incapaz de sacarlos de su postración”.
En realidad JLP preparó el arribo de los gobiernos neoliberales, imponiendo a de la Madrid. El resto de las historias son harto conocidas porque están pobladas de codicia y deshonra.
Ahora sabemos que el saqueo de los últimos 36 años fue inmensamente mayor, al realizado por los gachupines durante los 300 años de invasión. Fracasó el sistema neo porfirista para el pueblo, pero no para los ladrones de cuello blanco.
Y ni modo que sea invento.
¿ESTORBÓ COLOSIO A LOS NEOLIBERALES?
La última oportunidad tal vez, de salvar los restos revolucionarios, la significó Luis Donaldo Colosio. Sin embargo existe la duda: ¿Sus ideas aun moderadas, eran obstáculo para los planes neoliberales?, ¿fue el motivo de su muerte?.
Han transcurrido algo más de 25 años del magnicidio de “Lomas Taurinas” y como que la historia une coincidencias, explica y aclara razones que tendrían que ver con el capital nacional e internacional.
Entonces, ¿por qué no sucedió lo mismo con AMLO, a pesar de las insinuaciones de algunos medios de comunicación y ciertos “analistas”?. Elemental, el proyecto democrático había rebasado a sus adversarios.
Cuando pusieron atención en la fuerza popular que avasallaba, fue demasiado tarde, con todo y que seguramente, deseos no les faltaron para apagar la existencia del inminente presidente.
A lo más que llegaron, fue a patrocinar campañas negras que solo sirvieron para confirmar la decisión mayoritaria de expulsar a los saqueadores.
Y en esas está el régimen morenista, “barriendo de arriba hacia abajo”, cuidando que ningún rincón sirva de escondite a los depredadores.
En este sentido, el escribidor supone que apenas es el principio de la guerra contra la corrupción y que el proceso transformador depara gratas sorpresas a la república.
Los neoliberales combatieron en la clandestinidad al candidato López Obrador haciéndole “lo que el aire a Juárez”, ahora frente al presidente de México han de temer por su osadía.
AMLO ha dicho que perdona pero no olvida. Y los mexicas en parte están de acuerdo porque ni perdonan, ni olvidan, considerando que esta última fórmula es básica para evitar la impunidad.
¡Ah, bruto!.
SUCEDE QUE
La doctora Gisela Lara Saldaña es titular de la unidad del programa IMSS-Bienestar a nivel nacional. Es una profesional de 63 años, estudió en Tampico (Universidad del Noroeste) con post grado en la universidad complutense de Madrid España.
Con la responsabilidad señalada, participa en el rescate del sistema de salud y AMLO no tiene empacho en presentarla como una profesionista comprometida con el proyecto morenista en los innumerables eventos relacionados con el tema, por toda la república.
Ella es originaria de Tula Tamaulipas, con una larga e inquieta carrera política en las filas del PAN, partido por el que logró ser consejera y diputada local (2003-06).
No se sabe que haya renunciado al PAN, tampoco creemos que sea una infiltrada azul, aunque no deja de ser un misterio la forma en que logró el mencionado nombramiento.
Al margen de su panismo reconocido, ojo, mucho ojo porque su cercanía con AMLO le podría generar jugosos beneficios políticos.
Pssst, pssst, Américo y “guasón”, ahí les hablan.
Y hasta la próxima.