Las etiquetas sociales molestan mucho porque casi siempre se establecen para denostar lo que un grupo de personas hacen para identificarse entre ellas o para desmarcarse de otros grupos, la generación joven adulta de este tiempo fue bautizada como “millennials” y se realizan estudios serios sobre su comportamiento, preferencias sexuales y sociales. Principalmente son los dueños del dinero quienes aprovechan este tipo de análisis para determinar condiciones de consumo.
Los “millennials” son los nacidos en la década de los ochenta, representan el 24 por ciento de la población en México y son tendencia en redes y medios, están siempre hiperconectados, se consideran influencers y aman lo retro, emulan muchas modas del pasado, pero se fascinan con el presente y poco se ocupan de su futuro.
De este segmento social, llama más la atención la moda y conducta del hombre que la de la mujer, pero a veces se pierden en su identidad porque rompen las barreras que les han sido impuestas como códigos de vestimenta o expresión. Los estudios sociales actuales que analizan sus gustos, determinan que son seres unipersonales, sociales sí, pero a elección, no están haciendo familia ni comunidad propia, así que les vienen pisando los talones los de la generación “centennials”, los que si nacieron después del 97 y esos si traen integrado un chip para estar inmersos en el entorno digital.
En todos los movimientos generacionales la mujer registra una evolución importante, ahora es empoderada, profesionista, activa y socialmente reconocida, nunca como ahora esta alcanzado más logros de igualdad de género, haciendo reconocer y respetar sus derechos humanos, logrando inmiscuirse en ámbitos que antes eran abiertos solo para los hombres; ante estos cambios fortalece su individualidad. Sin embargo, nunca tanto como ahora, tendrá que elegir en seguir nuevas etiquetas sociales o atender el reloj biológico que le acompaña desde el nacimiento.
La maternidad hoy es voluntaria, con suficiente información para la prevención del embarazo, con vastos métodos para programarlos, la decisión de ser madre puede esperar. No es ir contra natura, es atender el llamado del nuevo tiempo, entonces la elección de pareja o no, la formación de una familia o no, la elección de tener un hijo sin acompañamiento masculino, va cambiando nuestra historia.
Se nos ha dicho ahora, que para ser mujer no es obligatorio ser madre, que no es como pensábamos: la profesión más bella del mundo, que la realización plena de la mujer está en ser profesional y productiva, será el tiempo el que juzgue los nuevos razonamientos, pero mientras eso sucede, la confusión se apodera de muchas, porque algunas solo ven como moda eso del empoderamiento, de la productividad o competencia profesional, entonces corren el riesgo de seguir a las masas sin detenerse a revalorar su individualidad, se enfrentan así a conflictos hormonales, neuronales y sociales.
El feminismo que ahora mismo está a tope no incentiva la perdida de la identidad femenina, no se trata de ser iguales a los hombres o más fuertes, más poderosas o con privilegios, sino acceder a todos los derechos igual que ellos, simplemente como seres humanos todos. Ojalá que tanta exposición mediática de los problemas de las chicas de hoy no las lleve a cambiar roles que afecten su naturaleza.