CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.-“Era una niña de tan solo 13 añitos que no le hacía daño a nadie, pero ya está con Dios como el angelito que era”.
Así despidió su madre a Claudia Ivón, una pequeña que había desaparecido el 17 de septiembre en El Mante. Más de dos meses después, el 22 de noviembre, su cuerpo fue encontrado en Llera.
A los cinco días, en otro municipio del centro del estado, un nuevo crimen cimbraría a la ciudadanía. “Así te recordaré, mi vida”, publicaba otra madre en las redes sociales, junto a un video de Marianito, el niño de apenas seis años que fue plagiado y asesinado por un ex empleado de la familia.
Son los dos casos más recientes y más conmovedores de una tendencia que preocupa a autoridades y organismos civiles: la infancia de ningún modo está a salvo de la violencia.
Según cifras del INEGI, entre 2000 y 2017 se registraron en todo el país 19 mil homicidios de menores de 17 años, incluidos bebés de días o semanas de nacidos.
En ese periodo, en Tamaulipas se contabilizaron 675 homicidios, la mayoría durante la administración de Felipe Calderón.
Según las cifras oficiales, en el 2018, en la entidad fueron asesinados 6 niños de entre 10 y 14 años, dos de entre cinco y nueve años, cuatro de entre uno y cuatro años y un pequeño menor de un año.
En el 2017, fueron 12 los niños de entre 10 y 14 años asesinados, dos de entre cinco y nueve años y otros dos de entre uno y cuatro años.
Sin embargo, según datos de la Red por los Derechos de la Infancia (REDIM)
durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los casos de homicidios contra los menores de 18 años se centran en Guanajuato, Guerrero, Veracruz, aunque sigue el problema en Tamaulipas y Sinaloa.
En la entidad sin embargo, se detecta una paradoja: mientras en la zona sur del estado se han logrado reducir los índices de violencia, es ahí donde se han registrado la mayoría de los casos graves de homicidios contra menores de edad.
La prensa ha registrado atroces historias que apenas pueden creerse.
Como el caso de Emma Sofía, una niña de cinco años que vivía en un sector popular de Tampico: la colonia Jardines de Champayan.
A las 2:30 horas del 14 de enero de este año, la madre sintió la presencia de alguien en la casa, y fue al cuarto de la pequeña; lo que se encontró fue el cuerpo desnudo de su hija, y a un hombre escapando por la ventana; había abusado sexualmente de ella y la había estrangulado.
El crimen desde luego, conmocionó a la ciudad y generó una psicosis entre los padres de familia, pero al paso de los días como en tantos otros casos, no quedó más que en el recuerdo doloroso de una familia que no encuentra consuelo.
La historia no era muy diferente, a la de Aleida, una pequeñita de siete años que también murió asesinada en su propia habitación en un fraccionamiento de Altamira en julio del año pasado.
A ella le cortaron el cuello. El responsable fue un tipo bien conocido en el sector como comerciante de chácharas. Le apodaban “El gordo”, y al conocerse la noticia del asesinato de la pequeña, fue encontrado colgado de un árbol en una brecha cercana al domicilio.
“La Nena”, como le decían a la pequeña Aleida, jugaba con sus vecinas durante las tardes, acababa de pasar a segundo año y era una niña estudiosa.
Su pasatiempo era jugar con los vecinos de la cuadra.
“Era una niña normal, le gustaba jugar en las tardes, después de la escuela, ahora en vacaciones, la veíamos aquí con nuestros hijos divirtiendo”, dijo en aquel momento un habitante del sector.
Unos cuantos meses antes, otro crimen había sacudido a Tamaulipas, y por su crueldad, al país entero.
En esta ocasión, los protagonistas fueron Jéssica Gabriela, una joven de 20 años y su bebé, Skarlet.
Con ocho meses de embarazo, una pareja la atrajo hasta un domicilio donde supuestamente le venderían ropa para la pequeñita que estaba por nacer.
Eso ocurrió el 27 de marzo en la colonia Nuevo Progreso, en Tampico. Cuatro días después, su cuerpo fue encontrado sin vida, y lo más grave, sin su bebé en el vientre.
El matrimonio integrado por Cynthia Fátima “N”, y Omar “N”, la asesinaron y le extrajeron a su hija. Tenían la intención de quedarse con la niña, pero al ponerse grave, tuvieron que llevarla al Hospital General Carlos Canseco, argumentando un aborto espontáneo. La mentira se cayó muy pronto, y los médicos dieron aviso a la autoridad.
La Policía Investigadora especializada en Personas No Localizadas o Desaparecidas permitieron obtener una orden de cateo, con la autorización de un Juez de Control, en el domicilio que proporcionó Cynthia Fátima “N”. Lugar donde se encontraron los restos de Jéssica Gabriela.
Varios años antes, también había cimbrado a la sociedad, el caso de Melany, una turista de Nuevo León que fue atacada y luego asesinada en un hostal de la playa Miramar.
El viernes 18 de julio de 2014 arribó a la zona sur de Tamaulipas la familia regiomontana para pasar, como era su costumbre, toda una semana vacacional en Miramar.
Ese día, por la noche, los vecinos de la colonia Miramar se despertaron por los gritos que venían desde una casa que era rentada como hostal.
Era la madre de la menor, quien pedía ayuda para encontrar a su hija que aseguraba había sido extraída de la habitación.
Aseguró que había visto en la oscuridad a una persona que había entrado a la recámara, y se había robado a Melany.
36 horas después, fue encontrado su cuerpo no muy lejos de ahí. Y dos meses después del hecho, el Procurador de Tamaulipas, Ismael Quintanilla, presentó a Efraín Torres Fuantos, alías “El Loco”, a quien se identificó como el responsable del rapto, violación y asesinato de la menor.
En su declaración, el responsable dijo que el día del rapto había consumido mariguana, después entró a la vivienda donde se hospedó la familia de Melany y sustrajo a la menor.
Ya más recientemente, hace tres semanas, un crimen que ocurrió en Nuevo León tuvo su triste desenlace en Tamaulipas.
Ana, una joven de Montemorelos y su bebé, desaparecieron el día que buscaron al padre para que los reconociera.
Ana Lucía y su hijo Iker desaparecieron el sábado 26 de octubre, cuando salieron de su casa en Montemorelos, para verse con Álvaro, de 32 años.
La joven de 19 años le reclamaba que reconociera la paternidad del bebé, pero él se negaba, de acuerdo con la investigación.
Pocos días después, los cuerpos de la joven y su hijo fueron encontrados en Mainero, donde habrían sido asesinados por el padre.
Como es evidente en el registro de casos paradigmáticos de violencia contra menores en Tamaulipas, sobresalen por la cantidad y por la saña con que son cometidas, las agresiones contra mujeres.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero de 2015 a julio de 2019, se registraron 3 mil 297 feminicidios en todo el país, de los cuales 317 ocurrieron entre la población de 0 a 17 años, es decir, uno de cada 10 feminicidios en México afecta a las niñas y niñas adolescentes.
UNICEF detecta riesgos en Tamaulipas
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) detecto a dos ciudades de Tamaulipas donde los niños, niñas y adolescentes indicaron que viven con sensación de inseguridad.
De acuerdo con el estudio llamado Panorama Estadístico de la Violencia Contra Niñas, Niños y Adolescentes en México realizado por la Unicef en el año 2017, las ciudades de Nuevo Laredo y Reynosa representaron un foco rojo en la percepción de seguridad de los menores.
La violencia se presenta en entornos como el hogar, escuela, trabajo, comunidad, redes sociales o instituciones, la cual puede ser desde física, sexual, emociona por negligencia o practicas perjudiciales.
La violencia que es catalogada por la Unicef va desde abofetear, amarrar, apuñalar, asfixiar, envenenar, estrangular, lapidar, zarandear quemar, pellizcar poder, marcar o lanzar objetos, mientras que la violencia negligente va desde el abandono, descuido exponer a drogas, no vigilar o ignorar el desempeño escuelas.
En la violencia emocional se cataloga desde acoso, aislar al menor de edad, amenazar, dañar pertenencia, exponer a publicidad, correros electrónicos informacion perdonar con contenidos violentos, de incitación al odio tendencias racistas o desagradables.
El estudio de la Unicef indica que en las ciudades de Tapachula, Nuevo Laredo, Reynosa, La Paz, Coatzacoalcos o Toluca, ocho de cada 10 personas adultas no permitas que niñas, niños o adolescentes no salgan a la calle.
El periodo de tiempo con la mayor presencia de hechos considerados como peligrosos para los menores de edad van desde el 2009, al 2016, lo cual coincide con el incremento de los delitos de alto impacto en la entidad.
En Tamaulipas los municipios catalogados como de mayor riesgo para menores de edad en los que se pueden encontrar alguno de los tipos de violencia, son; Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros y Victoria.
En los últimos tiempos, el Sistema DIF Tamaulipas ha lanzado campañas para frenar la agresión sexual contra menores, alertando que las cifras son contundentes: en el 2018 se registraron más de mil casos, y si se considera que solo se denuncia el 10% de los casos, cabe pensar que la incidencia es mucho más alta, con un agregado muy doloroso, en el 85% de los casos los responsables son integrantes de la familia.