La detención Genaro García Luna en Estados Unidos detonó una auténtica bomba cuyas implicaciones en México apenas empezarán a conocerse.
Las acusaciones en su contra son lapidarias: el todo poderoso Secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón, pero cuya relevancia pública proviene desde el sexenio de Vicente Fox, habría recibido millones de dólares en sobornos del Cartel de Sinaloa.
El polémico ex funcionario, convertido recientemente en acaudalado empresario, habría colaborado con la organización criminal más importante de Norteamérica, la del Chapo Guzmán, que hoy purga una cadena perpetua.
Así de grave es la situación de García Luna, a quien también se le recuerda por su afición a la impartición televisada de la justicia, como aquella vez que decidió transmitir en vivo por Televisa la aprehensión de una supuesta banda de secuestradores, en la que participaba la francesa Florence Cassez.
La famosa guerra contra el narcotráfico, lanzada por Calderón e instrumentada por su hombre fuerte, está más en entredicho que nunca.
Ahora, además de la inmensa cantidad de muertes que causó, sus implicaciones políticas parecen enormes y nada permite descartar que las acusaciones que hoy pesan sobre el ex Secretario de Seguridad Pública, escalen hacia el ex presidente panista.
Sin dudas, Calderón vivió ayer el día más complicado desde que dejó el poder. Seguramente le costó desmarcarse del hombre a quien le confió todo el poder, y le permitió mover a su antojo los hilos institucionales para pelear en dos frentes: una guerra contra (algunos) grupos criminales, pero también en el campo de la política.
Vienen tiempos complejos para los calderonistas que ayer no atinaron sino a agazaparse para evitar ser salpicados en este nuevo escándalo de la vida pública mexicana, que solo podría compararse con la detención del general Gutiérrez Rebollo hace más de dos décadas.
Malas noticias para ellos: lo peor está por venir.