Cuando apenas los feligreses inician las procesiones para ir a ver a la virgen MORENA, la del Tepeyac, no la del presidente, se viene una avalancha de noticias como para calentar el debate que seguramente será la sazón en las posadas. En un mismo día conmociona la nación para dar su opinión en redes sobre la detención de Genaro García Luna, del otro lado del río en Estado Unidos como casi siempre ocurre con los peces bien gordos; mientras que acá de este lado, se apostillaba el nuevo tratado de comercio entre México, Estados Unidos y Canadá; luego casi en sincronía de tanto tema sale Eugenio González Derbez a culpar a las mujeres de su sosa comedia.
En tanto que en lo local la cuestión es más doméstica: la suspensión de las posadas gubernamentales y la recolección de basura en la otrora ciudad limpia y amable, mientras llegamos a la navidad con los mismos reclamos, agua y pavimentación. Pero para calmar los ánimos vienen los aguinaldos, las fiestas y los días de recreación familiar.
Sobre la detención del amigo de Felipe Calderón y el negocio del T-MEC los analistas políticos y económicos están ya desmenuzando la nota, para los que comulgan con AMLO, estas son puras buenas noticias, para los contras, son más simulaciones y están al acecho de las equivocaciones que rompan la buena racha que traen ahora los fieles de MORENA, del presidente, no la del Tepeyac.
Lo que sí es imperdible es la actuación del comediante que se fue de México por el sueño americano, regresa solo para colocar en la parrilla de la programación comercial por cable una nueva producción, donde invita a más comediantes a hacer reír a los mexicanos. Pero resulta que las mujeres le complicamos el trabajo, porque como no conoce la comedia inteligente que ya se ve en las teles públicas otras naciones, arremete contra el género siguiendo la escuela de Placido Domingo, que ha dicho que a la mujer ya no se le puede decir ni un piropo porque se ofenden, él mismo sobre el que pesan acusaciones públicas y legales de acoso sexual de sus compañeras artistas.
Eugenio Derbez, que casi debe su fama al apellido de su madre Silvia Derbez, critica los movimientos feministas de Latino América y luego se declara profeminista número uno, etiqueta que se adjudica él solo pero que sus actuaciones evidencian lo contrario. Por años mantuvo en televisión abierta programas de pastelazo, chiste y albur basado en agresiones hacia las mujeres, en su producción Vecinos, tiene un personaje que por bonita la hace de tonta; en Peluches la rara es la niña y la esposa es la gorda y chiflada; en su Reality familiar y en sus historias para redes sociales, cada vez que puede se burla de su esposa y hasta de las tres mujeres con las que ha tenido hijos.
Toda su hoja de vida lo identifica como misógino y machista, defiende a los chavos del América que se han burlado del colectivo de mujeres con “un violador en tu camino” y responsabiliza a las mujeres de querer quitarle el buen humor a México, donde todos nos burlamos de todos.
Lo que pasa es que al Sr. Peluche se le terminó la creatividad, se pasa de chistoso y alburero y no sabe que en otros países ya se hace comedia con perspectiva de género y respeto a todas las individualidades.