En los últimos meses, los principales focos de violencia en el país se han trasladado notoriamente a regiones que hasta hace poco parecían oasis en medio de los altísimos índices de criminalidad nacionales.
Así, Guanajuato se convirtió en el principal foco rojo, como reconoció el mismo presidente López Obrador en su conferencia mañanera del martes.
Las cifras son elocuentes: durante el fin de semana más reciente, fueron asesinadas 216 personas en todo el país, 44 de ellas en Guanajuato. El segundo lugar la ocupó Baja California (con 18 casos), donde se experimenta un repunte de la violencia, luego el Estado de México (con 15), Veracruz (con 15) y Guerrero (con 14).
Esas cinco entidades, detalló el presidente, acaparan el 49% de los homicidios dolosos registrados entre el viernes y el domingo en el país. Así trata de explicar que si bien los índices de asesinatos han crecido durante su administración, la violencia está focalizada en algunos estados. Por el contrario, insiste, hay muchos otros estados donde hay semanas en las que solo se registra una ejecución.
En estas cuentas expuestas por el presidente, Tamaulipas aparece a media tabla, con ocho homicidios, algo que el mismo López Obrador ha reconocido.
El problema, como se ha evidenciado en los últimos días, es que estas cifras pueden cambiar drásticamente en muy poco tiempo. Los huecos que ha dejado la estrategia federal de seguridad, han ocasionado que un estado pueda perder la paz abruptamente y escalar posiciones de la noche a la mañana.
Y Tamaulipas no está exento de esa posibilidad. La marcada ausencia de la Guardia Nacional y la Marina dejan al estado en una situación de fragilidad ante los embates y los reacomodos de la delincuencia.
El 2019 cerró a nivel nacional con más de 40 ejecuciones diarias, y el 2020 inició con una tendencia similar. Es decir, aunque cambien de escenario, las dinámicas de la violencia en el país siguen intactas.




