El final del primer periodo de sesiones de la actual Legislatura estuvo marcado por sendas discusiones como el intento por cobrar la recolección de basura y aumentar el Predial.
Se sabía desde que se conoció la conformación de la Legislatura con una mayoría del PAN, pero también con una importante presencia de Morena, que no sería fácil para Gerardo Peña y sus cercanos llevar a buen puerto las sesiones en el Pleno.
Por eso, en más de una ocasión presenciamos espectaculares encontronazos, desaires y hasta mentadas de madre en la Tribuna. Lejos quedaron los tiempos en que un partido hacía valer su hegemonía absoluta al grado de acallar -por las buenas o por las malas- cualquier intento de oposición.
Dicho eso, lo que seguramente no cambiará será el tradicional chapulineo. Porque es evidente que abundan los diputados con aspiraciones para competir por una alcaldía, o en el peor de los casos, mantener su curul y su jugosa dieta.
No se necesita ser adivino para identificarlos: Joaco Hernández Correa, la “Quinita”, sueña con volver a ser alcalde de su tierra aunque los maderenses tiemblen nada más de recordar su paso por la Presidencia.
De la misma forma, Héctor Escobar está obsesionado con gobernar Matamoros aunque sea más conocido en Brownsville que en la tierra de Rigo Tovar.
O Arturo Soto, quien busca una tercera -sí tercera- candidatura por la alcaldía, y por ello reincide una y otra vez en su adicción por el protagonismo, como cuando el año pasado quiso apantallar con las leyes de ingresos y al final terminó exhibido y regañado.
La lista es muy larga, porque hasta los de Morena -absolutos desconocidos hasta hace pocos meses- hacen futurismo para buscar una candidatura en el 2021.
Ya veremos si se les cumple, pero por mientras, lo deseable (aunque pequemos de ingenuos) sería que no usaran al Congreso como ring para el mero lucimiento personal, porque Tamaulipas necesita diputados que estén a la altura de los tiempos complejos que vienen.